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Ada Colau, la alcaldesa islámica y cazafachas

Ampara la inauguración de un oratorio musulmán y pone el nombre de Rubianes a la calle Almirante Cervera porque, afirma, el marino era un "facha".

Ampara la inauguración de un oratorio musulmán y pone el nombre de Rubianes a la calle Almirante Cervera porque, afirma, el marino era un "facha".
Ada Colau | EFE

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, es la reina de las fiestas de la Primavera republicana, que este año celebran su tercera edición. Presume de cumplir con sus promesas y refuerza sus contactos con la comunidad religiosa islámica de la capital catalana. A Colau no le gustan las misas, ha retirado la de la Mercè, patrona de la ciudad, del programa de la fiesta grande de septiembre y tiende a mostrarse entre esquiva y nada amistosa con el arzobispo Omella y sus colegas.

El presidente del grupo del PP en el Ayuntamiento, Alberto Fernández, ha denunciado el doble rasero religioso de la primera edil condal por la participación de su equipo de gobierno en la inauguración de un oratorio islámico en el distrito de Sants con un mensaje en Twitter: "El Gobierno de Colau asiste esta tarde a la inauguración de un oratorio islámico en Sants, mientras se ausenta de la tradicional misa de la Mercè y la retira del programa de fiestas. Tampoco asisten a los actos de Semana Santa, ni eventos católicos, pero sí celebran el Ramadán".

En el marco de los actos de la Primavera republicana, la alcaldesa se ha jactado de su riguroso cumplimiento del programa con la inauguración de una "infraestructura" muy celebrada por el separatismo. Colau inauguró el domingo la placa nueva de la calle "Almirall Cervera", que pasa a llamarse Pepe Rubianes, el famoso cómico que se ciscó "en la puta España" en un programa de TV3.

Además de premiar ese "mérito", la alcaldesa pronunció un emocionado discurso en el que afirmó que Rubianes estaría muy contento de quitarle el nombre de la calle a un "facha", en alusión al almirante que mandaba la flota española en el desastre de la batalla de Santiago de Cuba, en 1898.

Cervera murió en 1909, cuando aún quedaban unos cuantos años para la aparición del fascismo, pero los detalles históricos no son obstáculo para la alcaldesa, reputada cazafachas y aguerrida antimilitarista que no se codea ni con curas ni militares.

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