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Luis Planas, el 'griñanista' cordobés que conoció las artimañas de Susana Díaz

Aunque aparece con un perfil técnico, también es hombre del aparato socialista.

Aunque aparece con un perfil técnico, también es hombre del aparato socialista.
García-Tejerina entrega al nuevo ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, la cartera de la que es titular | EFE

El tercer andaluz del nuevo gabinete de Pedro Sánchez es Luis Planas Puchades, procedente inicialmente del PSOE de Córdoba y destinado por el PSOE a puestos relevantes de perfil tecnócrata en el ámbito internacional. De hecho, fue embajador de España en Marruecos pero siempre, de un modo u otro, ha estado ligado a la Unión Europea y su burocracia dominante.

Pero realmente Luis Planas ha conocido bien el aparato socialista andaluz al que siempre fue fiel bajo los mandatos de Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Sólo sacó la "patita" cuando creyó que él iba a ser el heredero de Griñán al frente de la Junta y se encontró con la sorpresa de que la elegida fue Susana Díaz que acumulaba mucho más poder interno, como luego se demostró en unas primarias en las que le disputó el liderazgo del socialismo andaluz y en las que tuvo de jefe de campaña al sanchista Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que, curiosamente, no ha sido agraciado con ministerio alguno en el nuevo Ejecutivo.

Luis Planas ya fue postulado hace mucho tiempo como hombre clave del socialismo andaluz. Tal y como se cuenta en el libro Delfines y tiburones, la lucha por el poder en el PSOE andaluz, estuvo a punto de ser un peso pesado del PSOE andaluz cuando estalló la crisis entre "renovadores" y "guerristas", nombre que se dio en Andalucía al enfrentamiento abierto entre Felipe González y Alfonso Guerra poco después del estallido del caso Guerra. Planas era ya entonces un declarado hombre del aparato de Manuel Chaves, que fue quien se quedó con el poder en el partido.

Tras un largo período en el exterior, Planas fue reclamado por Griñán en 2012 para la Consejería de Agricultura, Pesca y Alimentación de la Junta de Andalucía, algo que no extrañó a nadie conociendo que Griñán y su consejero procedían del PSOE cordobés y que eran amigos que habían viajado juntos, incluso a Marruecos con el Sáhara de por medio.

En aquel gobierno de 2012, la consejera de Presidencia era Susana Díaz Pacheco, la heredera del poder socialista sevillano, desde siempre la agrupación más importante del PSOE andaluz. Nadie sabía entonces que Griñán iba a apostar por Susana Díaz para la dirección del PSOE y que Planas quedaba fuera de la órbita.

Cuando llegaron las primarias, el camino no lo fue de rosas para Susana Díaz porque vio cómo otros tres militantes le disputaban la secretaría general del PSOE andaluz y con ella, en el futuro, la presidencia de la Junta de Andalucía. Fueron sus contrincantes más importantes el alcalde de la localidad granadina de Jun, Juan Antonio Rodríguez Salas, luego reconocido sanchista, y Luis Planas, impulsado por los "críticos" como Gómez de Celis, que era el único que podía intentar recaudar los más de siete mil avales necesarios para aspirar a algo.

El crítico con Griñán y su tarea al frente del PSOE andaluz, José Rodríguez de la Borbolla, Pepote, no le apoyó porque no creía en la oportunidad de tales elecciones primarias. De todos modos, Planas parecía ser un candidato a palos, que ni siquiera pidió el voto al PSOE de Jaén, segunda agrupación por importancia de Andalucía, y a su más que poderoso secretario, Francisco Reyes, socio ya de Susana Díaz.

Nadie se explicó por qué Luis Planas dio el paso adelante de competir con Susana Díaz y nunca se supo, hasta ahora al menos, quién era su padrino político y estaba detrás de su decisión de hacerlo casi a espaldas del propio Griñán. Pero ni su predicamento dentro del PSOE a nivel nacional, ni sus apoyos lograron que saltara y listón de los 7.000 avales mientras que Susana Díaz abrumó con dos decenas de miles.

Se barajaron padrinos varios, entre ellos Felipe González y a Manuel Chaves, descontento con Griñán y su desmantelamiento de la vieja guardia chavista. González invitó a Planas a una conferencia donde iba a producirse un presunto apoyo a su candidatura a las primarias andaluzas, pero Planas no se presentó. Ni a Chaves ni a González, Planas pidió apoyo alguno, aunque sí se lo pidió expresamente a Gaspar Zarrías, que no le apoyó.

Seguramente se presentó por sus diferencias personales y políticas, de fondo y de estilo, con la propia Susana Díaz, con la que tenía tensión en el gabinete de la Junta de Andalucía. Las tensiones subirían de tono con las primarias donde probó las malas artes de su oponente principal.

Aunque teóricamente todos los candidatos tienen el partido a su disposición e igualdad de oportunidades, la ética política interna es la que siempre ha sido en el PSOE. El que controla el aparato lo controla todo. Susana Díaz tenía todo el potencial del aparato y Planas y los demás, nada de nada.

El juego limpio no existió. Gómez de Celis denunció que no tenían acceso a los censos de militantes de las provincias. El actual presidente del Parlamento andaluz, el entonces secretario provincial del PSOE cordobés, Juan Pablo Durán, susanista de pro, le negó a Planas que celebrase su presentación en la sede del PSOE aunque luego, gracias al escándalo suscitado, le cedió una sala.

Tampoco lo apoyó Rubalcaba, al que Susana Díaz había combatido apoyando a Carmen Chacón. Le plantearon abandonar la aventura, pero no quiso. Susana Díaz controlaba censos, correos electrónicos y demás medios de contacto en casi todas las provincias y los demás candidatos no. El resultado estaba cantado. El alcalde socialista de Jun llevó la discriminación sufrida a los tribunales pero Planas, al fin y al cabo, un hombre de aparato, no lo secundó.

A pesar del currículo de Planas, mucho más intenso, extenso y abundante que el de Susana Díaz, no fue suficiente. Partidario de dar paso en el PSOE no a los más fieles al aparato sino a los mejor preparados, intentó un cambio en el seno del PSOE andaluz, pero fue derrotado por la continuidad en las formas tradicionales del socialismo andaluz, resumido en la máxima "el que se mueve no sale en la foto".

Cuando se retiró de la competición anuncio que dejaría el gobierno de la Junta cuando se fuera su amigo Griñán, es decir, que no seguiría siendo consejero con Susana Díaz. Lo que se desconocía hasta el momento eran sus relaciones con Pedro Sánchez, que ahora han aflorado.

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