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Interior expulsa de la Policía a Pamiés y Ballesteros, condenados por el chivatazo a ETA

Los policías informaron al dueño del Bar Faisán de que había una operación en marcha para desarticular la red de extorsión de la banda terrorista.

Los policías informaron al dueño del Bar Faisán de que había una operación en marcha para desarticular la red de extorsión de la banda terrorista.
Enrique Pamies y José María Ballesteros | Archivo

No habrá más uniforme ni galones en la pechera. Enrique Pamiés y José María Ballesteros, los dos mandos policiales que según los tribunales se prestaron a hacer el juego político al Gobierno Zapatero y dar el chivatazo a ETA que impidió en un primer momento la desarticulación del aparato de extorsión de la banda ya no son miembros de la Policía Nacional.

El Boletín Oficial del Estado (BOE) ha publicado este viernes sendas resoluciones de la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior, firmadas por José Antonio Nieto (cesado tras la moción de censura que impulsó a Pedro Sánchez a La Moncloa) y fechada el pasado 26 de abril, en las que se declara su "pérdida de la condición de funcionario".

Pamiés y Ballesteros fueron condenados el 16 de octubre de 2016 por la Sección Tercera de la Audiencia Nacional a un año y medio de prisión por un delito de revelación de secretos y a cuatro años de inhabilitación especial para empleo o cargo público. El Tribunal Supremo confirmó la sentencia condenatoria un año después, en 2017.

Los dos tribunales desestimaron la petición de tres acusaciones, la del Partido Popular, y las de las asociaciones Dignidad y Justicia y Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) de que también fuesen condenados por un delito de colaboración con organización terrorista.

Los jueces consideraron probado que Pamiés, jefe superior de la Policía el el País Vasco en mayo de 2006, ordenó al inspector Ballesteros que contactara en persona con el dueño del Bar Faisán de Irún, Joseba Elosúa, para pasarle el teléfono y advertirle de que la Policía Nacional preparaba un golpe contra la red de extorsión de la banda.

El objetivo era impedir que en esa operación policial fuera detenido el ya fallecido dirigente del PNV Gorka Aguirre, en un momento en el que el entonces presidente Zapatero estaba buscando el apoyo y complicidad del PNV para su proceso de negociación política con los terroristas de ETA.

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