El presidente de la Generalidad, Quim Torra, se ha referido a un episodio de la Guerra de Sucesión para arengar a los catalanes y conmemorar el Onze de Setembre, la fiesta regional de Cataluña. Torra ha relatado para la ocasión las turbulentas sesiones de la Junta de Brazos de junio de 1713 mediante las que los consejeros municipales impusieron por 78 votos frente a 45 resistir ante el avance de las tropas borbónicas de Felipe V.
"Aquella votación de hace trescientos años seguramente fue uno de los actos de soberanía plena más importantes que ha hecho nuestro país en la época moderna", aseguró Torra, que añadió: "Y los catalanes de 1714 lo defendieron fielmente hasta el último instante del combate del 11 de Septiembre, más de un año después. Su ejemplo perdura en nuestra memoria, como lo hacen siempre en la historia de los pueblos aquellos que han blandido la bandera de la libertad por encima del interés particular".
Acto seguido ha establecido el paralelismo con la actualidad para afirmar: "Tenemos que decidir si ante las injusticias, las amenazas, el miedo, la violencia, las prisiones y el exilio nos conformamos o resistimos y avanzamos". Para Torra está claro. Hay que avanzar porque lo que provoca la fractura social, según él, es una pretendida "ausencia de libertad".
La república de los presos
Tras las habituales consideraciones sobre la resiliencia y resistencia del nacionalismo "en el combate democrático y pacífico por los derechos civiles, sociales y nacionales", Torra ha vuelto a prometer la república. "Lo haremos por los presos políticos y exiliados y por todos aquellos que son perseguidos por defender la libertad de Cataluña y por haber dado la palabra al pueblo en el referéndum de autodeterminación del 1 de octubre", ha dicho.
Como habitúa, ha introducido una cita de Manuel de Pedrolo en su arenga: "No somos libres de ser libres; estamos condenados". Y se ha despedido de esta guisa: "Con toda la esperanza y también con todo el coraje por los días que vendrán, os deseo una muy buena Diada. Viva Cataluña libre".
División separatista
El separatismo está más dividido que nunca. Presos y fugados firman cartas conjuntas para conmemorar el Onze de Setembre, pero libran una batalla estratégica por el control del discurso y las bases. ERC y Òmnium descartan la unilateralidad, apelan al realismo y abogan por "ensanchar la base" antes de precipitar otro ataque. Los partidarios de Puigdemont insisten en no descartar la desobediencia y la unilateralidad. Cuentan con el apoyo de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y la observancia crítica de la CUP y los Comités de Defensa de la República (CDR). Una candidatura conjunta para el próximo ciclo electoral está descartada. El partido de Puigdemont, la Crida Nacional per la República, será la nueva versión del PDeCAT, antes Convergencia.
Marchas de antorchas
Sin embargo, la división separatista no afecta a sus movilizaciones. El éxito del 11-S se da por descontado. La ANC asegura que se han preinscrito casi medio millón de personas, por lo que las cifras oficiales y mediáticas no bajarán del millón, como en las anteriores citas. Será el pistoletazo de salida del "otoño caliente" prometido por los dirigentes golpistas, la "marcha permanente" anunciada por Torra contra la justicia española y que se extenderá como mínimo hasta que se haga pública la sentencia sobre el golpe de Estado separatista. Anoche comenzaron los actos "institucionales" con marchas de antorchas en Barcelona y las principales ciudades catalanas.
Mensaje desesperado
Está en juego la "honrilla" del separatismo. La primera Diada con presos y fugados no puede ser un fracaso. A última hora se siguen produciendo llamamientos desesperados a la participación. El más relevante, el del diputado de Junts per Catalunya y exdirector de la radio de Godó, Eduard Pujol, que ha apelado en Twitter a los hijos de los presos para instar a manifestarse a los indecisos.
Llegeix, si us plau. @usvolemacasa pic.twitter.com/dBWZa6aNpi
— Eduard Pujol Bonell 🎗 (@PujolBonell) 9 de septiembre de 2018