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Pedro Sánchez piensa ya en elecciones en marzo pero presiona 'in extremis' al independentismo

Quedan sólo dos opciones: marzo u octubre. Según Moncloa, marzo sería adelantar, mientras octubre sería agotar "técnicamente" los plazos.

Quedan sólo dos opciones: marzo u octubre. Según Moncloa, marzo sería adelantar, mientras octubre sería agotar "técnicamente" los plazos.
Pedro Sánchez | EFE

La novedad no es menor. El reconocimiento del presidente del Gobierno de un adelanto electoral negado hasta el extremo y la constatación de que no aprobar los Presupuestos Generales del Estado supondría "lógicamente acortar la legislatura" supone un baño de realidad que hace virar 180 grados el discurso del Ejecutivo. En apenas una semana, Pedro Sánchez ha pasado de "agotar" la legislatura a "acortarla" sin apenas solución de continuidad.

Un giro que esconde una doble realidad y una doble estrategia en la cual trabaja el equipo gubernamental en Moncloa. De un lado, el Gobierno asume ya el nuevo escenario: la posibilidad real de un adelanto electoral si, llegado el mes de diciembre y sin contar con el apoyo independentista, renuncian a presentar los PGE y se pone fin a la acción de Gobierno. Y del otro, el intento in extremis por evitarlo presionando al independentismo de ERC y PDeCAT bajo la amenaza de poner fin a una legislatura "que tantos logros está aportándoles en las comisiones bilaterales", según fuentes gubernamentales.

De hecho, el Gobierno asiste con cierta incredulidad a que ERC y PDeCAT vayan a dejar caer a Pedro Sánchez porque "ellos reconocen y saben que siempre será mejor una presidencia socialista que una de derechas" y porque, en privado, "lo que comentan es muy distinto". Argumento que les hace mantener un hilo de esperanza, a sabiendas de un más que posible fracaso, ante una negociación presupuestaria que mantendrán hasta finales de año como confirmó este martes la ministra de Hacienda, María Jesús Montero: "Yo trabajo en ese recorrido: intentar cumplir con la agenda que habíamos marcado antes de final de año. A principios mediados de diciembre. Yo estoy en eso".

La incógnita, por tanto, no durará mucho. En apenas un mes, a mediados de diciembre, el Gobierno tiene que tomar las dos decisiones que podrían poner fin a la legislatura: si presentar los PGE o, en su defecto, disolver las Cortes y convocar elecciones. Y lo hará teniendo en cuenta dos cuestiones principales: los resultados de las elecciones andaluzas y el diálogo con el independentismo con la vista, a su vez, puesta en tres convocatorias. El 12 de diciembre tendrá lugar la comparecencia monográfica sobre Cataluña en el Congreso a petición de ERC y PDeCAT para consensuar –como si de un Consejo Europeo se tratara– la posición de España en el Consejo de Ministros Extraordinario que se celebrará el 21 de diciembre, el mismo día –tercera convocatoria–, en que el presidente Sanchez pretende cerrar su reunión con Quim Torra en el Palau de la Generalitat.

Un encuentro aún por cerrar y que denota el ánimo indepependentista para rechazar sus PGE habida cuenta de que se mantienen en el maximalismo: quieren una "cumbre bilateral" entre gobierno central y autonómico, como este martes solemnizaba el portavoz del PDeCAT en el Senado, Josep Lluis Cleries, en la Sesión de Control en el Senado. Una convocatoria "absolutamente descartable" para el Gobierno de Sánchez.

Sánchez piensa ya en marzo

En privado, fuentes de Moncloa explican a Libertad Digital que hay un cambio de panorama: de cuatro opciones hemos pasado a dos descartando la opción de agotar la legislatura llegando a 2020 y el superdomingo electoral que haría coincidir las elecciones generales con los triples comicios del 26 de mayo –europeas, municipales y autonómicas–. El debate está entre marzo u octubre y lo primero es una opción que ya contemplan en el Gobierno como algo "posible" y a lo que en realidad se refiere el presidente Sánchez cuando contempla el anticipo electoral.

Según las citadas fuentes de Moncloa, "agotar significa octubre y acortar marzo". Porque, en la práctica, llegar a otoño sería técnicamente agotar la legislatura con anticipo de apenas seis meses frente al escenario de elecciones en marzo para lo cual Sánchez estaría obligado a disolver en enero, 54 días antes de las elecciones según la LOREG, y apenas ocho meses después de llegar a la presidencia del Gobierno.

El enfado de Sánchez; la tristeza de Ábalos

Una posibilidad que el Gobierno ya admite en público pero con más intensidad en privado donde el enfado de Pedro Sánchez con su colaborador más fiel y estratega más certero, José Luis Ábalos, provocó la tensión entre ambos por verbalizar la intención de quien debe pulsar el botón del final de la legislatura. El toque de atención de Moncloa también motivó el enfado mayúsculo del ministro de Fomento cuyo entorno dice hoy que "está triste" por el malestar generado en Moncloa tras haber empañado la visita de Estado a Marruecos y porque "en realidad quiere seguir siendo ministro" y no unas elecciones que según parece están cada día más cerca. Otoño "ya queda muy lejos".

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