Susana Díaz compareció de nuevo este lunes para hacer balance de las elecciones andaluzas. Como en la noche electoral, Díaz optó por destacar que su partido ha "ganado" pese a la debacle y atribuyó la pérdida de 14 escaños a los "socialistas de corazón" que, dijo, se quedaron en sus casas.
Díaz sólo hizo un amago de autocrítica al referirse a la abstención, interpretando que la baja participación afectó sobre todo a su partido y que quienes no votaron lo hubieran hecho por ella. Pero insistió una y otra vez en que su partido ha sido el más votado y que la región, a su juicio, sigue siendo mayoritariamente de izquierdas.
Cuando se le señaló que la derecha venció a la izquierda en porcentaje de voto, Díaz lo negó con este argumento: "Si usted quita la extrema derecha, es evidente que hay una mayoría de izquierda. Si usted la computa, ya está naturalizando a la extrema derecha, cosa que yo no haré". Según el escrutinio, un 49,99% de los andaluces votó a la derecha sumando los apoyos a PP, Ciudadanos y VOX, y un 44% a la izquierda, contando a Podemos y PSOE. Díaz abogaba con este argumento por restar el 11% de VOX al bloque de derechas como estratagema para que la izquierda quedara por delante.
El ataque a VOX fue una constante en su discurso como ya lo fue la pasada noche, cuando pidió una alianza de "constitucionalistas" contra el partido de Santiago Abascal. "Es la extrema derecha la que ha llegado aquí galopando sobre un discurso racista" y "algunos pretenden normalizarlo", dijo en un intento de deslegitimar la opción de Juan Manuel Moreno de arrebatar el poder al PSOE. El comportamiento de su partido, continuó, es "impecable". Y sobre los malos resultados, insistió en que han "entendido el mensaje" y tomarán "nota" pero no dimitirá, porque, dice, no perdió.