Los diputados separatistas del grupo de Puigdemont en el parlamento catalán han acudido a Bruselas para recibir instrucciones del prófugo, que afronta una semana clave para culminar la fundación de su nuevo partido político, la Crida Nacional per la República. El grupo debate sobre el próximo ciclo electoral, las candidaturas municipales y europea y la postura a adoptar en materia de Presupuestos Generales del Estado en un ambiente de crispación por las peticiones de un nuevo 155 para Cataluña.
La moción de la cámara extremeña y el discurso de Pablo Casado a favor de la aplicación del artículo constitucional en la comunidad catalana ha provocado el cierre de filas de los nacionalistas, que han volcado toda clase de exabruptos contra Extremadura relativos a los niveles de alfabetización y empleo.
Uno de los portavoces de Puigdemont, Eduard Pujol, ha sido el encargado de expresar la contrariedad de los separatistas fieles al evadido. En un tono encendido ha pedido "que dejen a Cataluña en paz, que dejen en paz nuestros derechos y libertades, que no jueguen con un artefacto que no ha hecho mucho daño, basta". "Que hablen de sus parlamentos, de sus realidades políticas y se preocupen por su paro y por su enseñanza", añadió visiblemente molesto.
"Relato de la extrema derecha"
En cuanto a los Presupuestos, Puigdemont ha cambiado de registro y ya no se cierra en banda a su negociación. Pujol vino a decir que la pelota está en el tejado del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y que el separatismo está a la espera de que se produzcan avances en los contactos entre ejecutivos y partidos. "La pregunta que hay que hacer es qué está dispuesto a hacer (Sánchez) en el diálogo político con Cataluña en las próximas semanas y meses". Según Pujol, Sánchez debe decidir entre ser un hombre de Estado o uno "incapaz de marcar su relato", un relato que según el portavoz puigdemontista "viene marcado por la extrema derecha".
El próximo fin de semana se celebrará el congreso fundacional del nuevo partido, una cita a la que Puigdemont quiere llegar con el PDeCAT en una posición subalterna. Para ello cuenta con la influencia de los presos Jordi Sànchez, Quim Forn, Josep Rull y Jordi Turull y del control que ejerza Miriam Nogueras del grupo del PDeCAT en el Congreso de los Diputados.