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Había una vez un circo: la flor y nata del separatismo abochorna a los golpistas en el Supremo

Un maestro, una profesora y cuatro abogados de Manresa evidencian el nivel de los prebostes de las comunidades educativa y jurídica de Cataluña.

Un maestro, una profesora y cuatro abogados de Manresa evidencian el nivel de los prebostes de las comunidades educativa y jurídica de Cataluña.
La filósofa que declaró este martes en el Supremo | EFE

La enseñanza en Cataluña es un desastre, una catástrofe, un espectáculo lamentable. Circo separatista del bueno en el Tribunal Supremo. La "comunidad educativa" abre la tormentosa jornada. Ahí va Ramon Font, portavoz del sindicato mayoritario de profesores en Cataluña, Unión Sindical de Trabajadores de la Enseñanza en Cataluña (Ustec). Jersey amarillo con el logo del sindicato en el centro. Ha sido propuesto como testigo por la defensa de Jordi Cuixart y le interroga el letrado Benet Salellas, exdiputado de la CUP. Es un tiro en el pie, el primero. Font se muestra entre desafiante y vacilador. No parece que el testimonio pueda favorecer en modo alguno al acusado Cuixart.

Font es un sindicalista y activista radical, un soldado de la imposición del catalán como idioma único en la enseñanza. Un tipo de gesto duro y verbo pesado que fue el portavoz de "Escoles Obertes", la ocupación de los colegios del referéndum. Font, peón del golpe de Estado, pretendió torear a Marchena y casi lo consigue. La abogada del Estado, Rosa María Seoane, le preguntó si solicitaron autorización a los titulares de los centros educativos para permanecer en los colegios durante todo el fin de semana del 1-O. Ahí empezó el vacile del testigo para evitar responder a la cuestión.

Mucha paciencia mostró Marchena. La tesis de Font es el proyecto educativo catalán trata de acercar al alumno a la institución y fruto de ello se entiende que los colegios son suyos, de ese magma de asociaciones de madres y padres, las Ampas, manipuladas por profesores, sindicatos y demás organizaciones filoseparatistas que según el nacionalismo son la ejemplar "comunidad educativa catalana". Costó Dios y ayuda que Font reconociera con un "no" que no pidieron permiso. En su opinión no había lugar. Las calles son suyas y la escuela también. Dicho por un dirigente del sindicato mayoritario de la enseñanza catalana en el salón de plenos del Tribunal Supremo.

La "filósofa" que alucina

No está claro qué pretendía la defensa de Cuixart con ese testigo, salvo exponer a la sala el carácter hosco y desafiante de un líder sindical separatista. La siguiente testigo también es de traca, una representante de la enseñanza universitaria en letras, Marina Garcés, extitular de una plaza de profesora de Filosofía en la Universidad de Zaragoza y titular ahora de otra en la "Universitat Oberta de Catalunya", la UNED autonómica. Si Font se da los aires de un tractorista por la república, a su lado Garcés es el glamour encarnado, toda simpatía y dulzura de entrada. Ya en las generales de la ley muestra el particular estilo pasivo agresivo del separatismo más sonriente. ¿Tiene alguna relación con los acusados? declina Marchena y Garcés replica que con Cuixart tiene "un café pendiente desde hace un año y medio". El juez la amonesta, claro. Será la primera tarjeta amarilla de una larga secuencia. Si por Garcés hubiera sido, su declaración aún duraría. ¿Qué hizo usted del 1-O?, pregunta Salellas. "Tenía unas décimas de fiebre", se arranca Garcés y Marchena ya por ahí no pasa. Segunda testigo del día y quinta o sexta intervención del presidente de la sala. Sus colegas jueces no salen de su asombro y aún no saben la que les espera. El caso es que Garcés estuvo toda la mañana en Catalunya Ràdio, la emisora pública de Cataluña matiza, y luego votó en el colegio Infant Jesús de la Travesera de Gracia, más luego se fue a su colegio habitual en el barrio de Gracia, porque ella vive en el barrio de Gracia, redunda. Otra pregunta y nuevo corte. "Yo el 1-O aluciné", comienza la "filósofa". Marchena ataja de nuevo. Él sí que alucina y lo flipa, no se lo puede creer, primero las décimas y ahora que la testigo alucina de que el Tribunal Constitucional prohibiera el referéndum. Además, pide a la declarante que se guarde el guión que tiene sobre la mesa. Ella protesta, también Salellas protesta y reprocha al juez que según él permitiera a los testigos de las acusaciones entrar en valoraciones subjetivas. "Se están conculcando derechos fundamentales", gallea el letrado. ¿Haga otra pregunta?, replica Marchena.

El interés de Garcés para el abogado es que participó en otra entidad separatista surgida al calor del 1-O llamada "En peu de pau" (En pie de paz) que daba instrucciones a los independentistas sobre "cuidados mutuos en tiempos de revuelta". "Las porras no sólo causan lesiones físicas en los individuos sino psicológicas en toda la sociedad" viene a alegar Garcés.

Tampoco queda clara la aportación a la defensa de Cuixart. De momento, el exdiputado Salellas se ha reivindicado como un abogado combativo, el "maestro" Font ha dejado acreditado el tenor de la educación catalanista como portavoz de un sindicato separatista y la "filósofa" Garcés ha hecho todo lo que ha podido para que la llamen muchas veces de la radio pública catalana. Jordi Cuixart no tiene quien le defienda y la "comunidad educativa" de los testigos es impresentable e indefendible.

Los "juristas" de Manresa

Prosigue la función. Ahora desfilan los abogados por la causa, la "comunidad jurídica", los sufridos letrados del colegio de abogados de Manresa comisionados por dicha entidad para prestar asistencia jurídica volante en los centros electorales. Puede que sabedores de que los siguientes testigos eran todos abogados, los jueces del Supremo con Marchena a la cabeza estuvieran pensando que con Font y Garcés se había acabado el "show". Se supone que un abogado sabe dónde se mete cuando se mete de testigo en el Supremo, pero está demostrado que los hay que no saben ni dónde están cuando actúan como abogados en la sala.

El señor Lluís Matamala Ribó, colegiado en Manresa y residente en San Juan de Torruella, es el tercer testigo de la excitante sesión. Matamala la lía nada más sentarse. Que quiere declarar en catalán porque había presentado un escrito. Marchena, armado de paciencia, le advierte de que si es letrado conoce perfectamente que la posibilidad de declarar en catalán sólo asiste a los acusados, no a los testigos, etcétera, etcétera. Pero a Matamala no le vale y entra en discusión con el juez, que le corta el micro y le reconviene seriamente. Deduce que también conoce las consecuencias de declarar y le advierte en ese sentido, igual que hizo con Font, no así con Garcés. Es el cachondeo puro. Matamala dice que la gente le preguntaba sobre el derecho de autodeterminación. Tercer testimonio de Cuixart tirado a la basura. Siguiente testigo. Segundo abogado del ilustre colegio de Manresa, Jaume Pich. ¿Ha estado usted procesado? "Que yo sepa no". Otro genio del derecho. Marchena vuelve a sacar tarjeta amarilla. ¿Pero esto qué es? "No, que usted sepa no", le corta el juez, que le exige un poco de seriedad. Preguntado por su profesión, Pich dice que es "abogado y mediador". El circo continúa. El 1-O asesoró y se sentó en el suelo a la puerta de un colegio. Prosigue el desfile de colegiados de Manresa con las letradas Silvia Carmona y Mercè Torras. La primera, testigo de la intervención de la Guardia Civil en Callús, (municipio de unos dos mil habitantes próximo a Manresa), afirma haber visto aquel día "batallones tácticamente uniformados" de la Benemérita cargando contra población indefensa. Las dos letradas han escrito informes sobre lo que pasó el 1-O encargados por su colegio profesional que obran en juzgados de Manresa y Barcelona. Si la representación de la "comunidad educativa" es cuestionable en relación a los beneficios para la defensa, la de la "comunidad jurídica" es directamente lamentable, letrados de compraventas metidos a teóricos y asesores jurídicos de la desobediencia civil.

El concejal payaso

Continúa la función con un testigo que dice ser payaso. Tras el retrato de las escuelas y los abogados, el mundo del "espectáculo". Jordi Pesarrodona, cuarto teniente de alcalde y concejal de Cultura de San Juan de Torruella por ERC. ¿Tiene alguna relación con los acusados? "Los he conocido y soy amigo debido a la represión". A Marchena le sale una vena irónica. ¿Amigos de represión dice usted? Ahora es el juez quien vacila, pero se contiene enseguida. Pesarrodona es el "artista" que se retrató con una nariz de payaso al lado de un guardia civil que montaba guardia en el registro judicial de la consejería de Exteriores el 20 de septiembre de 2017. También montó el número en su pueblo durante el 1-O. Dice que al cabo de un rato de hablar amablemente con un oficial de la Guardia Civil le dieron cuatro porrazos en los testículos que le causaron un moratón. Hay imágenes en las que se le por los suelos abrazado a su estómago. En la localidad llegaron a hacer bromas con el "Neymar" de su concejal en alusión a las exageraciones del jugador brasileño. A diferencia de lo que ocurrirá con otros testigos, la defensa de Cuixart, que ahora ejerce Àlex Solà, no le pregunta si fue reconocido por un forense judicial.

El siguiente es el alcalde de Callús, el republicano Joan Badia, que dice que la Guardia Civil le pasó por encima. Siguen tres testigos más que afirman haber sido agredidos por la Benemérita y el Cuerpo Nacional de Policía. Al filo de las dos Marchena interrumpe la sesión hasta las catorce horas. Le avisan del lapsus y a micro abierto suelta un "joder". Quiere decir que a las cuatro, las dieciséis horas.

La sesión de tarde es una balsa de aceite en comparación con la matinal. Comparece una alto cargo de la consejería de Justicia en defensa de Carles Mundó, uno de los tres exconsejeros que está en libertad provisional. Una mujer de 69 años acusa a la Policía Nacional de haberle roto la cadera. Aparecen otra mujer lesionada en el colegio Pau Claris de Barcelona, dos letrados del Parlament y dos exmiembros de la Mesa de la cámara catalana, el posconvergente Lluís Coromines y la republicana Anna Simó, ambos encausados por el mismo caso en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). Son testigos de la defensa de Carme Forcadell. El fiscal Zaragoza trata de atornillar a Coromines, pero el letrado Javier Melero, que asiste a Forn y también a Coromines en el TSJC, protesta por las preguntas del fiscal Javier Zaragoza. Marchena dicta un receso al filo de las seis para que Coromines decida a la vista de las objeciones del letrado si contesta a Zaragoza. A la vuelta se verifica que no. Pasa Anna Simó, en igual condición. Trámite breve. Marchena clausura la sesión hasta el próximo día 20 si no hay novedades. Pide a las defensas que permanezcan en la sala. Quiere hablar con ellos de un "asunto de intendencia". Planea el tremendo malestar de los jueces ante la actitud de algunos testigos y los letrados de Cuixart encabezados por Salellas.

El separatismo en campaña

Era tesis socorrida que Vox podía manipular el juicio a su favor por ser la acción popular en plenas campañas. Tanto la CUP como ERC han "presidido" la sesión de hoy, última de la semana por San Isidro. La "educación" de los letrados y sus testigos ha sorprendido a las partes. Los magistrados han quedado estupefactos ante la actitud de Font, Garcés, los abogados de Manresa y el autoproclamado payaso Pesarrodona, otro que estaba de campaña en el Supremo y que ha intentado colar que forma parte de ERC y de "Payasos sin fronteras".

Sesión loca en el Supremo. Las defensas de los golpistas están de pega y sus testigos actúan como si creyeran parte del casting de una Operación Triunfo separatista. No es previsible que al tribunal le afecten esos testimonios que no ayudan a los acusados pero que muestran sin reparos lo que pasó y pasa en Cataluña.

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