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La reunión de Aguado con Vox desata la guerra entre Valls y Ciudadanos

Marcos de Quinto arremete contra el concejal barcelonés y le reprocha no alertar de la "extrema izquierda" o los "blanqueadores del chavismo".

Marcos de Quinto arremete contra el concejal barcelonés y le reprocha no alertar de la "extrema izquierda" o los "blanqueadores del chavismo".
Manuel Valls y Albert Rivera, en una imagen de archivo. | EFE

Cuando una olla con agua caliente entra en ebullición, es simple cuestión de tiempo que desborde, salvo que algo o alguien bajen drásticamente la temperatura. Así, la relación entre el concejal de Barcelona Manuel Valls y Albert Rivera, el líder que hace un año le entregó sin contrapartida alguna unas siglas para su a la postre fracasado asalto a la alcaldía de la Ciudad Condal, terminaba por romperse definitivamente, tras meses de mucha tensión apenas contenida, a última hora de este domingo.

Un destape de las hostilidades cuyas consecuencias están aún por determinar, pero que podrían visualizarse el próximo sábado, cuando se constituya el ayuntamiento barcelonés y los cinco concejales que salieron elegidos junto a Valls voten distinto, eventualmente, según pertenezcan o no a Ciudadanos.

El hecho que precipitaba la indignación del ex primer ministro socialista francés, a la que daba rienda suelta en su perfil de Twitter, no era otro que la reunión del líder madrileño de Ciudadanos, Ignacio Aguado, con su homóloga de Vox, Rocío Monasterio, con la vista puesta en el Gobierno de la región aunque, más a corto plazo, en la constitución este martes de la Asamblea de Vallecas, que el partido naranja aspira a presidir, algo que sólo puede lograr con el apoyo del PP y de los de Santiago Abascal.

Valls arremetía en un primer tuit contra el PP por su acuerdo con Vox para gobernar muchas ciudades alcanzado el pasado viernes y también contra Aguado por su reunión con Monasterio. A ambas formaciones les acusaba de "normalizar a la extrema derecha" y concluía diciendo que "no puedo esconder otra vez mi gran preocupación". Enseguida la presentadora de La Sexta, Ana Pastor, se hacía eco en la misma red social de lo que la periodista interpretaba como "un toque de Valls a Ciudadanos" y el concejal volvía a la carga con un tuit algo críptico.

En él, el hombre que quedó en cuatro lugar en las elecciones municipales, apenas superando en un edil el resultado cuatro años antes de Carina Mejías, insistía en su idea de un cordón sanitario, por igual, contra Vox y los separatistas y concretaba tres escenarios donde, decía, "cada uno tiene que asumir sus responsabilidades y ser coherente". A saber: Madrid, Navarra y Barcelona.

En el primero podría no sólo referirse a Aguado, sino también a la abstención para facilitar la investidura de Pedro Sánchez que ya se le pide a Rivera, también a Pablo Casado, y que ambos descartan tajantemente. En cuanto a Navarra, la referencia es clara al PSOE para que con su abstención impida revalidar un Gobierno nacionalista en la comunidad Foral con respaldo de Bildu, y en cuanto a Barcelona no es nueva su apuesta por Ada Colau como mal menor frente a ERC, en lo que choca con Ciudadanos, cuya apuesta sigue siendo intentar, también como mal menor, hacer alcalde al socialista Jaume Collboni.

De Quinto entra en la trifulca

Tras este segundo tuit, Valls recibía una dura respuesta del diputado de Ciudadanos Marcos de Quinto, que fue como independiente en el número dos de las lista por Madrid. El exvicepresidente mundial de Coca-Cola, le instaba a pedir al PSOE la abstención tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad de Madrid para facilitar gobiernos de PP y Ciudadanos "sin necesidad de otros apoyos".

De Quinto, con sorna, añadía que al peligro de la extrema derecha y los separatistas a Valls se le habría olvidado mencionar a la extrema izquierda, algo que atribuía con malicia a que el concejal catalán se habría quedado "sin caracteres". Ya metido en faena, De Quinto contestaba también al primero de los tuits de Valls preguntándole si para él se podía calificar de "normalidad democrática" que el PSOE "coquetee" con Bildu en Navarra o que "blanqueadores del chavismo" en velada referencia a Podemos, "pacten con socialistas o pidan un ministerio". Valls decidía no contestar.

La guerra fría entre Valls y Rivera es un hecho constatado desde que ambos no compartieron ni un solo acto en la pasada campaña electoral de las municipales. Un día antes de que Valls se descolgara, en una rueda de prensa en Barcelona, con su apuesta por Colau como alcaldesa, fue Inés Arrimadas quien se reunió en secreto con él en un hotel de la Ciudad Condal, tal y como desveló El Nacional. Un encuentro con la hoy diputada en el Congreso que no pareció surtir efecto a fin de limar asperezas.

Valls, que no pertenece a Ciudadanos, buscó apoyo para su aventura municipal en Lliures, un partido residual, escindido de la antigua Convergencia, que lidera Roger Montañola, amigo íntimo del marido de Arrimadas, Xavier Cima, exdiputado convergente que también participó en la creación de esa formación política.

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