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La ambición de Valls: ocupar el espacio de Ciudadanos en Cataluña

El concejal aspira a apadrinar a los votantes "huérfanos" que, denuncia, ha dejado Rivera en su lugar de origen.

El retorno, político y personal, de Manuel Valls a Barcelona, no es ni casual, ni caprichoso, ni flor de un día. El ex primer ministro francés, en su multitudinaria rueda de prensa de este miércoles en el Ayuntamiento de Barcelona, donde varios periodistas tenían que sentarse en el suelo ante el exceso de aforo, aludía veladamente a su boda este verano con la empresaria Susana Gallardo. "Tengo que organizar algún evento importante", decía, ante la premura de los informadores por su futuro inmediato, que de momento estará en un "modesto papel" en el consistorio barcelonés.

En otro momento de esa comparecencia, escrita al milímetro en castellano y catalán, incluidas sus duras invectivas contra Albert Rivera, definía tirando de metáfora futbolística, y ya en clave estrictamente política, su actual situación: "Mi vida ha cambiado totalmente, ahora soy regidor de Barcelona, ha pasado lo que ha pasado, hemos salvado la ciudad, que no ha caído en las manos de Ernest Maragall. Como dice uno de mis amigos, ‘pelota al suelo’. Y esperemos. Yo también necesito un tiempo de reflexión".

Un tiempo que puede que no sea muy largo si a la vuelta del verano, y con una sentencia del Tribunal Supremo contra los responsables del golpe secesionista de 2017, Quim Torra decidiese adelantar las elecciones autonómicas en Cataluña. En esa situación la pelota tendría que rodar, y preferentemente en dirección a la portería contraria. No es ningún secreto que el salto a la política nacional de Arrimadas descapitaliza en parte a Ciudadanos, que funciona ahora con una suerte de bicefalia entre el presidente del Grupo en el Parlament, Carlos Carrizosa, y la diputada autonómica y portavoz en el Senado, Lorena Roldán, protagonista de pasadas polémicas por su participación en manifestaciones independentistas, que ella atribuye a la presión ambiente que sufría entonces en su trabajo.

Tampoco que la reelegida alcaldesa, Ada Colau, aspira desde hace tiempo a crecer políticamente, y que sería una dura competidora por el voto del cinturón rojo de Barcelona, ese anillo industrial de la capital catalana que siempre fue granero del PSC hasta que Ciudadanos lo tiñó de naranja en 2015 y 2017 y la confluencia de Podemos de morado en las generales de 2015 y 2016.

Un líder sin partido

Así las cosas, a Valls es obvio que le falta estructura de partido. Desde hace semanas, se rumorea que podría intentar crearla a través de Lliures, la escisión catalanista de CiU en la que participó en su día el marido de Arrimadas, Xavier Cima, y su socio Roger Montañola, protagonista de algunas polémicas con dirigentes de Ciudadanos como Juan Carlos Girauta. Se trata de una formación residual que participó junto al partido naranja en la coalición que amparó la candidatura de Valls a las municipales.

Sin embargo, y a preguntas de los informadores, Valls parecía descartar una alianza con el nacionalismo no secesionista, que desde que Unió se presentó por su cuenta por primera vez en 2015 no ha logrado éxito alguno. Por contra, el concejal trataba de erigirse en voz crítica de Ciudadanos, citando expresamente a dos de sus principales fundadores: "Ahora sí que hay mucha gente huérfana, pero no lo digo yo sólo. El articulo del otro día de Francesc de Carreras, u hoy el de Félix Ovejero, que fueron fundadores de Ciudadanos en 2005, lo dicen muy claro. Hay un espacio político, que debe ser el de los principios, el de la tolerancia, el de la moderación". Otro de los principales fundadores, Arcadi Espada, elogió a Valls por su actuación en la sesión constitutiva del Ayuntamiento, al tiempo que arremetía contra Rivera.

Los críticos de Rivera, de acuerdo en el fondo pero no en la forma

Pese a su fracaso el pasado 26 de mayo, cuando apenas pudo mejorar en un concejal el resultado de Ciudadanos, con Carina Mejías al frente, Valls sigue confiando en poder liderar "la misión" del constitucionalismo, como la llegaba a mencionar. Una misión no exenta de transversalidad, como prueba que Valls dijera no entender y calificase de "error" que el popular Xavier García Albiol no haya podido ser alcalde de Badalona, la tercera ciudad más poblada de Cataluña, algo que hubiera logrado con el apoyo del PSC, incluso con apenas una abstención de los socialistas catalanes.

Para todo ello, Valls confía en atraer a un sector crítico de Ciudadanos que si bien sigue siendo mermado en número se muestra cada vez más distante de Rivera y su cúpula. Un sector que, aunque cree que las formas este miércoles de Valls no han sido los mejores, coincide en algunos análisis del ex primer ministro francés, incluido en que lo más sensato y acorde con la historia y la identidad de Ciudadanos es abstenerse en la investidura para evitar que Pedro Sánchez esté en manos de los separatistas.

No todo puede sacrificarse, consideran, al objetivo de conseguir la hegemonía del centroderecha, que además consideran "incierto" tras el resultado de las municipales y las autonómicas de mayo, no tan óptimo en ese sentido como el de un mes antes en las generales, cuando Rivera rozó el sorpasso a Pablo Casado.

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