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Ciudadanos huye hacia adelante y acusa a los críticos de "querer hacer presidente a Sánchez"

Trata de revertir las bajas con afiliaciones de los fichajes estrella, pone en la picota a Igea y pide a Batet que fije fecha para la investidura.

Trata de revertir las bajas con afiliaciones de los fichajes estrella, pone en la picota a Igea y pide a Batet que fije fecha para la investidura.
Inés Arrimadas, este martes en el Congreso de los Diputados. | EFE

Desde que hace un año triunfase la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy, e incluso antes, cuando se produjo el triunfo del hoy presidente del Gobierno en las primarias del PSOE, Ciudadanos ha venido señalando al "sanchismo" como un maligno virus que primero afectó a los socialistas y más tarde se extendió a toda España. Lo que nadie podría imaginar es que la infección hubiese llegado, incluso, a las filas naranjas.

Pues eso, o algo muy parecido, es lo que Inés Arrimadas afirmaba este martes al ser preguntada –al día siguiente de la explosión definitiva de la crisis interna– por las palabras de Francisco Igea, el líder en Castilla y León y uno de los miembros más destacados del sector crítico que lidera Luis Garicano, en las que pedía abrir una vía futura para posibilitar un acuerdo con el PSOE aunque sea, argumentaba, para "desenmascarar el mensaje y la trampa en la que está instalado, ahora mismo, el presidente Sánchez".

Para la portavoz parlamentaria de Ciudadanos, los críticos quieren, lisa y llanamente, "hacer a Sánchez presidente". Una afirmación de trazo grueso que evidenciaba el enfado con el líder castellanoleonés, con el que la tensión no es nueva, desde que desafiase y ganase este invierno pasado, denuncia de pucherazo mediante, las primarias en su comunidad autónoma. Fuentes de la cúpula riverista afean la actitud de Igea, que contraponen a la que el lunes adoptó Toni Roldán.

Creen que es mucho más coherente mostrar, como hizo el ya exportavoz económico, la discrepancia con el partido y abandonarlo, que quedarse dentro –máxime en un puesto de gran responsabilidad como un liderazgo autonómico– y resistirse a aceptar lo que la Ejecutiva votó, precisamente por deseo de los críticos.

Investidura cuanto antes

Lejos de rectificar ante las voces discrepantes internas y las presiones externas, el aparato riverista huye hacia adelante. La propia Arrimadas presentaba una iniciativa parlamentaria instando a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, a fijar cuanto antes una fecha para el debate de investidura. "Hace dos meses que ha habido elecciones y el señor Sánchez tiene la obligación de negociar con sus socios de Gobierno, pero la señora Batet tiene la obligación de convocar el pleno de investidura. En este país hay separación de poderes, y la señora Batet no puede estar al servicio de lo que necesite el señor Sánchez para marear la perdiz" señalaba. Rivera ya ha rehusado reunirse otra vez con Sánchez, como sí hizo el lunes Pablo Casado.

En la misma comparecencia, Arrimadas volvía a recordar el pacto del PSOE con los nacionalistas, Bildu incluido, en la Mesa del Parlamento de Navarra, como uno de los argumentos fuerza para no abrir una negociación con socialistas. También hacía referencia a las palabras de José Luis Rodríguez Zapatero abriendo la posibilidad de un eventual indulto a los responsables del golpe secesionista de 2017: "Si alguien tenía alguna duda de dónde está el PSOE y dónde está el señor Sánchez, que escuche a Zapatero. Presionando a los jueces, para que no sean muy duros con los golpistas, insistiendo en la figura del mediador y del relator y encima dejando la puerta abierta a ese indulto de la infamia".

Siguiendo la máxima de que a Rey muerto, Rey puesto, la cúpula naranja, que ya el lunes anunciaba a Marcos de Quinto y a Edmundo Bal como sustitutos de Toni Roldán en la Ejecutiva del partido y en la dirección del Grupo parlamentario, sacaba pecho de que los dos fichajes estrella de las pasadas elecciones generales, así como el también independiente Daniel Pérez, líder en Aragón, y el exsocialista Joan Mesquida decidieran, curiosamente al unísono, afiliarse al partido.

Un refuerzo para la cúpula riverista, decidida a mantenerse firme en su particular versión del 'no es no' pese a las críticas internas, de momento claramente minoritarias, y la presión externa, entre otros de los fundadores del partido.

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