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Sánchez amenaza a Podemos e Iglesias estalla: "No nos vamos a dejar pisotear"

Iglesias culmina su intervención advirtiendo de que si mantiene su "cerrazón" de no hacer un Gobierno de coalición, "no será presidente nunca".

Iglesias culmina su intervención advirtiendo de que si mantiene su "cerrazón" de no hacer un Gobierno de coalición, "no será presidente nunca".
Iglesias siguiendo el debate en su escaño. | EFE

La desconfianza es total, las negociaciones inexistentes y la posibilidad de un pacto ha volado por los aires. La primera sesión de investidura sirvió para constatar que, lejos de estar a punto de alcanzar un acuerdo, la distancia es todavía insalvable. A 24 horas de la primera votación y a 72 de la segunda, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias escenificaron su guerra fría parlamentaria intercalando el látigo de la indiferencia con el de la crítica feroz que reparte las culpas de haber frustrado un acuerdo "histórico de izquierdas".

El primero en intervenir, Pedro Sánchez, optó por el desdén. Comenzó a las doce de la mañana con dos horas de intervención ninguneando a Pablo Iglesias, haciéndole sufrir hasta el último minuto en el que decidió, por primera vez, "agradecer muy señaladamente la interlocución a Unidas Podemos" con quien "estamos en condiciones de alcanzar un acuerdo". El candidato a la investidura no entraba en materia ni siquiera para poner el acento en los puntos de acuerdo sino en las diferencias, como quien pide disculpas por un pacto contra natura.

"Procedemos de dos tradiciones distintas de la izquierda. Hasta ahora hemos hablado de nuestras diferencias y estamos comprobando que no es sencillo alcanzar un punto de acuerdo, pero nada que merezca la pena es fácil y lo que tenemos por delante merece mucho la pena". No hubo más. Ni una sola referencia más al "socio preferente" con quien supuestamente negocia el "primer gobierno de coalición de la historia de la democracia", en palabras del propio Sánchez la semana pasada.

Reunión 'in extremis' infructuosa

Una supuesta negociación que se paralizó el mismo día de esa primera investidura en que se suspendieron todos los contactos. No hubo reuniones a primera hora de la mañana a pesar de que el pleno dejaba un holgado margen al empezar a las 12:00 horas. Y no fue hasta unos minutos antes en que se convocó in extremis una nueva cita entre los negociadores Carmen Calvo y Pablo Echenique, que acabó "sin acuerdo".

De hecho, fuentes de la dirección de Podemos filtraban en ese momento su frustración y enfado por el "bloqueo total" y "encallamiento" de un PSOE que "en 48 horas, salvo el buen tono, no ha dado ningún paso; sólo nos han ofrecido responsabilidades simbólicas: no paramos de encontrarnos más excusas por parte del PSOE". Unas reticencias que se multiplicaron aún más por la tarde con las peticiones de abstención de Sánchez a "las derechas" de PP y Ciudadanos para asumir "el contundente mandato del 28 de abril".

Apelando al conjunto de la cámara pero concretamente a la bancada de la derecha, les instó: "Les pido que facilitemos entre todos la formación del Gobierno de España. No estamos eligiendo entre izquierda y derecha, entre progresistas y conservadores porque eso ya lo hicieron los españoles el 28 de abril. Estoy proponiendo simple y llanamente que España tenga Gobierno y que tenga oposición, que no quede bloqueada". Y lanzó un guante para "un pacto de estado para que abordemos la reforma del artículo 99 de la Constitución para que nunca más vuelva a ocurrir el bloqueo en nuestro país".

Iglesias y sus reticencias

Algo a lo que se refirió al principio de su intervención el líder de Podemos. Primero calificó la petición de reforma constitucional de "triquiñuela" que "no se si es sensata" porque "si los ciudadanos quisieran que gobernara sólo, le habrían dado mayoría absoluta, parece poco serio". Y segundo, porque la petición de abstención a PP y Cs "revela que no querría pactar un gobierno de coalición con nosotros, que si usted está negociando un acuerdo integral de gobierno con nosotros es porque no le queda más remedio".

"Disimule un poco porque, como estrategia de negociación, no parece ni lo más sensato ni lo más recomendable", advertía Iglesias con rictus serio, sin agotar los tiempos y con cierto halo de desencanto y enfado. El líder morado le deslizó que "hay gente que podría pensar: lo que usted desea es ser presidente a toda costa". Y le exigió "una mínima coherencia en los programas y las alianzas es necesaria. Porque si usted insiste en pedir la abstención de las derechas pensaran que no tiene intención en aplicar un programa de izquierdas para lo cual ustedes tendrán que pactar con formaciones políticas de izquierdas". En su primera intervención, Iglesias denunció "el veto inédito a mi persona" y opinó que "creo que no exagero si digo que les sorprendió mi respuesta" dando marcha atrás el pasado viernes. Y añadió además: "Se lo voy a explicar sin florituras, sin matices… Respeten ustedes a nuestros tres millones de votantes y no nos pidan ser un mero decorado, porque no lo podremos aceptar".

En una clara sustitución de la negociación en privado por la escenificación en público, Iglesias insistió en la necesidad de un "gobierno de coalición". "No pedimos nada que no nos corresponda. Necesitamos competencias acordes con nuestro peso electoral. Sólo les pedimos respeto y reciprocidad. Creo que los ciudadanos no entenderían que ustedes provocaran un adelanto electoral aunque las encuestas que ustedes citan desde esta tribuna tantas veces les dieran un resultado estupendo. Creo que los españoles no entenderían que un exceso de autoconfianza y un exceso de arrogancia hiciera perder la oportunidad histórica de que este país tuviera un gobierno de coalición de izquierdas".

Marcha atrás

Unas afirmaciones ante las que tuvo que responder el candidato Sánchez en su turno de réplica. Tras resaltar las múltiples diferencias programáticas e ideológicas en la cuestión catalana, que obvió durante sus dos horas de discurso matinal, deslizó un marcha atrás no baladí con el que reveló sus verdaderas intenciones.

"Queremos gobernar con ustedes y con esa mano tendida también les digo una cosa: si finalmente no llegamos a acuerdo para conformar Gobierno de coalición, hay otras muchas opciones que se pueden abrir. Se puede abrir un acuerdo de investidura acordando contenidos que puedan explicar a sus votantes el que se puede facilitar la investidura de un presidente socialista y evitar lo que ocurrió en 2016, o también se pueden abrir otros escenarios de acuerdos de legislatura sin necesidad de la incorporación de Unidas Podemos", aseguraba Sánchez. "Insisto, la propuesta que yo les hago es un gobierno de coalición, pero lo que les digo es que, entre un gobierno de coalición como ustedes lo están planteado o que voten con la ultra derecha, hay muchas opciones que se pueden abrir estos días".

Lentejas y amenazas. La tensión se fue incrementando por momentos y llegó a su cénit en la dúplica en la que Iglesias rechazó las "lentejas". "Un gobierno de coalición se negocia en proporción al peso que tiene cada uno. No es un gobierno de lentejas: ésta es mi oferta, la aceptas y si no, eres como los de Vox. Eso no es serio ni respetuoso con el aliado político ni con los ciudadanos".

Amenaza con respuesta

La advertencia se tornó en amenaza en la intervención final de Sánchez: "Si no llegamos a ese acuerdo, piénsese mucho en no votar con la ultraderecha", dijo recibiendo el reproche de la bancada morada. "Espero que la oferta que les hemos hecho la acepten para no tener que vernos abocados a lo que no queremos: elecciones".

Pero la advertencia de Sánchez no frenó a Iglesias que, visiblemente enfadado, se levantó en su escaño para avisar al líder del PSOE que si se mantiene en su "cerrazón" de no hacer un Gobierno de coalición con Unidos Podemos "proporcional a los votos obtenidos, usted no será presidente nunca".

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