La confirmación de que la mujer sueca hallada muerta debajo de un camión en el barrio de Can Tunis de Barcelona fue asesinada y tres peleas a navajazos en diferentes puntos de la ciudad en las últimas horas han vuelto a disparar las alarmas sobre la inseguridad en Barcelona. Las reyertas a plena luz del día son ya una escena habitual en la capital catalana mientras se dispara el número de homicidios, siete en los últimos cuarenta días, se multiplican los narcopisos y crece la sensación de inseguridad.
El equipo de gobierno municipal sigue sin reaccionar. Colau está de vacaciones y la alcaldesa accidental, Janet Sanz, declaraba el pasado 8 de agosto en "El Periódico" que la inseguridad no es el problema de Barcelona, sino la "emergencia climática". En los últimos años se ha reducido el número de efectivos de la Guardia Urbana. El Ayuntamiento carga las culpas sobre la Generalidad, que también ha reducido el número de Mossos d'Esquadra dedicados a patrullar por las calles de la capital de Cataluña.
En los últimos días, un grupo de agentes autonómicos vigila el barrio de la Mina, pero eso no ha impedido que en una reyerta entre traficantes y consumidores resultara muerto un drogadicto de nacionalidad georgiana. Y en las últimas horas se han registrado al menos tres peleas con arma blanca saldadas con tres heridos, dos en barrio del Raval y otro en el distrito de Sant Martí.
Los turistas también son víctimas de la escalada criminal. Una mujer paquistaní sufrió el lunes el robo de noventa mil euros en dinero y joyas en un hotel del centro de Barcelona en un caso similar al que padecieron varios miembros de la familia real de Qatar el pasado julio. Los robos de relojes de lujo son ya una especialidad en Barcelona mientras que patrullas ciudadanas tratan de evitar que los carteristas campen a sus anchas en el Metro.