Carles Puigdemont no está dispuesto a permitir que Artur Mas le robe ni un ápice de protagonismo ni mucho menos tolerar que el expresidente condenado a sólo dos años de inhabilitación por el referéndum ilegal del 9-N de 2014 encabece la próxima candidatura posconvergente a la presidencia de la Generalidad. Puigdemont se reserva ese lugar para sí, toda vez que es la única manera de no pasar al olvido en Waterloo.
Puigdemont mantiene un control férreo de las finanzas de Junts per Catalunya (JxCat), el grupo que preside en el Parlament, de las aportaciones privadas a la Crida per la República y el Consell per la República, plataformas que hasta el momento sólo han tenido la función de recaudar dinero entre los ciudadanos independentistas. Está obsesionado, según fuentes de su entorno, con la financiación de su aventura, el coste de su defensa tanto en España como ante las instancias internacionales y el mantenimiento de su estatus presidencial en Bélgica con los importantes gastos de representación que ello conlleva.
En ese contexto, ha recordado a Artur Mas que más de cinco millones de euros del movimiento independentistas se han destinado a fianzas para hacer frente a los costes judiciales del 9-N, lo que ha permitido al antedicho Mas mantener su tren de vida con vacaciones en Menorca en verano y escapadas a esquiar a Suiza. También le ha echado en cara que haya pasado el platillo a pesar de su desahogada posición económica y los cien mil euros anuales que cobra como expresidente de la Generalidad, despacho, escoltas, secretarias y chóferes al margen.
En las últimas semanas, Mas ha propiciado que en el seno de Junts per Catalunya, la Crida y el PDeCAT se especule con su retorno a la primera línea, un debate que se ha trasladado también a los medios de comunicación afines, toda vez que el próximo 23 de febrero se cumple el plazo de inhabilitación. Puigdemont ha dado órdenes para zanjar la cuestión. Mas no liderará la próxima lista autonómica, según advierte a todos sus interlocutores el enlace de Puigdemont con el movimiento separatista, Josep Maria Matamala, el senador que anticipó el dinero de la fuga y de la fianza de la mansión de Waterloo y única personal de la que se fía el fugitivo.