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Dolores Delgado, ¿una fiscal general de transición?

¿Por qué la ha designado Pedro Sánchez después de que su imagen haya quedado tan dañada al frente del Ministerio de Justicia?

¿Por qué la ha designado Pedro Sánchez después de que su imagen haya quedado tan dañada al frente del Ministerio de Justicia?
Dolores Delgado | EFE

La propuesta para nombrar a la hasta ahora ministra de Justicia en funciones, Dolores Delgado, como nueva fiscal general del Estado ha desatado la indignación en el mundo judicial y también las suspicacias. ¿Por qué la ha designado Pedro Sánchez después de que su imagen haya quedado tan dañada al frente del Ministerio de Justicia?

Delgado trabajó como fiscal en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (1989-1993) y luego permaneció 11 años en la Fiscalía Especial Antidroga de la Audiencia Nacional. Posteriormente, se convertiría en la coordinadora contra el terrorismo yihadista en este mismo órgano. Algunos de sus compañeros y excompañeros la definen en lo personal como "simpática, cariñosa y muy efusiva".

Sin embargo, en lo profesional aseguran de ella que "no es de fiar" y que le gusta mucha "enredar a las espaldas". Precisamente, una de las últimas polémicas como fiscal coordinadora antiyihadista en la Audiencia Nacional provocó que se quedara fuera de la investigación de los atentados de Cataluña de agosto de 2017.

Desde su época en la Audiencia ha contado con un padrino de excepción, el exjuez Baltasar Garzón, inhabilitado por el Tribunal Supremo por las escuchas ilegales del caso Gürtel. Los que la conocen aseguran que Delgado siente una admiración desmedida por él, "como si estuviera embrujada". También, que apenas da un paso o toma una decisión sin llamarle, ni consultarle. En su época en la Audiencia Nacional formaba una pandilla con el citado Garzón y los jueces Santiago Pedraz, Fernando Andreu o Javier Gómez Bermúdez.

Precisamente una comida con Garzón y con varios mandos policiales mantenida en el año 2009 a la que asistió el comisario José Villarejo se ha convertido en su mayor pesadilla mientras desempeñaba su cargo como ministra de Justicia desde junio de 2018. "El caso Villarejo es un fantasma que le persigue y le seguirá persiguiendo", afirman.

En las grabaciones de esa comida, Delgado llamó "maricón" a su hasta ahora compañero de Gobierno, Fernando Grande-Marlaska. Además, mientras Villarejo reconocía en dichas grabaciones haber creado una "agencia de modelos" para sonsacar "información vaginal" a políticos, "gente importante" e integrantes de consejos de administración. Delgado respondía: "Éxito garantizado".

Su labor como ministra ha estado marcada por la ideologización de la Justicia, convirtiéndose en abanderada de la llamada "memoria histórica", que alcanzó su cenit con la exhumación de Francisco Franco. También ha enarbolado la bandera de la "lucha de género judicial". Sin embargo, como se lamentaban muchas asociaciones de jueces y fiscales su labor no ha contribuido a mejorar la Justicia en España. En este tiempo, ha conseguido unir a jueces y fiscales en su contra.

Delgado fue reprobada en dos ocasiones por el Congreso de los Diputados y una tercera por el Senado, es decir, tres veces en apenas año y medio de mandato. Las razones fueron los citados audios de Villarejo; el intento de abandonar a su suerte al magistrado instructor del 1-O, Pablo Llarena, tras ser demandado por los golpistas fugados; y por último, su intervención para que la Abogacía del Estado acusara en la causa del golpe por sedición y no por rebelión, tras la purga del abogado del Estado, Edmundo Bal.

Tras repasar su polémica actuación como ministra en apenas año y medio, ¿cómo puede ser nombrada ahora fiscal general? Algunas fuentes fiscales dan una contestación que no es nada tranquilizadora. "Su imagen ya está quemada y Sánchez la utilizará para que firme como fiscal general todas las barbaridades que piden los golpistas. Después, será relevada del cargo, y le ofrecerán otro puesto con un buen sueldo".

Es decir, Delgado será una fiscal general de transición. El objetivo que le ha marcado Sánchez es evitar la "deriva judicial" o la también llamada "desjudicialización del conflicto catalán". En otras palabras, la rendición de la Fiscalía frente al golpismo, volviéndose a ensuciar las togas "con el polvo del camino".

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