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La traición de Pedro Sánchez al 'sherpa' Albares por atreverse a aspirar al ministerio

El asesor internacional será el embajador en París, premio de consolación tras una retirada "forzada y traumática" del círculo de Sánchez.

El asesor internacional será el embajador en París, premio de consolación tras una retirada "forzada y traumática" del círculo de Sánchez.
Albares y Sánchez en su primer viaje internacional | Moncloa

Es el hombre que aparece junto a Pedro Sánchez en la famosa imagen en la que el presidente se enfunda en sus gafas y en su Falcon. Su imagen se hizo viral y lo retrató como lo que ya era: el hombre que preparaba y garantizaba el éxito de los incontables viajes internacionales del presidente. Lo que se conoce en la jerga diplomática como un sherpa y que en términos nominativos tiene el cargo de secretario general de Asuntos Internacionales del presidente.

De carrera diplomática, Albares es el artífice de la organización y los éxitos internacionales del presidente, como la renovación de los cargos europeos que encumbró a Josep Borrell como jefe de la diplomacia de la UE o la celebración de la cumbre climática COP25 en tiempo récord tras la renuncia de Chile. Su estrecha relación y confianza con el presidente se remonta a antes de la segunda victoria en las primarias del PSOE. Estuvo con él cuando no había más que una decena de fieles a su alrededor y ahora desliza que "a la ministra de Exteriores ni siquiera la conozco".

Albares ya tocaba con los dedos el Ministerio, estaba en todas las quinielas y en boca de todos los periodistas. Según fuentes socialistas, había recibido el compromiso de Sánchez de que "hablarían de nombramientos después de las elecciones" y "estaba convencido de que sería el ministro". Pero esa conversación nunca se produjo. Pese a trabajar en el complejo de la Moncloa en el área de internacional, nadie le informó previamente del nombramiento de Arancha González Laya como titular de la cartera de Exteriores y, ante esa "humillación" no quiso siquiera asistir a su toma de posesión.

"Lo nunca visto", cuentan a Libertad Digital trabajadores del Ministerio. Una "ausencia llamativa" muy comentada y que pone en boca de todos "el cabreo de Albares que no se molesta en disimular". Según fuentes socialistas, Albares se encuentra ya en la segunda fase de su duelo particular: de la negación y el enfado ha pasado al abatimiento y la tristeza: "Está despechado y muy dolido" no sólo con Pedro Sánchez sino con su equipo de lugartenientes, Iván Redondo a la cabeza, que "se lo querían quitar de encima" porque "acaparaba en exceso" la atención del presidente desbancando a otros perfiles como el asesor económico de Moncloa, Manuel de la Rocha.

Su error ha sido hacerle sombra (a ellos) y al propio Pedro Sánchez con un relato propio: el trabajador de familia humilde que se construye a sí mismo y logra ser un diplomático de prestigio y mano derecha del presidente en el terreno internacional. "Albares ha sobrepasado con creces su puesto en Moncloa" evidenciando "el nivel de (in)competencia" de Sánchez que ha visto en él "un riesgo excesivo".

Así las cosas, Albares ha optado en último término por el pragmatismo. Consumada la "deslealtad", su batalla se centró en conseguir el codiciado puesto de embajador de París, ciudad en la que reside su familia, su mujer y sus cuatro hijos. Está casado con un "peso pesado" del Departamento de la Justicia francesa: su mujer es Heléne Davó, quien fuera directora adjunta del gabinete de la ministra de Justicia francesa, Nicole Belloubet, y ahora es una de las principales asesoras jurídicas del presidente Emmanuel Macron.

Un puesto que confirmó el Gobierno este jueves después de que Albares reuniese a su equipo en Moncloa para anunciarle su marcha. "Su nombramiento supone un importante reconocimiento a su labor desarrollada en Moncloa y una muestra de confianza del presidente del Gobierno", rezaba el comunicado oficial del Ejecutivo. Pero nada más lejos de la realidad. El de Albares es un premio de consolación que obligará a Sánchez a nombrarle un sustituto al frente de la Secretaría General del área de Internacional, que se encargaba de preparar la nutrida agenda internacional del presidente y que pasa a manos del director del Gabinete de Pedro Sánchez, Iván Redondo, a quienes muchos atribuyen su voluntad de forzar una "retirada forzada y traumática" para Albares.

El actual vicepresidente adjunto Redondo fue precisamente quien protagonizó la primera de las múltiples traiciones de Pedro Sánchez a sus fieles. Quien estaba llamado a ser su jefe de gabinete fue Juanma Serrano, quien preparó sus dos carreras a las primarias del PSOE, ocupó ese puesto en el gabinete en las dos etapas de Pedro Sánchez en la Secretaría General del PSOE hasta el triunfo de la moción contra el Gobierno. Entonces Sánchez le comunicó que no sería el elegido y su monumental enfado trascendió hasta en la más irrelevante federación socialista. Dicen que llegó a decir: "O jefe de gabinete, o nada". Después cambió de opinión y hoy es el presidente de Correos.

Capítulos elocuentes que retratan la personalidad de quien les nombra. Un Pedro Sánchez a quienes sus cercanos definen como un ser "frío e impasible" y sus damnificados como "un desleal con sus más fieles; imagínate con los que no lo son". Porque en lo que todos coinciden es en destacar que el pecado capital de José Manuel Albares ha sido hacer bien su trabajo y atreverse a aspirar al ascenso.

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