El presidente de la Generalidad, Quim Torra, se siente ninguneado y puenteado por Pere Aragonès, vicepresidente autonómico y segundo de Oriol Junqueras en ERC. El acuerdo entre el partido republicano y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para una nueva prórroga del estado de alarma ha soliviantado a Torra, que se queja de las dificultades que tiene para acceder a Sánchez mientras que los dirigentes de ERC tienen línea abierta con el Gobierno.
La primera reacción de Torra fue aclarar que el acuerdo no vincula al "Govern" y después llamar a Aragonès para trasladarle su incredulidad ante un pacto que en su opinión "contribuye a alargar la situación que impide a Cataluña recuperar sus competencias". Torra no se mostró en absoluto receptivo a las explicaciones de Aragonès. Ni la gestión directa de los fondos europeos, ni la promesa de que esta será la última prórroga aplacaron a Torra. Tampoco que la Generalidad recupere competencias de manera gradual en los territorios que pasen a la tercera fase.
El presidente de la Generalidad se niega a distinguir entre Generalidad y partidos y considera que Aragonès le ha traicionado al llegar a un acuerdo por la tarde cuando él mismo por la mañana había exigido el retorno inmediato de las competencias autonómicas y censurado la "falta de diálogo" del Gobierno durante la epidemia de coronavirus.
En paralelo, Torra espera que se concrete una cita con Sánchez para abordar la marcha de Nissan. En el Gobierno pretextan que las reuniones sobre ese asunto se deben llevar a cabo entre consejeros autonómicos y ministros para que resulten más operativas.
Este último desencuentro ahonda la brecha en el gobierno catalán, roto desde que a finales del pasado enero Torra anunciara que pretendía convocar elecciones por la falta de confianza respecto a sus socios. El coronavirus ha trastocado los planes de Torra y Junts per Catalunya (JxCat), que ahora se plantean agotar la legislatura aunque el Supremo confirme la inhabilitación del presidente autonómico.