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La Generalidad y el coronavirus: del negacionismo y el "es como una gripe" al "España nos mata"

Madrid y el País Vasco cerraban los centros de enseñanza mientras la consejera de Salud catalana y sus asesores negaban las evidencias de la pandemia.

Madrid y el País Vasco cerraban los centros de enseñanza mientras la consejera de Salud catalana y sus asesores negaban las evidencias de la pandemia.
Toman la temperatura a Quim Torra antes de entrar en el Parlamento de Cataluña. | EFE

La Generalidad de Cataluña y sus científicos y expertos se equivocaron tanto como el Gobierno y reaccionaron igual de tarde y mal. La secuencia de declaraciones de políticos y epidemiólogos catalanes revela los mismos apriorismos letales y el uso de los mismos criterios y falsedades a la hora de abordar el comienzo de la pandemia.

Tal día como hoy, las comunidades de Madrid y el País Vasco decidían el cierre de todos los centros de enseñanza de todas las edades en un tímido intento por atajar una epidemia que llevaba semanas corriendo desbocada por España mientras Salvador Illa, entonces ministro de Sanidad, y Fernando Simón, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad y funesto portavoz gubernativo, se empecinaban en negar la gravedad del coronavirus y su potencial letal.

En Cataluña, el entonces secretario de Salud Pública de la administración autonómica, Joan Guix, la consejera del ramo, la republicana Alba Vergés, y el prestigioso epidemiólogo Oriol Mitjà, incurrían en los mismos errores de bulto durante las semanas, días e incluso horas previas al confinamiento general.

Así, el 1 de febrero y al hilo del primer caso detectado en España, el de un turista alemán de vacaciones en Canarias, el doctor Guix afirmaba que "difícilmente, dada nuestra situación y nuestro sistema sanitario, esto se puede convertir en un problema de salud pública".

La gripe de cada año

Idéntica capacidad predictiva demostraba el doctor Mitjà el 11 de febrero: "El coronavirus causa alarma porque es nuevo, no porque sea grave; es muy leve y no hay riesgo para toda la población. Las decisiones deben tomarse en función del riesgo, no del miedo. La tasa de letalidad fuera de China es del 0,2%. Es muy parecida a la gripe epidémica que sufrimos todos los inviernos".

La consejera Vergés, por su parte, aportaba estas declaraciones el 14 de febrero: "En ningún caso estamos en ninguna alarma sanitaria y menos aquí. No tenemos riesgo".

En aquellos momentos, Mitjà era celebrado por los medios públicos catalanes como una celebridad y es que a su condición de científico se sumaba un declarado separatismo que TV3 exhibía como un rasgo de la superioridad intelectual de los independentistas. Seducido y obnubilado por las cámaras, Mitjà se dejaba ir en una entrevista el 15 de febrero con estas declaraciones: "Hay opiniones para todos los gustos. Hay profesores muy reputados que dicen que sí, que es muy transmisible y que es muy probable que no se pueda contener. Yo todavía tengo la esperanza de que se pueda contener por bastantes motivos, pero sobre todo porque China lo está haciendo muy bien. Hay que pensar que ha construido un muro de contención alrededor de la ciudad de Wuhan, nadie puede salir a las calles y ahora han comenzado a disminuir un poco los casos. Lo que se tendrá que ver es en las dos próximas semanas qué tal lo hacen las grandes ciudades de Pekín y Shanghai. Si en Pekín y Shanghai no hay epidemia es muy posible que nosotros tengamos una oportunidad de evitar que también haya una epidemia".

Ciertamente China había erigido un muro en torno a Wuham. No permitía que los habitantes de la ciudad se desplazaran por su país. En cambio, en los vuelos internacionales no había restricciones.

El 24 de febrero era el doctor Guix quien llamaba a la calma a pesar de que en Italia comenzaba a cundir la alarma: "Nosotros hemos dicho que tenemos muchas posibilidades o probabilidades, como queráis llamarlo, de que identifiquemos dos, tres o cuatro casos. Ahora mismo, para nosotros es difícil pensar que podamos tener una situación como Italia. La gripe es nuestro problema en este momento".

El mismo día Mitjà comenzaba a corregir su optimista discurso previo: "Es un virus que tiene una letalidad baja, que es como un resfriado, que sólo en algunas personas se complica, que sí que es muy transmisible y que es posible que llegue a nuestro país tarde o temprano".

Las mascarillas que no servían para nada

A todas estas, ya no quedaban mascarillas en las farmacias. El 25 de febrero se hacía oficial un supuesto primer caso en Cataluña y la consejera declaraba: "En ningún caso estamos en una situación como la de Italia. Yo creo que esto hay que remarcarlo. Las personas que han estado en Italia, ningún problema". Y en cuanto a las mascarillas dejaba para la hemeroteca una sentencia lapidaria: "Ni son requeridas, ni son recomendables, ni nos aportan nada de seguridad".

Y tal día como hoy de hace exactamente un año, Guix insistía: "Nos sigue preocupando más la gripe". El 10 de marzo, ya con escuelas, institutos y centros universitarios cerrados en Madrid y el País Vasco, la consejera Vergés consideraba que no había motivos para suspender las actividades multitudinarias. Se había cancelado el congreso de telefonía móvil, pero la consejera animaba a la población a viajar con estas palabras: "Si yo por Semana Santa me muevo de Igualada y voy a dar una vuelta por Villanueva y la Geltrú o por donde sea, pues no estoy comportando (sic) ningún riesgo ni nada. Aquí en Cataluña todavía no estamos en una zona de riesgo".

Faltaban dos días para que precisamente en Igualada, ciudad de la consejera, se detectara un contagio masivo en el hospital, más de cincuenta casos que obligaban a Vergés a anunciar entre sollozos el confinamiento perimetral de la localidad. Faltaban dos días para que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decretara el estado de alarma.

Una nueva arma contra España

Lo único que tuvo claro el gobierno regional es que había que convertir la pandemia en una nueva arma contra España, por lo que pasó del "España nos roba" al "España nos mata" en cuestión de horas. A tal efecto, lanzó una campaña de desinformación y propaganda cuyo objetivo era crear las bases para un nuevo embate contra el Estado una vez superada la emergencia sanitaria. Con el enemigo de siempre, la Generalidad cubría sus carencias, el desastre de las residencias de ancianos y la imprevisión.

Un informe del Instituto de Seguridad y Cultura elaborado por el investigador Nicolás de Pedro alertaba sobre las noticias falsas generadas por el independentismo: "En Cataluña se asiste a un fenómeno inédito de desobediencia institucional desde dentro y desde fuera del mismo Estado democrático al que se pertenece y se combate. El procés ha tenido mucho de simulación, impostura y ambigüedad, pero si algo ha quedado constatado en el último lustro es que las noticias falsas generan efectos reales".

En medio del confinamiento, la portavoz del gobierno regional, Meritxell Budó, no tendría ningún empacho en decir que con una república independiente hubiera habido menos muertos en Cataluña. Eran unas declaraciones en la estela del entonces presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell, y ahora diputado de Junts per Catalunya, quien había asegurado también sin sonrojo alguno que "España es paro y muerte; Cataluña es vida y futuro".

El último acto de masas

De lo que no quería hablar Budó era del último acto de masas del separatismo, la concentración en Perpiñán del 29 de febrero para agasajar al prófugo Puigdemont, evento sobre el que existen fundadas sospechas en relación a su influencia en la propagación del virus. La organización "CatCovid Transparencia" sostiene que la manifestación, apoyada por el Gobierno catalán y las autoridades locales francesas, fue el gran detonante del coronavirus en el principado, ya que según sus datos Cataluña saltó entre el 17 y el 27 de marzo de 41 a 1.070 fallecidos. "Una explosión sincronizada en toda Cataluña debida al contagio masivo del 29-F", aseguraba esta organización.

Pero a la Generalidad le gustaban más otros informes, como uno de la Universidad de Baleares que sostenía que el coronavirus se expandió en España por los desplazamientos con origen o destino en Madrid, tesis que encajaba a la perfección con el "España nos mata" y "la culpa es de Madrid".

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