Menú

Puigdemont recupera la placa de la "Casa de la República" tras el acoso en redes al autor del hurto

El prófugo denunció el caso a la policía belga y al presidente del Parlamento Europeo y calificó la gamberrada de "violencia e intimidación".

El prófugo denunció el caso a la policía belga y al presidente del Parlamento Europeo y calificó la gamberrada de "violencia e intimidación".
Puigdemont en Waterloo | EFE

Inesperado giro en el caso del hurto de la placa con la leyenda "Casa de la República" que lucía en la fachada principal de la mansión de Puigdemont en Waterloo. El autor ha devuelto la placa al prófugo tras enviarle una carta en la que le pedía disculpas y solicitaba su perdón. La imagen del joven, captada por una de las cámaras que vigilan el perímetro de la casa del fugado, había sido difundida en redes por Puigdemont, quien se tomó el incidente como si se tratara de un caso de violencia extrema e intimidación.

Unas seis personas, una de ellas con una bandera española, se fotografiaron a las puertas de la residencia en Bélgica del expresidente de la Generalidad tras lo que uno de los jóvenes entró en el recinto y despegó la placa de la entrada. Al día siguiente, Puigdemont decidió montar un pollo descomunal, denunciar el caso a la policía belga y pedir amparo al presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli.

Según el líder separatista aquello había sido terrible, una situación dramática e insoportable, 45 minutos, se llegó a decir, de acoso en torno a la mansión. El Consell per la República, con sede en la casa de Puigdemont, aprovechó el asunto para recordar las imágenes de Inés Arrimadas delante de la mansión para denunciar la vidorra del fugado, las de un ciudadano que agitó una bandera de España delante de Puigdemont en un aeropuerto o las del grupo de ciudadanos que cantaban la sevillana "Puigdemont, te van a meter en prisión". "Nos quieren sometidos, se creen superiores, la catalanofobia y el fascismo campan impunes" decía el mensaje en redes del citado Consell.

Sin embargo, todo ese tremendo ataque contra Puigdemont, ese intento de amedrentar al dirigente separatista, esa especie de razia españolista en Waterloo no fue más que una gamberrada que le estaba saliendo muy cara a su protagonista. Según la carta escrita en catalán y enviada por el joven, "mi imagen, mi nombre y el de mi familia están en todas las redes, y le puedo garantizar que aunque todo responda a una estupidez por parte mía, el sufrimiento para mí y para los míos ha sido notable. Esta exposición me ha permitido entender lo que significa estar expuesto en las redes y ser objeto de todo tipo de ataques como los que sufren precisamente personas como usted".

En la misiva se muestra también como un admirador de Puigdemont: "Le aseguro que quiero mucho el lugar donde he nacido y valoro el trabajo de las personas que han sido elegidas por la gente, tanto en su mandato como presidente de la Generalidad como a escala europea en su calidad de diputado en el Parlamento Europeo".

El joven, que dice tener 25 años y ser natural de Barcelona, aprovecha la ocasión para explicar que en ninguna comisaría le quisieron tomar declaración porque los hechos habían sucedido en Bélgica y que tampoco le dejaron devolver la placa, razón que le condujo a dar la cara ante Puigdemont y pedirle una visita para devolver el objeto y expresarle en persona su arrepentimiento. "Consciente de mi responsabilidad, President (sic), considerando la importancia de los hechos y la gran repercusión en las redes sociales, le quisiera pedir tener la oportunidad de pedirle disculpas en persona, devolverle la placa y también que difunda que le he presentado mis sinceras disculpas y, si lo estima oportuno, publique esta carta".

Pedido y hecho, Puigdemont ha recibido en su mansión al feroz españolista que en realidad es un admirador y ha publicado un tuit con la carta, una foto en la que se ve al muchacho de espaldas entregándole la placa y el siguiente mensaje: El chico que se llevó la placa de la Casa de la República me hizo llegar, pocas horas después del error, una carta de arrepentimiento y disculpa. Hoy ha sido valiente y ha venido a devolverme la placa. Le agradezco mucho el gesto, que le honra. Doy el incidente por cerrado y resuelto".

Fin a la alarma antifascista españolista en Waterloo. Así acaba otra de las singulares aventuras del fugitivo Puigdemont.

Temas

En España

    0
    comentarios