El expresidente de la Generalidad Carles Puigdemont pondera la posibilidad de solicitar la nacionalidad belga. Según fuentes de su entorno, ha descartado prácticamente la idea de regresar a España y medita establecer definitivamente su residencia en Waterloo. Esos planes incluirían el traslado de su esposa y de sus hijas y la petición de la nacionalidad belga a fin de eludir en la medida de lo posible la acción de la justicia española.
Según informa El Periódico de Catalunya, Puigdemont cree que aunque se rebaje el delito de sedición, también debería responder por un cargo de malversación que podría suponer una larga estancia en la cárcel. Considera, además, que el Estado no renunciará a ensañarse contra él ya sea por la vía penal o por la económica y pone como ejemplo la resolución del Tribunal de Cuentas, que le exige algo más de dos millones de euros por la internacionalización del proceso.
Puigdemont considera que la inmunidad como diputado europeo que le ha restablecido provisionalmente la cámara de Estrasburgo debería ser suficiente para moverse libremente por toda Europa, incluida España, pero los mensajes que se emiten al respecto inciden en que debería responder ante los tribunales nacionales. Entiende el prófugo que el indulto recibido por sus subordinados del golpe de Estado no sería de aplicación en su caso.
Con todos esos elementos en la mano, el análisis de Puigdemont se estaría decantado por consolidar su vida en Waterloo como un ciudadano belga, lo que entiende que aumentaría su blindaje frente a las eventuales iniciativas judiciales españolas y le permitiría llevar a cabo con más eficacia su tarea de propaganda separatista.