El debate de política general en el Parlament es la excusa de Pere Aragonès para un nuevo plante al rey Felipe VI, que el próximo jueves presidirá la inauguración del Salón del Automóvil de Barcelona. El monarca acudirá de nuevo a la capital catalana acompañado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. A pesar de las excelentes relaciones entre Sánchez y Aragonès y la plena sintonía aún en medio de la tormenta política generada por el fugaz arresto en Italia del prófugo Puigdemont, Aragonès teme que una nueva instantánea con el Rey redoble las críticas del sector más ultra del separatismo.
La celebración del debate de política general es una excusa, toda vez que la visita del Rey coincidirá con el turno de votaciones y el independentismo goza de una mayoría absoluta que permitiría al presidente autonómico acudir a la inauguración si así lo estimara conveniente.
Otro elemento disuasorio para Aragonès es que la inauguración del Salón de Automóvil se celebrará la víspera del cuarto aniversario del referéndum ilegal del 1-O, una efeméride en la que el separatismo quiere volver a la calle. De hecho, puede que las protestas se adelanten un día por la presencia del Rey, aunque en sus últimas visitas a Cataluña, los pasados meses de junio y julio, las manifestaciones contrarias a su presencia fueron irrelevantes. En esta ocasión, las organizaciones separatistas confían en que el cuarto aniversario del 1-O y la reciente detención de Puigdemont animen un tanto la presencia de manifestantes.
Aragonès defiende a capa y espada la continuidad del diálogo con el Gobierno a pesar de las fuertes presiones de Junts per Catalunya (JxCat) en contra de las contemporizaciones con el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Sin embargo, la normalidad institucional que preconizan el presidente regional y Sánchez no afecta a las relaciones con la Corona, que recibe toda clase de desplantes en Cataluña.