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Lucía Méndez llama "majaderos" a los que ensalzan el valor de los diputados de UPN

Cuando pensábamos que el pescado de la reforma laboral estaba vendido, dos diputados cambian de opinión y la ley sale con un voto erróneo del PP.

Cuando pensábamos que el pescado de la reforma laboral estaba vendido, dos diputados cambian de opinión y la ley sale con un voto erróneo del PP.
El PSOE celebra la aprobación de la reforma laboral. | EFE

El Mundo

"Un error que el PP niega salva a un Sánchez enfrentado a sus socios". Ver para creer. Dos de los tres diputados de UPN, a partir de ahora Unidas Podemos Navarra, en palabras de Javier Somalo, se plantaron ante su partido y dijeron que no iban a apoyar a Sánchez. Y entonces, ¡tatachán!, a Sánchez le tocó la lotería de que uno del PP votara a favor de forma telemática y dice que es un error. Un carajal de cuidado para una reforma tan, tan, tan consensuada.

Dice el editorial que tras meses de idas y venidas, la votación "concluyó en medio del esperpento, bajo acusaciones de pucherazo y con dudas razonables respecto de la actuación de la presidenta Batet que deben ser elucidadas".

"El sorpresivo voto en contra de Sergio Sayas y Carlos García Adanero, los diputados de UPN que decidieron obrar en conciencia y desoír la disciplina de partido, honra la coherencia de su labor de oposición y reivindica el parlamentarismo ejercido en libertad, tan ajeno al servilismo partitocrático de nuestra cultura política. Pero si esperaban con ello tumbar la reforma, el error en el voto telemático cometido por un diputado del PP vino a otorgar la mayoría al Gobierno por un solo voto". Qué casualidad, oiga.

"El espectáculo no deja en buen lugar a nadie. Más bien simboliza la degradación institucional que padece el país. El Gobierno delata su precariedad e impotencia. La oposición, su ineptitud. Y aunque la ruptura del bloque de investidura que Rubalcaba bautizó como mayoría Frankenstein no apunta a ser definitiva, de momento se cobra una víctima: el liderazgo incipiente de Yolanda Díaz, cuya bisoñez sale muy señalada. Empeñó su palabra en la derogación primero y en la conservación del bloque radical de investidura después, pero debió haber previsto que el radicalismo es incompatible con Europa. Y con la economía. Ha sido víctima de su propia vanidad tanto como del fuego amigo de cuantos recelaban del generoso foco recibido".

Lucía Méndez dice que "al PP lo castigó Dios y gracias al error de un diputado que salió del anonimato para entrar en la Historia, la reforma laboral fue aprobada". Lucía le hace una enmienda a la totalidad a la línea editorial de su periódico y dice que "convertir a los dos parlamentarios" de UPN que se saltaron la disciplina de voto "en héroes de la resistencia es más que chistoso. Es una majadería". Vamos, que Rosell y Bustos son unos majaderos.

"Carece de sentido, por lo tanto, buscar justificaciones esotéricas, conspiranoicas o de logia masónica en el error de Alberto Casero. El diputado del PP se equivocó y bastante tiene el hombre con el escarnio y los memes. Nadie querría estar en su pellejo. Su nombre quedará asociado a la justicia poética de haber hecho lo que no quería su partido, pero que hasta la fecha era habitual en España: que el PP apoyara la reforma pactada por los empresarios". Sobre la actuación de Batet, ningún reproche. Ni una palabra.

El País

"El voto erróneo del PP salva la reforma laboral del Gobierno". Dice Cué, en la línea de Lucía, que "de forma sibilina, disimulando hasta el final, los dos diputados de UPN traicionaron a su propio partido y al PSOE, y estuvieron a punto de tumbar la reforma laboral". No sabemos si Cué opina lo mismo de los diputados del PSOE que se saltaron la disciplina de voto y votaron en contra de la investidura de Rajoy pese a la orden de la gestora de abstenerse. Meritxell Batet, sin ir más lejos, es una traidora a su propio partido.

A Cué lo de la conciencia se la trae al pairo si se trata de beneficiar a su gobierno. "Pero con lo que nadie contaba es que un error del PP salvaría la reforma laboral de un nuevo golpe de transfuguismo". "Todo es posible en la enloquecida política española". En eso estamos de acuerdo. "La reforma sigue en vigor. Problema resuelto. Pero el papelón de una sesión que acabó al grito de '¡Tongo, tongo!' ya no lo puede arreglar nadie". Batet va de escándalo en escándalo.

El editorial dice que los españoles "no se merecen el espectáculo que dio ayer la política en un pleno que solo puede tener como peligrosísimo efecto secundario la alimentación de la antipolítica". Tampoco hay que dramatizar, tuvo su punto cachondo y emocionante. Ya estamos acostumbrados a los espectáculos del Congreso. Concretamente desde que llegaron Podemos y Rufián.

"El mejor retrato de la degradación de las prioridades de sus señorías son las imágenes del júbilo del PP cuando un error de la presidenta Batet dio por tumbado el decreto de la reforma". El júbilo de la izquierda y la extrema izquierda cuando se descubrió que había salido adelante la reforma no es degradante. Ese está bien.

"Mención aparte merece lo ocurrido con los votos de UPN con que contaba el Gobierno tras pactar con sus dirigentes. El Ejecutivo ha pecado de exceso de confianza o ha sido engañado sin más. Los diputados navarros que rompieron la disciplina no anunciaron su intención en tribuna y votaron no por sorpresa". ¿Y cuál es el problema? Es como lo de Eurovisión, una votación es una votación y el resultado no se sabe hasta que no se cuentan los votos.

"La búsqueda desesperada de los votos de ERC ha resultado estéril y ha generado un desgaste en la ministra de Trabajo, que merma parte de los réditos políticos que obtuvo en una negociación a varias bandas". La criatura creada por la izquierda mediática ha sido una decepción.

"Pedro Sánchez no ha encontrado una nueva geometría política en el Parlamento ni una mayoría alternativa ante el desplante de sus socios habituales, y es impredecible lo que pueda suceder cuando haya que afrontar la reforma de las pensiones o la subida del salario mínimo". ¿Impredecible? Algún diputado cometerá un error y saldrán adelante.

ABC

"Un voto del PP bajo sospecha salva del naufragio la reforma laboral de Sánchez". "Batet prohibió que el diputado del PP repitiera su voto sobre la reforma laboral sin consultar con la Mesa". Batet está deslegitimada como presidenta del Congreso desde el mitin sectario contra la mitad de los españoles en un acto institucional.

"La votación de ayer fue surrealista", dice el editorial. "Más allá del estrambótico episodio del voto mutante de un diputado del PP, otra clave estuvo en dos parlamentarios de UPN, un partido asimilado al PP, a quienes su propia dirección obligó a votar a favor del Gobierno, aunque finalmente se rebelaron". Con un par.

Ignacio Camacho dice que "no hay margen para conclusiones de fondo sobre las repercusiones de este episodio tragicómico. Y menos respecto al futuro del mandato. El bloque de investidura se ha agrietado y ha desprendido algunos cascotes pero sus cimientos siguen intactos y la estructura está sujeta por el andamio del temor común a la crecida del adversario". La legislatura continúa. Lo vamos a pasar pipa.

"Con acusaciones de tongo y votación de infarto, la reforma sale adelante por el momento", dice Carlos Herrera. "Habrá que ver qué consecuencias consecutivas trae la votación de ayer, pero el maremoto lento que va a producir sacar adelante una reforma de la reforma que no es reforma puede alcanzar cotas llamativas".

José F Peláez pone a caldo a la derecha. "Que PP y Vox voten contra una reforma laboral que apuntala la del propio PP, lo hagan en contra del criterio de la patronal y además formen un nuevo Frankenstein junto a Bildu y ERC, creo que merece una reflexión profunda". No sobreactúes, Peláez, no hay ningún Frankenstein ahí, se detestan y lo sabes. "No podemos hacer como si no hubiera pasado nada. Es muy grave y se está llegando a puntos de irresponsabilidad peligrosos". "¿Están dispuestos a hacer daño a los intereses de sus votantes solo por mantener una cerrazón destructiva? ¿Se están dando cuenta de que van a lograr que el PSOE sea percibido como el moderado y ellos como unos radicales con los mismos intereses que Bildu, ERC y las CUP?". Vamos, que el PP tenía que votar a Sánchez pese a que el presidente no se ha dignado ni a llamar a Casado.

Dice otro editorial que "más allá del inédito guirigay vivido anoche en el Congreso, la contrarreforma laboral está llamada a ser útil para España en las actuales circunstancias de dificultades. El PP estuvo en su derecho de votar en contra y defender sin modificaciones la utilidad de aquella reforma de 2012. Fue una decisión política de Pablo Casado que bien pudo matizar con una abstención, pero se empecinó en no hacerlo, lo cual es un error". Error subsanado con el error de un diputado del PP, qué oportuno.

La Razón

"La reforma laboral se convalida vulnerando los derechos fundamentales". "El error en el voto telemático de un diputado popular, que no se quiso subsanar, permite la aprobación. PP y Vox anuncian recursos". Pese a ser dos periódicos cercanos al PP, ABC y La Razón tienen opiniones radicalmente distintas en este asunto. La Razón se queja de que al PP "se le pedía impúdicamente que avalara, sin negociación previa ni contrapartida alguna, la reforma de una ley de su cosecha que, además, ha demostrado con creces su eficacia a la hora de paliar las graves consecuencias económicas y sociales de la pandemia. De ahí, dicho sea de paso, que no entienda que la ministra que impulsó la ley, Fátima Báñez, se haya alineado con el Gobierno".

Marhuenda califica lo ocurrido ayer de "cacicada". "Al final, el Gobierno consiguió convalidar el real decreto ley de la reforma laboral gracias a una escandalosa cacicada que produce estupor. El voto telemático comporta riesgos y se suponía que la resolución de la Mesa estableciendo el mecanismo de control permitía impedir que se vulneraran de forma irremediable los derechos de un diputado. El problema es que un solo voto es el que ha permitido esa esperpéntica aprobación". A riesgo de ser considerada conspiranoica, el disputado voto del señor Alberto Casero es un poco raro.

Y también Marhuenda es un majadero, según Lucía Méndez. "El disparate llega al extremo de que el presidente de UPN, Javier Esparza, exigió a los dos diputados que apoyaran una iniciativa que está en contra de lo que quieren los votantes de este partido. Es bueno recordar la independencia consagrada constitucionalmente. Por ello, hay que destacar el valor de los diputados Sergio Sayas y Carlos García Adanero que no se plegaron ante la insólita y oscura orden de Esparza. Esta imagen de mercadeo parlamentario es, simplemente, deleznable". Qué escándalo, aquí se juega.

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