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La Ley Celáa, un trabalenguas 'sostenible' que ensalza al colectivo y anula al individuo

Las materias de ciencias se presentan como un batiburrillo medioambiental, progresista y colaborativo donde no hay cabida para objetivos individuales.

Las materias de ciencias se presentan como un batiburrillo medioambiental, progresista y colaborativo donde no hay cabida para objetivos individuales.
Grupo de estudiantes de Bachillerato. | Cordon Press

"El mundo no es sostenible, quién lo sostenibilizará, el sostenibilizador que lo sostenibilice, buen sostenibilizador será", a eso suenan algunos de los párrafos del nuevo decreto de Bachillerato, aprobado por el Consejo de Ministros el pasado 5 de abril. La LOMLOE, más conocida con Ley Celáa, no es más que un absurdo trabalenguas, cargado de ideología y escaso de contenido.

Más allá de que cuestionemos la ausencia de incentivos para la excelencia académica o la reducción de los los niveles de exigencia a los alumnos -como han denunciado distintas asociaciones de profesores- no hay más que echar un vistazo al texto del mencionado decreto (o al de ESO, porque no cambiaría mucho la cosa) para darnos cuenta de que nos encontramos ante una ley dirigida al adoctrinamiento de nuestros jóvenes.

Ya hemos hecho el ejercicio de contar -con mucho cariño, como corresponde con el enfoque afectivo de las matemáticas que propone la Ley Celáa- el número de veces que aparecen determinadas palabras y expresiones a lo largo de ambos decretos. Términos que inundan el texto hasta el punto de entorpecer la lectura, que se hace tediosa y desagradable. Aún así, hemos hecho el esfuerzo de terminarla para poder hablar con conocimiento de causa de todas las asignaturas.

En un capítulo anterior, analizamos el disparate de estudiar la historia de España a partir de 1812 (omitiendo todo lo anterior), desordenada y desconectada (en lugar de por orden cronológico). La LOMLOE convierte la asignatura en un sucedáneo raquítico e ideologizado de sí misma, en el que sólo importa el relato que el Gobierno quiere imponer con su "memoria democrática", su "compromiso cívico" y su "desarrollo sostenible".

Aunque parezca difícil, lo mismo hace la Ley Celáa con las asignaturas de física, química y biología. Claro está que las materias de humanidades se prestan más a la carga ideológica, pero -visto lo visto- las ciencias no están libres de ser manipuladas en favor de intereses partidistas. El uso del lenguaje es fundamental y esta norma es todo un trabalenguas. Por si no quedase claro, atención al siguiente párrafo. Hace referencia al enfoque molecular de la materia de biología:

"Le permitirá comprender la situación crítica en la que se encuentra la humanidad actualmente y la necesidad urgente de la adopción de un modelo de desarrollo sostenible. Se transmitirá la importancia de los estilos de vida sostenibles como forma de compromiso ciudadano por el bien común, relacionando la sostenibilidad con la salud humana y contribuyendo así al desarrollo de la competencia ciudadana. Se fomentará también que el alumnado de Biología participe en iniciativas locales relacionadas con los estilos de vida saludables y el desarrollo sostenible permitiéndole trabajar la competencia emprendedora y la competencia en conciencia y expresión culturales".

La biología del desarrollo sostenible

No parece que haya lugar a dudas, pero -si las hubiera- podemos recurrir al punto 5 de las competencias específicas de la asignatura de biología, donde se indica que los alumnos han de "analizar críticamente determinadas acciones relacionadas con la sostenibilidad y la salud, basándose en los fundamentos de la biología molecular, para argumentar acerca de la importancia de adoptar estilos de vida sostenibles y saludables".

Unas frases después, rematan explicando que "desde la materia de Biología de 2.º de Bachillerato, se pretende transmitir las actitudes y estilos de vida compatibles con el mantenimiento y mejora de la salud y con un modelo de desarrollo sostenible". Y esto es sólo una muestra. También insiste en proponer "medidas para el cambio positivo hacia un modo de vida más saludable y sostenible". La misma idea se repite una y otra vez.

El decreto destaca que "el valor de esta competencia específica radica en la necesidad urgente de que nuestra sociedad adopte un modelo de desarrollo sostenible, que constituye uno de los mayores y más importantes retos a los que se enfrenta la humanidad actualmente" y que "se tomarán actitudes responsables y encaminadas a la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad y al ahorro de recursos, que a su vez mejorarán la salud y el bienestar físico y mental humanos a nivel individual y colectivo".

No hace falta decir que el texto aburre a las ovejas. Es repetitivo hasta la saciedad y calca los valores de la Agenda 2030. Pero, al margen de que estemos de acuerdo o no con la necesidad de desarrollar un modelo sostenible, cabe preguntarse: ¿No hay nada más que necesiten conocer estos jóvenes pre universitarios, que serán los profesionales del futuro?

Física con perspectiva medioambiental

Si tenían la esperanza puesta en las materias de física y química (en una misma asignatura, como se da en primero, o en alguna de ellas por separado, como ocurre en segundo), ya les avanzo que el texto no es mucho más alentador. "La física está presente en los avances tecnológicos que facilitan un mejor desarrollo económico de la sociedad, que actualmente prioriza la sostenibilidad y busca soluciones a los graves problemas ambientales", recoge casi al principio de la explicación de los contenidos. Como dice el refrán, vuelta la burra al trigo.

Eso sí, introducen un nuevo objetivo: "Fomentar el trabajo en equipo y los valores sociales y cívicos para lograr personas comprometidas que utilicen la ciencia para la formación permanente a lo largo de la vida, el desarrollo medioambiental, el bien comunitario y el progreso de la sociedad". También habla de no perder "el punto de vista medioambiental y de justicia social" y de "poner en valor el papel de la física en una sociedad basada en valores éticos y sostenibles".

Si hablamos ‘física y química’ como única asignatura, más de lo mismo. Por no aburrirles con párrafos enteros, les destacaré algunas frases más allá de la manida y repetida idea del "desarrollo sostenible", que es a lo que está orientada la enseñanza de la materia, como especifica el propio texto. Me parece digna de comentar la insistencia por ensalzar lo colectivo con expresiones como "aprendizaje social", "bien común", "trabajo colaborativo", "salud comunitaria", "responsabilidad compartida" o "evaluación grupal".

Por último, la sensación que nos queda tras leer el texto referente a la asignatura de química es que sólo importa lo que tiene que ver con cuidar el medioambiente, que se menciona una y otra vez, como si de un manta se tratase. El objetivo ya se lo pueden imaginar: "construir una sociedad basada en valores éticos y sostenibles".

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