
La educadora Carmen Pazos de 45 años está divorciada y tiene 3 hijos menores. Actualmente, vive en Madrid trabajando como teleoperadora. Sin embargo, hace 5 años dirigía una de las cadenas de guarderías más conocidas de Castilla y León. Su nombre era Mis pollitos, el término cariñoso con el que llamaba a sus hijos cuando eran pequeños. Hace 5 años tenía una vida muy diferente a la actual, una vida que no recuperará.
Se cruzó en su camino una posibilidad de expandir su negocio a Madrid y a otras regiones españolas. Formó una sociedad con la esposa del expresidente madrileño, Ignacio González, y de la noche a la mañana fue imputada por un presunto blanqueo de capitales en el caso Lezo por el que fuera titular del Juzgado Central de Instrucción nº 6 de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco.
Desde entonces, Carmen Pazos se quedó atrapada en un laberinto judicial que le ha provocado daños irreparables en su vida a nivel psicológico, social y económico. Su empresa se fue a la ruina y ella quedó estigmatizada por estar imputada en esta macrocausa de corrupción, le dieron la espalda y no tenía ni para dar de comer a sus hijos. Uno de sus únicos apoyos ha sido su letrado salmantino, Enrique de Santiago, (no confundir con el comunista Enrique Santiago) que nunca la ha abandonado.
Carmen Pazos forma parte de ese grupo de víctimas del que nunca se habla. Los imputados en macrocausas judiciales que durante años interminables sufren la pena del telediario, el cruel escrutinio de los medios y a los que se les destroza la vida. Hablamos del caso Lezo del 2017, pero por desgracia esto sucede y ha sucedido en otras grandes y mediáticas causas como el caso Gürtel que estalló en el año 2009, la trama Púnica en el 2014, el caso Acuamed del 2016 o el caso Villarejo del 2017. En todas estas macrocausas, centenares de personas se ven condenadas al ostracismo y denostadas por la sociedad sin ni siquiera haber llegado a juicio, víctimas de un sistema judicial injusto y eterno.
Esta semana, Carmen Pazos veía por fin la luz. El magistrado de la Audiencia Nacional, Joaquín Gadea, archivaba finalmente su imputación en la pieza nº 5 del caso Lezo. Pazos cuenta a Libertad Digital cómo se siente después de 5 años de calvario judicial, que han destrozado su vida para siempre y su imagen pública.
Pregunta: La Audiencia Nacional ha archivado su imputación por blanqueo de capitales en una pieza del caso Lezo y dice que no aprecia indicios delictivos. ¿Cómo se siente?
Respuesta: Debería decir feliz, pero la verdad es que es una felicidad amarga. ¿Ahora quién me devuelve a mí esos 5 años? Estaría un poco más feliz si el auto contemplase algún tipo de argumentación, explicación o disculpa velada y, por supuesto, si se hubiera producido antes. Siempre he estado tranquila, no temía nada pues nada había hecho, las autoridades siempre me han dejado ver en que creían en mi inocencia por lo que no entiendo que esto tardase tanto.
P: ¿Cómo ha sido su vida en estos 5 años imputada?
R: No he tenido vida. Todos sabemos que actualmente se buscan referencias de las personas en internet casi para cualquier cosa y apareciendo como investigada de una macro causa, me han negado trabajos despedido e incluso no han querido alquilarme un piso, todo bajo la misma premisa: "Puede que seas inocente, pero no queremos líos". Ha sido muy duro, sobre todo psicológicamente, pasar el tiempo con miedo de que sepan quién eres y tener que explicar cosas que no puedes explicar.
P: ¿A qué se dedicaba antes de su imputación y ahora?
R: Yo era empresaria y me encantaba mi trabajo, soy emprendedora por naturaleza y he disfrutado mucho. Ahora soy teleoperadora y doy gracias por tener este empleo que me permite alimentar a mis hijos.
P: ¿Tuvo que cerrar su empresa?
R: La empresa cerró. Peleé con todas mis fuerzas, pero no sirvió de nada. Cuando solicité la declaración voluntaria ante el juez les rogué que me apartasen como han hecho ahora o que me dejaran como testigo, cualquier cosa que permitiera defender el negocio ante la opinión pública y no se me hizo caso.
Fui juzgada y condenada desde el minuto uno, se dijeron cosas muy duras e inciertas tanto de mí como de mi empresa y me vi en medio de un fuego político. Partidos como Ciudadanos, y sobre todo Podemos, fueron a dañar gratuitamente, fui para ellos un daño colateral y necesario para sus intereses políticos.
No obstante, el cierre de la empresa, que no lo hice yo, tiene muchos puntos oscuros que no entiendo y que me hacen pensar que fue forzado por terceras personas ajenas a mí. No quiero hablar mucho de ello ya que psicológicamente estoy machacada, pero no tengo dudas de que todo lo que me fue sucediendo fueron fichas de dominó que caían de una forma perfectamente organizada; y la primera fue empujada de forma muy oscura y turbia.
P: ¿La imputación le ha llevado a la ruina?
R: Desde luego que sí. Salamanca es una pequeña ciudad o un gran pueblo por lo que una noticia así no deja indiferente a nadie. Al producirse la imputación me convertí en una apestada a todos los efectos, por ponerse a salvo de cualquier cosa que los vinculara conmigo o con mi empresa, pese a que todo lo que he hecho en mi vida de empresaria es demostrar quién soy y conseguir avances mostrando solamente mi trabajo.
La imputación y una oscura trama posterior para la consecución de intereses de terceras personas ajenas a mi, de la que yo tengo mis propias teorías y que me reservo, me llevaron a la ruina mas absoluta, generando deudas enormes que tardaré una vida en pagar, a lo que por supuesto no me niego, aunque es cierto que considero que no es mi culpa ni mi intención y que en este punto debería recibir ayuda de la propia Justicia si fuera justa.
P: ¿Cómo se ha sentido socialmente?
R: Pues llevo 5 años agachada y callada. He perdido a mucha gente en el camino, algo que no voy a valorar ahora, lo que he llevado peor es que he estado viviendo en modo oculto y las personas que actualmente me rodean no saben de este problema ni lo que he pasado. Ciertamente, en momentos siento mucha rabia pero al rato se me pasa y pienso que eso solamente me daña a mí, así que dejo al karma que se encargue de poner cada cosa en su lugar... no todos los ojos lloran el mismo día.
P: ¿Es cierto que ha pasado gravísimas dificultades económicas y que le embargaron hasta su pensión como víctima de violencia de género?
R: He pasado y las sigo pasando. Tras perder un trabajo por estar imputada en esta causa, y teniendo en cuenta que no tenía derecho a desempleo me vi obligada a pedir ayuda, y al contar con acreditación como VVG me concedieron una pensión de 430 euros mensuales, que efectivamente me embargaban de la cuenta en cuanto la ingresaban, por lo que he tenido incluso que recurrir a Cáritas para que me ayudasen a alimentar a mis hijos. Hace poco me embargaron también de la cuenta una ayuda por mis bajos ingresos y 3 menores a mi cargo y, por más que pido a los juzgados que efectivamente quiero pagar lo que debo pero que se limiten a embargar la nómina en los términos que la propia ley establece y me dejen algo para poder comer, me ignoran.
He escrito al Defensor del Pueblo, que me da la razón, pero me indica que debo hacer esto o aquello. A mí me parece muy triste tener que pedir a un juzgado que aplique la ley y, por supuesto, que crucen datos que hoy por hoy se puede fácilmente. Es agobiante saber que en cualquier momento te embargan la cuenta y te quitan el dinero que te ha quedado después del embargo anterior de tu nomina, que tienes ahí para pagar la luz o comprar comida.
P: ¿Se siente víctima de una macrocausa judicial?
R: Totalmente. Cuando declaré en La Audiencia Nacional, esperando en los pasillos pasaban muchas de las personas investigadas por esa causa y la verdad es que yo me sentía muy pequeña y totalmente fuera de lugar al lado de muchas de esas personas. No era nadie y no soy nadie y estoy convencida de que si no hubiera sido así hubieran actuado antes. He sido la pobre infeliz que nadie sabe quién es ni qué pinta aquí pero que por esas mismas causas podemos dejarla ahí y ya vamos viendo. Pero ese ‘vamos viendo’ implica a personas y vidas y creo que deberían haberlo tenido en cuenta desde el juzgado. Valgo más por lo que callo, y por ello me callo momentos mucho más que duros en estos años, como por ejemplo ver a tu hija pequeña infestada de piojos y no tener dinero para comprar un producto para quitarlos de su cabeza mientras lloras de impotencia.
P: ¿Cómo se puede ahora resarcir su imagen pública?
R: No se puede. El que ha creído en mi inocencia lo ha hecho desde el primer día, los que me condenaron directamente buscaran la justificación a su conveniencia para seguir haciendo sangre y los que dudaban pues van a seguir dudando. Yo solamente pediría que dejaran claro que lo archivan por ser inocente, yo no he cometido ningún delito y lo defenderé donde sea necesario.
P: Tras ser exonerada ¿cuál es su objetivo en la vida?
R: Vivirla lo mejor que pueda o me dejen. Me encantaría decir que tengo una infinidad de proyectos pero la verdad es que, tal y como dice mi abogado –Enrique de Santiago, a quien aprovecho para agradecer su apoyo incondicional a todos los niveles–, aunque tenga muchos proyectos en mente, he sido asesinada civilmente y nadie está buscando culpables. Poco más espero que vivir como pueda el tiempo que me quede al menos tal y como estoy ahora, con lo justo para que mis hijos puedan vivir e ir pagando lo que debo.