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Los líos de España con las armas para Ucrania, el drama de los Leopardo y el envío de lanzamisiles

El Gobierno no facilita casi información sobre el material que envía. El problema de enviar carros es la dificultad de su uso, su estado y Alemania.

El Gobierno no facilita casi información sobre el material que envía. El problema de enviar carros es la dificultad de su uso, su estado y Alemania.
El carro Leopardo 2E y el sistema de misiles Aspide | Flickr Ejército de Tierra

El Gobierno de España sigue trabajando en el envío de más armamento a Ucrania. Con las mismas reticencias que en los primeros días de la invasión, siempre por presiones de la opinión pública y por los movimientos anteriores de otros países aliados, se estudia ahora el envío de material pesado, algo que ya llevan haciendo desde hace semanas otros países aliados, sobre todo Estados Unidos y los países OTAN-UE que fueron parte del Pacto de Varsovia.

Para coordinar el envío de armamento pesado a Ucrania, de dar lógica a lo que aporta cada país y que lo que finalmente se envía al Gobierno de Kiev -que en muchas ocasiones realiza peticiones fuera de toda realidad, como solicitar a España los cazas de combate F-18 Hornet desplegados en Canarias para garantizar la seguridad aérea del archipiélago- tenga un sentido operativo, Estados Unidos ha creado un oficina de coordinación en Stuttgart (Alemania).

Esta oficina se encuentra en las instalaciones del Mando Aliado de Operaciones de la OTAN, donde también está en Mando Europeo estadounidense (UECOM). Ambos mandos están ostentados por la misma persona, el Comandante Supremo aliado en Europa, un puesto cuya nomenclatura viene de la participación estadounidense en la Segunda Guerra Mundial y que siempre ocupa un general norteamericano -el primero en hacerlo fue Dwight Ike Eisenhower-.

El envío de material ligero (misiles antiaéreo portátiles, misiles contracarro, ametralladores…) es muy fácil de encajar en la maquinaria de un ejército. Se aprende a usar en cosa de horas y está operativo de manera inmediata, sin necesidad de tener asociada una cadena logística para que sea realmente operativo sobre el campo de batalla. La cosa cambia con el material pesado, mucho más complejo de aprender a usar y que necesita mecánicos, munición específica, piezas de recambios…

El objetivo es que el material pesado enviado a Ucrania sea realmente útil y no acabe al cuarto día tirado por el Donbás porque los ucranianos no saben utilizarlo, porque no saben reparar las posibles incidencias que pueden surgir o porque se han quedado sin munición. Algo que sería totalmente contraproducente sobre el campo de batalla, pues haría a Ucrania prever sus movimientos con una fortaleza que no tendrían, pudiendo ocasionar resultados militares catastróficos.

En un primer momento los aliados optaron por enviar material pesado de origen soviético, viejo pero que todavía permanece en servicio en muchos países del Este de Europa, que ahora pertenecen a la OTAN o a la UE, pero que en su día fueron parte del Pacto de Varsovia. Material que los ucranianos saben manejar y reparar a la perfección y para el que ya tienen cadenas logísticas diseñadas en su propio ejército desde hace décadas.

El problema viene ahora con la petición ucraniana de material occidental. Un material que está diseñado con una cosmovisión totalmente diferente a la de la vieja Unión Soviética y que los ucranianos nunca han utilizado. Las previsiones de la OTAN es que para aprender a usarlos y manejarlos con una soltura mínima, con resultados positivos no garantizados en un escenario bélico contra un oponente que sí conoce sus sistemas, se deben afrontar procesos de formación de al menos seis meses.

Uno de los objetivos de Kiev son los carros de combate Leopardo, en servicio tanto en Alemania como en España. Los ucranianos han solicitado al Palacio de La Moncloa la entrega de 40 de las unidades que se encuentran almacenados desde hace más de una década en Zaragoza. Se trata de unidades 2A4, que fueron vendidas a precio de saldo por Alemania mientras España fabricaba bajo licencia sus propios carros de la versión más moderna: 2E.

En el Ministerio de Defensa español dieron de inicio el no por respuesta y se ofrecieron a formar a los ucranianos en el uso de los mismos pero instándoles a ir al mercado a comprar las unidades de Leopardo que hubiese disponibles. Pero en las últimas semanas las cosas han cambiado y ya se empieza a hablar de la posibilidad de mandarlos a Kiev, aunque para ello se necesita la autorización previa del Gobierno alemán, al que no ha sentado nada bien esta posibilidad.

La gran mayoría de estos carros de combate fueron sometidos a lo que se conoce como un proceso de hibernación. Se les extrajo todo el combustible y todos los líquidos necesarios para que funcionen los sistemas. También se secaron las piezas que necesitan elementos lubricantes, se les retiró las baterías y buena parte del equipamiento de combate. Las barcazas y algunos de los elementos retirados fueron guardados en almacenes diferenciados.

Ahora tocaría volver a montarlos y ponerlos a punto con el apoyo de los técnicos de la empresa productora, General Dynamics. Tocaría revisar todas las piezas -comprobar que no han sufrido un deterioro importante tras estar almacenadas y sin ser utilizados- y que los sistemas funcionan sin incidencias. La previsión es que, al menos, se necesitan cuatro meses para vuelvan a estar operativos a un nivel suficiente para ser entregados a los ucranianos.

Lo que no cambia a priori es la oferta inicial de adiestramiento. El departamento de Margarita Robles ofrece dos escenarios en España para estos cursos, que serían bases del Ejército de Tierra en Zaragoza -en la misma en la que están almacenados- o en Córdoba. También han ofrecido una tercera posibilidad. Se trata de la base de Adazi, en Letonia, donde están los militares españoles desplegados en el muro anti-Rusia de la OTAN y donde tienen varios carros de combate Leopardo.

Lo que sí se va a entregar seguro al Gobierno de Kiev para combatir a las tropas rusas, y se está preparando desde hace un par de semanas, con la puesta a punto ya bastante avanzada, es un sistema de misiles Aspide, que están almacenados en instalaciones del Ejército de Tierra y que fueron dados de baja del servicio en diciembre de 2020, tras ser sustituidos por otro sistema similar mucho más moderno.

Este sistema fue diseñado en los años 70 del siglo pasado por la empresa italiana Selenia -ahora es parte del grupo MBDA- fruto de la experiencia que tenían los italianos en la producción de baterías compatibles con los misiles estadounidenses AIM-7-Sparrow, aunque introduciéndole importantes mejorías. Está diseñado con capacidad superficie-aire y es para un rango de corto alcance (unos 25 kilómetros máximo).

Este sistema sería el primer envío de armamento que realice España desde que Pedro Sánchez visitase Ucrania hace casi un mes y prometiese a Volodimir Zelenski en envío de más cargamentos con armamento. Ese último envío se anunció durante la rueda de prensa con el presidente ucraniano y terminó dejando patente el juego del trilero de Sánchez, pues los camiones y blindados que iban a bordo volvieron a España tras depositar la munición en la frontera, no fueron entregados.

Un cargamento sobre todo de munición que, según lamentó hace un par de viernes el embajador de Ucrania en España, Serhii Pohoreltsev, solo alcanzó "para dos horas de combates". "Estamos agradecidos pero no podemos decir que estamos satisfechos", dijo el representante diplomático ucraniano, quien insistió en solicitar a nuestro país más munición, además de obuses de 155mm, morteros de 120mm y los citados carros de combate Leopardo.

Hasta el momento es difícil cuantificar la ayuda militar enviada por España a Ucrania. El Gobierno español mantiene un manto de silencio sobre el armamento que se está enviando a Kiev. Desde el Ministerio de Defensa siempre piden "discreción" y enmarcan los pocos datos facilitados en "motivos de seguridad", algo que suena claramente a opacidad, teniendo en cuenta que muchos países aliados hacen público listados detallados del material que envían.

Los pocos estudios realizados hasta el momento indican que España es uno de los países que menos armamento está facilitando a Ucrania en relación con su PIB absoluto, aunque también avisan de la dificultad que han tenido para cuantificar económicamente esa ayuda enviada debido a la falta de información pública, un proceder en el que coinciden con otros países como Francia, que prefiere ocultar su apoyo al Ejército ucraniano.

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