Jorge Ignacio Palma se sienta por fin en el banquillo de los acusados. Este lunes comienza en la Audiencia Provincial de Valencia el juicio contra el colombiano, quien confesó haber hecho desaparecer el cuerpo de Marta Calvo un mes después de que se le perdiera el rastro. Se le acusa de la muerte de otras dos mujeres y el intento de homicidio de ocho víctimas más, a quienes drogó en contra de su voluntad y las abandonó a su suerte.
Un jurado popular, compuesto por nueve ciudadanos anónimos -más tres suplentes-, será el encargado de dilucidar, durante aproximadamente un mes, si el acusado es responsable de los delitos que se le imputan: tres de homicidio, once de abusos sexuales y uno contra la salud pública. La Fiscalía pide para él 130 años de cárcel, mientras que las acusaciones particulares elevan la petición a prisión permanente revisable.
El acusado, de 38 años de edad, se encuentra en prisión provisional desde que el 4 de diciembre de 2019 se entregara a la Guardia Civil como autor de la desaparición del cuerpo de Marta Calvo, la joven de 25 años de la que no se sabía nada desde el 7 de noviembre. Un mes después, cuando los investigadores ya le habían identificado y estaban a punto de detenerlo, se presentó en el cuartel de Carcaixent para confesar que había descuartizado a la chica y tirado sus miembros a distintos contenedores.
Palma se desvinculó sin embargo de su muerte, que -dijo- habría sido accidental. Está por ver si mantiene esta versión durante su comparecencia en el juicio, prevista para el 6 de julio. En cualquier caso, los miembros del jurado también escucharán a los peritos, los testigos y las víctimas que lograron sobrevivir, tras los hechos que se denuncian.
El mismo modus operandi
Según consta en el auto de hechos justiciables, en la madrugada del 7 de noviembre de 2019, Jorge Ignacio Palma contactó con Marta Calvo y se vieron en una vivienda del acusado en la localidad de valenciana de Manuel, donde habrían consumido drogas y mantenido relaciones sexuales. Él pudo aprovechar la ocasión para "introducir piedras de cocaína en vagina y ano sin su consentimiento, conociendo las consecuencias letales de dichas prácticas, que provocaron su fallecimiento, decidiendo deshacerse del cuerpo".
Ese mismo modus operandi fue el utilizado en otros casos, que también se le atribuyen. En el auto de procesamiento fechado el 22 de enero de 2022, el juez instructor señala que Jorge Ignacio Palma habría mantenido hasta once encuentros con distintas mujeres, en los que habría seguido el mismo patrón, en los 15 meses previos a la desaparición de Marta Calvo.
De hecho, también está acusado de haber acabado con la vida de Arliene Ramos y Lady Marcela, dos prostitutas, en similares circunstancias. La investigación apunta a que Palma llevaba bolas de cocaína a sus encuentros sexuales, algunos de ellos con prostitutas, que introducía en los genitales de sus víctimas con la intención de que perdieran el control sobre su propio cuerpo.
Otras dos muertes
Esta práctica, conocida como ‘fiesta blanca’, puede llegar a provocar pérdida del conocimiento y diversas reacciones del cuerpo, como el aumento del ritmo cardíaco o de la presión arterial. "El investigado reiteró esas prácticas sexuales (...) asumiendo el posible fatal resultado que derivó en el fallecimiento de tres de sus víctimas", añadió el magistrado.
La brasileña Arliene Ramos Dos Santos -de 33 años de edad- sería su primera víctima mortal. La joven se vio con Jorge Ignacio el 25 de marzo de 2019, en un domicilio de la capital del Turia en el que ofrecía sus servicios sexuales. Tras administrarle la droga, sufrió fuertes convulsiones y el acuso se marchó sin auxiliarla. Ella falleció nueve días después en el Hospital Clínico de Valencia.
En el caso de Lady Marcela Vargas, una joven colombiana de 26 años, el encuentro fue el 14 de junio de ese mismo año. Fue hallada en la habitación de la casa de citas donde mantuvieron relaciones sexuales, en la Avenida de la Palata, con sobredosis y señales de asfixia. Se cree que tras las primeras convulsiones le tapó la boca, para que no gritara, lo que provocó su fallecimiento por insuficiencia cardio respiratoria. El acusado también la abandonó en el lugar.