El secretario de Estado de la Agenda 2030, Enrique Santiago, se dedica a montar manifestaciones contra la cumbre de la OTAN que impulsa su propio Gobierno. La ministra Belarra azuza contra los asistentes a la cita internacional. Y, mientras, el ministro Grande-Marlaska exige a la Policía Nacional partes de situación de los antisistema amigos de Podemos cada 30 minutos. Una locura que la Policía ya no sabe cómo cumplir. Esa es la orden que ha cursado la Dirección de la Policía, que exige a los agentes remitir informes de situación cada media hora de los distritos donde se alojan en hoteles los asistentes a la cumbre. Y, todo, para que los amigos de medio Gobierno no fastidien el foco internacional al otro medio Gobierno.
La locura ha llegado a la Policía. Partes de situación cada 30 minutos de todas las zonas en las que se alojan los asistentes a la cumbre de la OTAN. Un dispositivo difícil de ver, y aún más de cumplir. Y un dispositivo de control extremo basado en que medio Gobierno (PSOE) sabe que el otro medio (Podemos) trabaja activamente para que la cumbre de la Alianza sea un fracaso y triunfen los antisistema.
Los agentes no saben, literalmente, como cumplir con esta exigencia que les reclama un mecanismo de control tan brutal, que sólo la burocracia exige un tiempo perdido descomunal. Y todo ello, porque Podemos ha decidido dar respaldo a los antisistema y Enrique Santiago, secretario de Estado de la Agenda 2030 del Gobierno de Sánchez ha decidido protagonizar personal y activamente la defensa de los antisistema.
La Cumbre de la OTAN que se celebra esta semana en Madrid es el mayor evento de carácter internacional que va a acoger nuestro país, con toda seguridad, durante la presidencia de Pedro Sánchez. Y el presidente quiere que sea su gran espejo internacional. Su LinkedIn de cara a una futura colocación de lujo tras salir de La Moncloa. Y no está dispuesto a que sus socios se conviertan en la pesadilla que él mismo decía que le quitaban el sueño antes de que le dieran el poder.
Más de cuarenta jefes de Estado y de Gobierno han llegado a la capital española y harán noche durante un par de días en ella. En hoteles. Conocidos y vulnerables. Y Sánchez ha decidido que deben dejar de ser vulnerables con un sistema de seguimiento permanente que incluye los partes de situación cada 30 minutos.
El Ministerio del Interior ha diseñado el que es el dispositivo policial más grande de la democracia. Ha desplegado a casi 10.000 agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil, que cuentan con el apoyo de la Policía Municipal de Madrid y varios equipos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). También hay medios desplegados de las Fuerzas Armadas: cazas de combate en alerta, helicópteros con tiradores de precisión, sistema antidrones, artillería antiaérea… Y seguridad privada.
La amenaza más nítida y crítica es la del terrorismo, especialmente de corte yihadista, aunque no es la única. De hecho, también se vigila y controla a los grupúsculos de extrema izquierda (comunistas o anarquistas) contrarios a la Alianza Atlántica. Una antipatía hacia la organización supranacional que viene heredada de los años de la Guerra Fría, cuando Moscú teledirigía a los partidos y grupúsculos comunistas de todo Occidente. Y que, en España, en estos momentos, cuenta con la simpatía y apoyo de medio Gobierno (Podemos), dispuestos a fastidiar el gran foco mediático de Sánchez.