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Los peores errores 'ecologistas' que favorecen los incendios: "Ni hacen, ni te dejan hacer"

Pastores, ganaderos, cazadores y agentes forestales comentan las fatales consecuencias de una nefasta gestión medioambiental.

Pastores, ganaderos, cazadores y agentes forestales comentan las fatales consecuencias de una nefasta gestión medioambiental.

Los incendios se apagan en invierno. Es la frase más repetida durante estos días por gran parte del colectivo rural y los agentes forestales que ven con impotencia cómo una nefasta gestión medioambiental de los Parques Nacionales y otros espacios naturales protegidos han favorecido que los incendios que devoran media España sean prácticamente incontrolables.

Pastores, ganaderos, agentes forestales y cazadores coinciden en que el ecologismo mal entendido por parte de los que gestionan las políticas medioambientales desde los despachos ha dado al traste con la cultura campesina que lleva siglos cuidando de los campos y los montes en los pueblos. La ambición política de mantener una naturaleza prístina e intocable se ha convertido en la ausencia de gestión humana de los bosques, fulminando de ese modo los métodos de prevención tradicionales. Las consecuencias, como se ha demostrado, han sido fatales para la biodiversidad española, además de la pérdida de vidas humanas.

Dificultades burocráticas para el pastoreo

Ángeles Santos es ganadera de extensivo de ovejas churras en Zamora, en un Parque Natural cercano a la sierra de La Culebra, donde los incendios provocaron la muerte de un trabajador del operativo de extinción de la Junta de Castilla y León y de un ganadero. Santos, que también es responsable de ganadería extensiva de COAG, ha denunciado en Libertad Digital las trabas burocráticas a las que se enfrentan los pastores para desempeñar una labor de limpieza esencial en la prevención de incendios.

Las ovejas en pastoreo pueden consumir de 2 a 3 kg de pasto, matorral y especies leñosas. "Es la prevención más barata y pueden entrar en zonas de difícil acceso", señala. Además, la presencia del ganado en el monte tiene muchos beneficios ambientales: "Favorece la biodiversidad, contribuye a la dispersión de semillas, mejora la estructura del suelo y reduce la erosión y la desertización".

Sin embargo, los ganaderos como Santos se enfrentan a múltiples obstáculos burocráticos para poder llevar su ganado al monte: "Hay problemas administrativos. La cultura campesina se ha dejado de lado y parece que solo vale lo que dicen las administraciones, obviando el saber de todo el tiempo que llevamos cuidando de los campos y los montes en los pueblos", señala Santos. "Hay una burocracia muy alta. Te exigen una carga ganadera y desde la PAC te indican un mínimo y desde Espacios Naturales piden otro que no coincide. Hay problemas para acceder a los pastos y obtener los permisos necesarios para que te dejen trabajar como se ha hecho toda la vida", lamenta.

Las podas o las quemas controladas en invierno en las zonas de difícil acceso también se han vuelto sumamente complejas de solicitar. "Mis vecinos de la sierra de la Culebra llevaban tiempo advirtiendo de que la zona necesitaba limpieza, porque los fuegos se apagan en invierno. Aquello no estaba nada limpio por las múltiples trabas de administración y una mala gestión. Además, son un poco como el perro del hortelano, ni te dejan hacer a ti, ni hacen ellos. Da mucha impotencia, sobre todo viendo los resultados".

Agentes forestales: pocos y mal pagados

La Asociación Española de Agentes Forestales y Medioambientales explica que "el gran grueso de agentes forestales depende de cada Comunidad Autónoma" y en líneas generales no hay suficientes.

"En Madrid, Cataluña o La Rioja, por ejemplo, se está haciendo una apuesta decidida por la protección y conservación de la naturaleza", señalan. "Sin embargo, por ejemplo, en otras como Extremadura o Castilla y León, la administración no solo no dota las plazas necesarias, sino que abandona a sus agentes dándoles un trato totalmente inaceptable, no apoyando sus funciones y competencias, negándoles herramientas básicas de trabajo y manteniendo una oposición beligerante con cualquier avance y especialización de los mismos. En este sentido, se puede destacar que no se trata de una cuestión de color político, sino de mayor o menor sensibilidad medioambiental del gobernante de turno y de su personal técnico".

Los agentes forestales y medioambientales son personal funcionario al servicio de la administración pública con carácter de agente de la autoridad y que ejercen funciones de policía administrativa y judicial genérica en el ámbito de la protección medioambiental y de los montes. Sin embargo, su salario se sitúa en la categoría C1. "Llevamos años esperando a que el gobierno actual cumpla su promesa de aprobar un marco normativo básico que regule nuestras funciones y que nos ampare y potencie como colectivos en la defensa de la naturaleza y la lucha contra los incendios forestales. A día de hoy, el gobierno sigue sin cumplir y no se ha tramitado ni aprobado esta ley tan necesaria para el colectivo y para la defensa de nuestro patrimonio natural", denuncian.

Cazadores: primera línea de vigilancia de incendios

El sector cinegético, amenazado por la futura ley de bienestar animal que impulsa el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 de Ione Belarra, es clave en la lucha contra los incendios forestales, según desvela el Informe de Impacto Socioeconómico de la caza en España, elaborado por la consultora Deloitte para la Fundación Artemisan, que explica que el sector invierte cada año 54 millones de euros en mantenimiento y adecuación de accesos, pantanos, podas, mejora del monte, cortafuegos y cortaderos, entre otros.

El presidente de la Real Federación Española de Caza, Manuel Gallardo, asegura que el papel de la caza en la lucha contra el fuego va mucho más allá de esa inversión, y se concentra especialmente en la prevención: "Los guardas de los cotos de caza son los primeros avistadores de un incendio y la rapidez en la extinción es definitiva para evitar que el fuego se propague". De hecho, no es una casualidad que las grandes zonas de caza mayor (Sierra Morena, Montes de Toledo, Serranía de Cádiz…) sean históricamente espacios con pocos incendios forestales.

Sin embargo, "la conservación mal entendida da al traste con la conservación". Por ese motivo, Gallardo alerta de las fatales consecuencias de la iniciativa del ministerio de Belarra en ese intento de ir contra la actividad cinegética. "La caza y la conservación van unidas. No es posible la conservación sin la gestión cinegética. La caza es imprescindible para la salud de la biodiversidad en nuestro entorno. Espero que la ley de bienestar animal no vea la luz", insiste.

"¿Por qué se producen estos mega incendios? Porque hay mucho combustible debido a las medidas que dificultan la adopción de soluciones. Y la sociedad empieza a cansarse del ecologismo mal entendido".

¿Se puede coger leña del bosque?

Tradicionalmente, las poblaciones rurales se encargaban de la limpieza de las zonas cercanas a los montes con la recogida de leña de árboles muertos para el autoconsumo. Sin embargo, en su ambición por eliminar la acción humana de la gestión medioambiental, la legislación actual es sumamente estricta y compleja a ese respecto, derivando incluso en situaciones surrealistas como la que nos hemos encontrado al plantear esta simple pregunta: ¿Se puede recoger la madera de un árbol muerto en un monte que no sea privado?

Tras una búsqueda infructuosa en las páginas web del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y las diferentes consejerías autonómicas de Medio Ambiente, procedemos a llamar directamente a los teléfonos de "atención ciudadana".

Una operaria de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, que no parece tenerlo muy claro, nos sugiere que preguntemos directamente al propietario del terreno (ayuntamientos, comunidad autónoma o el Estado). Y nos pide, eso sí, que nos llevemos el árbol entero de una pieza porque, debido al riesgo de incendio, no se puede utilizar ningún medio, ni siquiera un hacha, para partir la madera. Cuando le comentamos que se trata de un nogal de diez metros de alto, nos sugiere que preguntemos a los agentes forestales, aunque no nos facilita ningún teléfono de contacto.

Con la pelota en el tejado de los agentes forestales, en la Comunidad de Madrid sí nos pasan directamente con un agente que asegura que por su parte no hay ningún problema en retirar la madera muerta de un bosque, siempre y cuando sea público y no utilicemos ningún tipo de maquinaria para evitar "chispazos". De hecho, nos comenta que a ellos les "viene muy bien" que limpiemos el monte. Sin embargo, nos advierte de que la Guardia Civil puede pedirnos una autorización del ayuntamiento, porque el consentimiento verbal de los agentes no sirve en este caso. También señala que seguramente nos denieguen esa autorización, por lo que su recomendación final es que vayamos en invierno y para cargar la madera rápidamente antes de que nos pille la Guardia Civil.

De este modo, resulta prácticamente imposible que los vecinos de los pueblos puedan colaborar en la labores de limpieza recogiendo las ramas caídas o los árboles muertos para el autoconsumo de leña de la forma responsable en la que han venido haciéndolo tradicionalmente.

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