El expresidente de la Generalidad catalana Jordi Pujol ha sufrido un ictus grave del que ha sido operado en el Hospital de Sant Pau de Barcelona. En un primer momento fue ingresado en el Hospital de Barcelona, pero dado el cariz del estado del exdirigente político, que tiene 92 años, fue trasladado al referido centro de Sant Pau.
El entorno del expresidente catalán informó en un primer momento de que se trataba de una "afección neurológica leve" para admitir posteriormente que sufría un ictus grave.
Parte médico
El Hospital de Sant Pau ha emitido un comunicado en el que explica que Jordi Pujol ha ingresado con una alteración aguda del lenguaje debida a un ictus causado por una obstrucción en una arteria cerebral que ha reducido el flujo sanguíneo.
Tras la intervención, un tratamiento endovascular para eliminar la obstrucción arterial, ha sido trasladado a la unidad de ictus del centro para valorar su evolución. Fuentes del entorno familiar aseguran que no se teme por su vida pero que el ictus puede dejarle severas secuelas físicas. El hospital de Sant Pau no emitirá otro parte hasta la mañana del martes.
Pujol reapareció esta semana en un homenaje a Josep Tarradellas y el sábado concedió una entrevista en la emisora oficial de la Generalidad, Catalunya Ràdio, en la que se mostró preocupado por su legado político y reconoció que había pasado por alto las actividades empresariales de sus hijos, que utilizaban la figura de Pujol como palanca para cobrar comisiones y hacer negocios. La familia al completo, salvo Marta Ferrusola, aquejada de un proceso neurodegenerativo, está acusada de varios delitos en la Audiencia Nacional.
Pujol ha presumido siempre de una salud de hierro y hasta el ingreso en 2017, cuando contaba 87 años, en la clínica Sagrada Familia a causa de una neumonía, nunca había trascendido un ingreso hospitalario, a pesar de que acumulaba un notorio expediente de parálisis faciales en sus tiempos al frente de la Generalidad.
Jordi Pujol presidió la Generalidad de Cataluña desde 1980 hasta 2023. Superó trances como el caso Banca Catalana e impulsó los planes que dieron lugar pasado el tiempo al proceso independentista. Su momento político más difícil fue cuando ya retirado, tuvo que reconocer, en 2014, que era un evasor fiscal que había mantenido oculta una herencia en Andorra. Se trató de una cortina de humo para tratar de desviar el foco de sus hijos, que ya estaban siendo investigados en la Audiencia Nacional por negocios fraudulentos y comisiones obtenidas gracias a que su padre era el presidente de la Generalidad.