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La impunidad de las madres secuestradoras: "El Supremo me ha dado la razón, pero llevo casi 7 años sin ver a mi hijo"

A diferencia del padre de Bastian, Javier Avellaneda quiso confiar en la Justicia. Con tres condenas penales, su ex sigue libre y sin entregar al niño

A diferencia del padre de Bastian, Javier Avellaneda quiso confiar en la Justicia. Con tres condenas penales, su ex sigue libre y sin entregar al niño
Javier Avellaneda | LD

La decisión del padre de Bastian de rescatarle por sus propios medios demuestra la gran desconfianza en la Justicia que existe entre los hombres cuyas exparejas secuestran a sus hijos. Y lo cierto es que el resultado de aquellos que, por el contrario, deciden esperar a que los tribunales hagan su trabajo tampoco ayuda. El de Javier Avellaneda es, tal vez, el mejor ejemplo para entender la desesperación de quienes se ven envueltos en un caso de estas características: "El Supremo me ha dado la razón, pero llevo casi 7 años sin ver a mi hijo". 6 años, 8 meses y 19 días, para ser exactos.

Las sentencias aportadas a Libertad Digital no dejan lugar a dudas. Sin embargo, el problema es que, una vez dictadas, ni los tribunales ni la Policía se han encargado de ejecutarlas. Y lo peor es que, en este caso, la madre está perfectamente localizada y no se ha fugado a otro país, por lo que no estamos ante un conflicto judicial entre dos estados, sino simple y llanamente, como denuncia Javier, ante una "flagrante dejación de funciones".

"Es increíble que, en pleno siglo XXI, haya un niño secuestrado, y no porque lo diga yo, sino porque lo dice un juzgado de lo penal, la Audiencia Provincial y hasta el Tribunal Supremo, y que, sin embargo, se permita que siga conviviendo con la secuestradora. ¿Qué confianza vamos a tener en la Justicia? -se pregunta con la voz quebrada-. Esto es precisamente lo que provoca que haya gente que se tome la Justicia por su mano. Y yo no lo he hecho, pero claro que entiendo al padre de Bastian".

La custodia compartida

Tras el divorcio, Javier logró la custodia compartida de su hijo Alejandro que, por aquel entonces, apenas tenía 7 años, algo que a su exmujer no le hizo ninguna gracia: "Laura siempre había querido la custodia para ella sola, pero porque lo que perseguía era que yo le pagase una pensión y, al ser compartida, no recibía nada, así que, tras intentar recurrirla sin éxito, empezó a amenazarme con que aquellas navidades no me devolvería a mi hijo". El 31 de diciembre de 2015, su expareja cumplió sus amenazas e inició su particular secuestro.

Desde entonces, Javier ha conseguido que hasta tres instancias le den la razón: los juzgados de Palencia, la Audiencia Provincial e incluso el Tribunal Supremo, que, en julio de 2018, desestimó el recurso presentado por la progenitora contra la custodia compartida. Sin embargo, a pesar de todo el tiempo que ha transcurrido desde entonces, ni los tribunales ni la Policía han hecho nada por ejecutar las sentencias, por lo que padre e hijo continúan separados.

Condenada por tres delitos

En su caso, no hay ni una sola denuncia por maltrato de por medio. Tampoco, por tanto, ninguna condena. Algo que no puede decir su exmujer, condenada tanto por secuestrar a su hijo como por abandono del mismo. "Son dos sentencias firmes, más otra que está pendiente de casación, que deberían haberla llevado a prisión, pero ahí sigue", denuncia Javier.

El 10 de octubre de 2017, el Juzgado de lo Penal nº 1 de Palencia impuso a Laura una multa de siete meses con cuota diaria de 6 euros como "autora responsable criminalmente de un delito de abandono de familia". La razón, tal y como corroboraría después la Audiencia Provincial, un absentismo escolar del menor cifrado en el 84,52%.

En 2020, se haría pública, además, la primera condena por sustracción del menor: 2 años de prisión y una inhabilitación para ejercer la patria potestad de su hijo durante 5 años. La sentencia en primera instancia sería ratificada después tanto por la Audiencia Provincial como por el Tribunal Supremo. Y, ante la falta de ejecución de la misma y la reiterada negativa de la madre a entregar al niño, Javier volvió a denunciarla de nuevo.

El Juzgado de lo Penal nº1 de Palencia la condenó a otros dos años prisión y, aunque en estos momentos, Javier está a la espera de que el Supremo diga la última palabra, todo apunta en la misma dirección. "Ya la condenó una vez y dudo mucho que cambie de criterio, pero, en todo caso, cuando fue condenada a dos años de cárcel por primera vez ya tenía antecedentes penales por abandono de familia, así que ya debería haber entrado en prisión", reitera el palentino.

Los Servicios Sociales, a su favor

Si, esta vez sí, se ejecutase la sentencia, el menor -que hoy ya tiene 14 años- pasaría por fin a vivir con su padre, algo que los propios Servicios Sociales ya consideraron hace años que sería lo más beneficioso. Fue en el año 2016. Sin embargo, la jueza que por aquel entonces llevaba el caso obvió por completo la recomendación del informe forense que ella misma había solicitado y que se inclinaba por otorgarle a Javier la custodia en exclusiva.

"Analizados todos los datos en su conjunto, se propone que lo más beneficioso desde el punto de vista psicológico en el momento actual y con las actuales circunstancias es que el menor permanezca bajo el cuidado cotidiano de su progenitor", rezaba el informe forense al que ha tenido acceso LD.

La trabajadora social que lo firmaba llegaba a tal conclusión tras constatar el absentismo escolar al que la madre condenaba al menor y que, según ponía de manifiesto, se derivaba de "una decisión unilateral (…) con la intención de obstaculizar las relaciones paternofiliales". A ello sumaba además el "alto nivel de crítica" hacia el padre", reprochando a la madre que no hubiera preservado al menor del desencuentro adulto, lo que, según constataba, había deteriorado las relaciones entre padre e hijo.

¿Madres protectoras?

Con todo, el caso de Javier Avellaneda se convierte en uno de los más sangrantes de cuantos se conocen en España. Sobre todo, porque, a pesar de lo difícil que es vivir sin su hijo, Javier siempre ha respetado todos los cauces legales. "Si me preguntas si me arrepiento de no haberme tomado la Justicia por mi mano, pues sinceramente te diría que sí, pero también sé que he hecho lo que tenía que hacer, porque si no, no podría estar hablando con la certeza y la vehemencia con la que puedo hacerlo ahora mismo, porque hubiese perdido la razón", se justifica.

Y lo más importante, insiste, es que su responsabilidad como padre va más allá de la batalla por la custodia: "Ya que el entorno familiar en el que está ahora mismo no le está dando ni valores, ni educación, ni respeto por la legalidad ni nada, espero ser un ejemplo para él en el futuro, porque ahora tiene 14 años, pero dentro de nada va a ser un hombre, y yo quiero ser su referente".

Su actual mujer le escucha con devoción. "No es porque sea mi marido, pero con su educación, su saber estar y su elegancia no conozco a ninguno -dice orgullosa-. Y yo solo quiero añadir una cosa: un país sin justicia está condenado a una dictadura". Javier recoge el guante y cierra la entrevista dirigiéndose a Irene Montero, la ministra de igualdad que ha hecho de la defensa de las mujeres que secuestran a sus hijos su bandera: "No son madres protectoras, son madres sustractoras. Termina igual, pero no es lo mismo".

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