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Quinto aniversario del golpe de Estado: la intrahistoria del discurso más importante del Rey

Rajoy y Sánchez trataron de evitar las palabras a la Nación de Felipe VI dos días después de la farsa de referéndum separatista.

Rajoy y Sánchez trataron de evitar las palabras a la Nación de Felipe VI dos días después de la farsa de referéndum separatista.

Se cumplen cinco años del discurso de Felipe VI que supuso el principio del fin del golpe de Estado perpetrado por el gobierno de la Generalidad comandado por el prófugo Carles Puigdemont y el indultado Oriol Junqueras. En medio de una acusada soledad, sin el respaldo decidido del Gobierno que presidía Mariano Rajoy y menos aún del PSOE al que ya había vuelto Pedro Sánchez tras su defenestración a manos de los barones del propio partido, el Rey decidió intervenir en la crisis con un discurso que resultó capital para desbaratar los planes separatistas. Cinco días después, la manifestación de un millón de personas en Barcelona a favor de la unidad de España desmontó la asonada.

Marginado por el Gobierno y la oposición, el Rey decidió no callar y lanzar un certero aviso a los golpistas y un mensaje de confianza, estabilidad y unidad. Felipe VI puso en conocimiento de Rajoy que iba a comparecer ante la Nación y le entregó un borrador del texto que iba a pronunciar y que el entonces presidente del Gobierno aceptó sin ningún entusiasmo y no sin antes mostrar su incomodidad con la iniciativa del Rey.

Sin el apoyo del Gobierno y los partidos, el discurso del Rey fue un aldabonazo, el punto de inflexión de un golpe que avanzaba sin que Rajoy, Sánchez o el desaparecido Albert Rivera mostraran una oposición contundente. De hecho, estaban dispuestos a claudicar y a sentarse en una mesa con los golpistas para negociar los términos de un nuevo estatus para Cataluña.

Las palabras claras del Rey, que destacó que las autoridades autonómicas llevaban años incumpliendo la Constitución y el Estatuto de Autonomía, fueron claves para frenar el golpe. El diagnóstico fue tan preciso como elocuente: "Esas autoridades -dijo el Rey- han menospreciado los afectos y los sentimientos de solidaridad que han unido y unirán al conjunto de los españoles; y con su conducta irresponsable incluso pueden poner en riesgo la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda España. En definitiva, todo ello ha supuesto la culminación de un inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas de Cataluña. Esas autoridades, de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común".

PP y PSOE, en evidencia

Durante todos los años del proceso separatista, nadie había hablado tan claro. El discurso dejaba en evidencia tanto al PP como al PSOE, partidos que con sus pactos con los nacionalistas y su complacencia ante la concatenación de ilegalidad habían despejado el camino a quienes pretendían romper España y a punto estuvieron de conseguirlo.

El 3 de octubre, dos días después de la farsa de referéndum (comparable en términos de legalidad, requisitos formales y proclamación de los resultados a lo acaecido en las regiones ucranianas que Putin pretende anexionar a Rusia), el separatismo volvió a lanzarse a las calles en una huelga organizada por la propia Generalidad en protesta por la quirúrgica actuación policial del 1-O. Todo parecía conspirar a favor del éxito de los golpistas, pero la intervención del Rey desbarató las pretensiones de Puigdemont y Junqueras. "Por todo ello y ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía", afirmó Felipe VI.

La soledad del Rey y de los españoles

Pero no sólo estaba solo el Rey. Millones de ciudadanos de Cataluña habían sido abandonados por el Gobierno y por la oposición, incapaces ambos de arbitrar una respuesta a la altura del reto que planteaban las autoridades separatistas. A ellos también se dirigió Felipe VI en los siguientes términos: "Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos. Y al conjunto de los españoles, que viven con desasosiego y tristeza estos acontecimientos, les transmito un mensaje de tranquilidad, de confianza y, también, de esperanza".

La decidida intervención del Jefe del Estado dejó en ridículo a Rajoy y a Pedro Sánchez, a todos aquellos que pretendían negociar con los golpistas los términos de un nuevo acuerdo que no iba a ser más que la ratificación de los propósitos de los golpistas. "Termino ya estas palabras, dirigidas a todo el pueblo español, para subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia, mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España", concluyó Felipe VI. Cinco días después de aquel crucial discurso, las calles de Barcelona se convirtieron en el escenario de un homenaje a la unidad de España.

Un equipo mínimo de televisión y la presencia de la princesa Leonor y la infanta Sofía en la trastienda del improvisado plató en la Zarzuela (detalle que revela este lunes El Mundo) forman parte de la intrahistoria del discurso más importante pronunciado por el Rey hasta el momento. El rechazo de Sánchez a la intervención y la aceptación a regañadientes de Rajoy fueron también elementos singulares de los hechos. Tanto uno como otro consideraban que el Rey se inmiscuía en un asunto que desbordaba sus atribuciones. La reacción de alivio entre la ciudadanía, tanto en Cataluña como en resto de España desmintió de forma tajante sus prevenciones.

"Así no", dijo Puigdemont

El separatismo reaccionó indignado ante aquellas contundentes palabras. "Así no", dijo Puigdemont, como si hubiera alguna salida negociada al desastre social y económico provocado por el independentismo. Aún hoy los separatistas se remiten al discurso de Felipe VI para asegurar que no es el monarca que esperaban, el mismo que pretendían Rajoy y Sánchez, y que aún hoy pretenden esos mismos actores, un Rey ajeno, ausente y aislado. La reacción popular fue para todos ellos una afrenta, un hecho inesperado al que no contribuyeron lo más mínimo. En realidad, aquella histórica manifestación del 8 de octubre les sorprendió a contrapié, en la incierta teoría de que el apoyo al golpe era masivo en la región.

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