El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llegó tarde al acto protocolario inicial del desfile de las Fuerzas Armadas del 12 de octubre. Violó con ello el protocolo oficial, hizo esperar al Rey y, para colmo, se escondió tras la presencia de Felipe VI mientras parte del público asistente dedicaba al líder socialista una sonora pitada y abucheo.
El argumento de Sánchez ha sido el de culpar de su retraso a la organización y hasta a la propia Cara Real. Pero nada de ello es cierto. La Policía Municipal recibió el plan de viaje del presidente con la descripción de las horas de salida y llegada de Sánchez al acto y con el detalle exacto del recorrido. Y la Policía Municipal de Madrid advirtió a Moncloa de que, con esas características, la planificación del desplazamiento no se podría cumplir en las horas señaladas y el presidente llegaría tarde al acto inicial de la celebración de la Hispanidad. Pero Moncloa mantuvo todo su plan sin cambios. Traducido: llegó tarde tras ser advertido de que así sería. Dicho de otra manera, llegó tarde porque quiso.
El argumento de Pedro Sánchez no ha sido otro que el de culpar al resto de su violación del protocolo oficial y real. El presidente dio detalles personalmente de lo ocurrido la mañana del pasado miércoles 12 de octubre en el Paseo de la Castellana. Sánchez expuso literalmente la siguiente explicación ante un corrillo de periodistas, tras el tradicional besamanos celebrado en el Palacio Real: "Yo salí de Moncloa a las once menos cuarto" y esa hora, según, de nuevo, el propio presidente, fue la indicada por "Zarzuela". Es decir, que, según Sánchez, el culpable de su tardanza es directamente la Casa Real.
Advertencia de Policía Municipal
Pues bien, fuentes conocedoras de lo ocurrido ese día han señalado a Libertad Digital que nada de ello es cierto. Que Presidencia remitió a la Policía Municipal de Madrid la planificación del trayecto de Pedro Sánchez con el detalle del recorrido y de las horas de salida y llegada.
La Policía Municipal advirtió, tras comprobar los detalles del plan, que sería imposible cumplir con la hora de llegada a la vista de la duración del trayecto y de la hora de partida. Pero La Moncloa no hizo caso de la advertencia y mantuvo toda la programación sin cambios. Resultado: llegó tarde, pero no porque no supiera que iba a incumplir el protocolo real y oficial, sino sabiendo perfectamente que esa era la consecuencia obvia de su diseño del viaje. Y hubiese sido tan sencillo como haber salido antes. En consecuencia, que la llegada tarde al 12-O es, simplemente, una más en la larga lista de violaciones del protocolo y del trato a la Casa Real de Pedro Sánchez.
No evitó la pitada
Pese a ello, el presidente no pudo evitar los abucheos que, con él, ya se están convirtiendo en toda una tradición en la Fiesta Nacional. Ni siquiera la pandemia de coronavirus consiguió poner freno a las críticas, silbidos y abucheos de los ciudadanos.
El año pasado, para tratar de evitarlo, Pedro Sánchez solapó su llegada con la de los monarcas, llegando tan sólo dos o tres minutos antes. Para dificultar aún más los abucheos, la megafonía no anunció su presencia. Sin embargo, ninguno de esos movimientos evitó los gritos contra el presidente del Gobierno.
Este año Sánchez, el presidente del "Gobierno de la gente" —según su propia definición— ha dado un paso más en su intento de esquivar a la gente: romper directamente el protocolo. El coche oficial de Pedro Sánchez llegó, de hecho, tan tarde que obligó al Rolls Royce de los Reyes de España a quedarse parado durante varios minutos, con los Reyes esperando, frente a la zona habilitada para el recibimiento de los monarcas.