Como cada 15 de octubre, el independentismo brama contra el Estado por el fusilamiento del expresidente de la Generalidad republicana Lluís Companys tras un consejo de guerra en 1940. El caso de Companys da pie a las más locas teorías e imaginativas recreaciones sobre lo que representó el presidente de la Generalidad al que se le atribuye una responsabilidad directa en más de ocho mil asesinatos cometidos en Cataluña durante la Guerra Civil.
Junts per Catalunya (JxCat) ha sido el partido separatista que este año se ha llevado la palma en materia de hiperventilación al comparar la acción de los jueces respecto a los delitos perpetrados por los golpistas en 2017 con la ejecución de Companys ordenada por un tribunal militar del régimen franquista. Así, el secretario general del partido, el indultado Jordi Turull, ha dicho textualmente que "esta mentalidad de querer aplastar a las instituciones catalanas sigue plenamente viva en muchos estamentos del Estado. Ahora, seguramente, no lo hace con pelotones de fusilamiento sino con pelotones de jueces con togas".
También ha asegurado que a Companys lo fusilaron "sólo por ser presidente de la Generalidad" y que "a pesar de haber fusilado y haber enviado gente al exilio no ha podido matar el alma de un pueblo que quiere ser libre". El comentario ha dado pie a recordar la figura de Puigdemont.
Desfiles de claveles y antorchas
El cuadro pintado por los dirigentes de ERC en el tradicional evento no ha sido tan tenebroso. De entrada, sus dirigentes y militantes no han desfilado de noche con antorchas, como era tradición, sino con claveles blancos. Pero JxCat, que ahora abandera el sector más purista y ortodoxo del separatismo, sí que ha llevado a cabo la evocadora procesión nocturna con antorchas. En ERC se ha descartado el formato habitual para evitar las comparaciones con los desfiles de antorchas del nazismo.
El presidente de la Generalidad, Pere Aragonès, ha aprovechado la ofrenda floral para sostener la especie de que Companys no sólo tenía como guía la independencia, sino que habría puesto el acento en la "justicia social". También lo ha puesto como ejemplo de que "las instituciones catalanas nunca se rinden".
Oriol Junqueras, por su parte, ha aprovechado la intervención en el "Fossar de Santa Eulàlia" de la montaña de Montjuich, el punto donde fue fusilado el expresidente catalán, para reivindicar que ERC es ahora la "gran casa" del independentismo, en alusión al nuevo gobierno de la Generalidad tras la ruptura con JxCat y que acoge a un exconvergente, un exsocialista y una expodemita.
Además, ERC ha añadido otra condición al Gobierno de Pedro Sánchez para su sostenimiento y es que organice un "acto de desagravio a Companys solemne" y a la mayor brevedad. Se trataría, según los republicanos, de restaurar la figura de Companys y, de paso, que tal reconocimiento "sea extensivo para con el pueblo de Cataluña", según la iniciativa presentada por los republicanos en el Congreso.
ERC pasa por alto que ya en 2008 el Gobierno, entonces presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, homenajeó a Companys y posteriormente declaró ilegal el consejo de guerra al que fue sometido el personaje bajo cuya presidencia se desató una "justicia popular" responsable del asesinato de decenas de miles de personas en toda Cataluña.
Como es habitual, ningún partido constitucionalista ha participado en los homenajes a Companys.
