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Una niña de 14 años, coaccionada por la Generalidad de Cataluña para que no denuncie que fue violada bajo su tutela

La madre de la menor asegura que la administración autonómica intentó por todos los medios que ella no se enterara de lo sucedido.

La madre de la menor asegura que la administración autonómica intentó por todos los medios que ella no se enterara de lo sucedido.
El centro de menores tuvo a Nuria castigada durante un mes, para que no hablara. | CLAUDIA

Las ansias de Nuria -nombre ficticio que usaremos, por miedo a posibles represalias- por ser mayor y gozar de más libertad, le jugaron una mala pasada. Tenía 13 años y estaba pasando por una racha algo rebelde. En casa le ponían límites propios de su edad, en cuanto a horarios y salidas. Pero a ella le parecía que aquellas normas eran demasiado estrictas. Un día, tras una discusión con su madre por ese motivo, decidió decir en el colegio que ella le había pegado. La Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) le retiró la custodia a la progenitora y la pequeña acabó internando en un centro de menores tutelado por la Generalidad de Cataluña.

Según ha relatado su madre -a la que llamaremos Claudia- para LD, desde el primer momento la chica "se escapaba y tenía que hacer de policía para ellos". La buscaba y la llevaba de vuelta al centro, para asegurarse de que estaba a salvo. No es la única que nos ha hablado de estas fugas, que por lo visto están a la orden del día entre los chavales a cargo de la DGAIA. El problema es que muchos de los menores aprovechan estas escapadas para delinquir o buscar dinero rápido. Una de las vías más frecuentes para conseguirlo es la prostitución. Así acaban muchos de los niños de los que se hace cargo la administración autonómica: vendiendo su cuerpo.

En los centros de protección de menores de Cataluña -confirman distintas fuentes a este periódico- es habitual que les castiguen retirándoles la pequeña asignación que tienen para sus gastos, cuando incumplen alguna norma. De esa manera, los jóvenes se meten en una rueda de la que es difícil salir. La madre de Nuria se dio cuenta desde el principio, y no dejó de reclamar que le devolviesen a su hija antes de que pasara algo más grave. Desgraciadamente pasó. Alrededor de 8 meses después de ingresar, vivió el episodio más terrible de su vida: una violación por la que la niña, que hoy tiene 16 años, sigue "traumatizada".

Coacciones a la niña

Lo peor de esta historia es que cuando la pequeña buscó ayuda dentro de la institución, nadie se la brindó. Al contrario. Desde el centro, hicieron todo lo posible para que Nuria pensara que ella era la culpable de lo sucedido y no debía compartirlo con su madre. El objetivo, nos explica Claudia, no era otro que el de evitar que saliera a la luz que una menor tutelada por la Generalidad de Cataluña aseguraba haber sido violada mientras estaba a su cargo.

En consecuencia, durante un mes impidieron a una niña que acababa de cumplir 14 años tener contacto con "su mami". No querían que Nuria le dijese nada a Claudia. La historia era sórdida de principio a fin y -sin duda- les responsabilizaría de no cuidar de su hija. Así que siempre ponían alguna excusa para que no pudieran hablar. Fueron unos días terribles para la pequeña. Al dolor de la agresión sexual, se sumaba el hecho de que le negaban el apoyo de su familia y no le ofrecían ninguno en el centro.

De hecho pasó justo lo contrario. Todo ese tiempo fue duramente castigada para persuadirla de denunciar la violación de la que aseguraba haber sido víctima. "Me hacían dormir en el suelo para que no te contara", le aseguró a su madre. Aun así, no consiguieron que la niña diese su brazo a torcer. Nuria seguía reclamando que le dejaran hablar con Claudia y amenazaba con escaparse si no se lo permitían.

Finalmente accedieron y la citaron para contárselo, a su manera. La versión inicial que dieron a su madre es que la niña había mantenido relaciones sexuales consentidas. "Tu hija lo ha permitido, me dijo así en mis narices", afirma Claudia. Pero a ella no le cuadró desde el momento en que preguntó la edad del chico y supo que tenía más del doble que su hija. "Una niña de 14 años no puede consentir", exclama. Y eso que todavía no sabía las circunstancias del encuentro.

¿Dónde estaba la Generalidad?

Claudia pidió que le dejaran hablar con su hija y no paró hasta conseguirlo. "Ese hombre me ha drogado, me ha violado", espetó la niña en cuanto alcanzó a verla. A la hora de relatar los hechos, nunca negó haber acudido a la cita voluntariamente. La propia Nuria reconoce que aquel día ella y una amiga habían quedado con un hombre que habían conocido en la red social Tinder y con el que habían acordado mantener sexo a cambio de dinero.

Las niñas sabían que otras compañeras del centro lo hacían, y aparentemente era dinero fácil. Pero no esperaban encontrarse lo que ocurrió al llegar al piso del joven. Él había preparado comida y bebida en la que -todo apunta, a la vista de los hechos denunciados- había introducido alguna sustancia para drogarlas y anular su voluntad. Nuria, que sí comió y bebió, acabó inconsciente en la cama.

Sin embargo su amiga, que no tomó nada, estuvo consciente en todo momento. Ella fue precisamente quien vio que el varón penetraba a Nuria vaginalmente mientras se encontraba dormida. Cuando se despertó, ni siquiera lo recordaba. Él, han asegurado las menores, era conocedor tanto de la edad de ambas como del hecho de que eran vírgenes. Aun así, no tomó ningún tipo de precaución.

De hecho, les pegó a las dos una enfermedad de transmisión sexual (ETS) que, de alguna manera, fue el detonante de que decidieran comunicarles a sus responsables de referencia en el centro de menores lo que había ocurrido. Hasta ese momento, habían guardado el secreto por miedo a las consecuencias. Pero ya no podían más y Nuria tenía claro que quería que su madre estuviese al tanto.

Claudia, por su parte, se pregunta cómo es posible que una administración como la Generalidad de Cataluña le quite a su hija bajo el pretexto de protegerla y termine pasando algo así. La historia relatada por Nuria es tremebunda: se había escapado, con la intención de prostituirse; acabó violada -aseguran las menores- en el piso de un hombre que le doblaba la edad; para colmo fue coaccionada por los responsables del centro, para que no denunciase a su agresor y así evitar que se le vieran las vergüenzas.

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