Menú

¿Por qué no se resolvió el asesinato de Juana Canal hace 20 años si "era evidente que en esa casa había pasado algo"?

"No hicieron nada", asegura una sobrina de la víctima. "Hay gente que desaparece, no hay que buscarle explicación", dijo un comisario a la familia.

"No hicieron nada", asegura una sobrina de la víctima. "Hay gente que desaparece, no hay que buscarle explicación", dijo un comisario a la familia.
La vivienda que Juana Canal compartía con Jesús Pradales en la calle Boldano (Madrid). | EUROPA PRESS

Pasan los días y los familiares de Juana Canal aún se sienten como si estuvieran "dentro de una película". Cuesta digerir toda la información que han recibido desde la detención de Jesús Pradales, tras casi 20 años de silencio. Es el tiempo que ha pasado desde su desaparición, el 23 de febrero de 2003. Ya no contaban con que el caso se pudiera resolver, reconoce Inma Castro Canal, sobrina y ahijada de la víctima, durante la entrevista para LD. La historia dio un giro de 180º después de que el que fuera pareja de su tía fuese arrestado el miércoles 26 de octubre.

La detención fue posible gracias a las nuevas pesquisas ordenadas por el Juzgado de Ávila encargado del caso desde que unos senderistas, a los que Inma y su familia están profundamente agradecidos, hallaran unos restos óseos —que resultaron ser de Juana— en un paraje cercano al municipio abulense de Navalacruz: la inspección del piso que Jesús compartía con la víctima, un nuevo rastreo de la zona en la que se encontraron aquellos primeros huesos (un fémur y parte del cráneo) y el pinchazo telefónico del sospechoso.

Estas actuaciones policiales han sido fundamentales para la resolución del caso. Ante la contundencia de las pruebas halladas contra él, Jesús se vino abajo y terminó confesando el crimen el mismo día de su detención: la mató de un golpe, la descuartizó en la bañera y ocultó su cadáver enterrándolo en una finca de la provincia de Ávila. En definitiva ocurrió tal y como pensaban los agentes que han realizado las últimas pesquisas, según confirmaron fuentes policiales a este periódico. Pero tenían que demostrarlo.

Para ello, pusieron en marcha una estrategia en la que el papel de los medios ha sido fundamental. El bombardeo de información sobre el caso puso nervioso a Jesús. Como esperaban que ocurriera, terminó metiendo la pata y pudieron detenerle. Y, aunque intentó engañar a los agentes con un par de versiones edulcoradas de los hechos, no le quedó más remedio que confesar y dar todos los detalles a los investigadores.

Tal y como se fueron conociendo los datos, la familia no daba crédito. "Las pruebas estaban en el mismo sitio hace 19 años y no se resolvió", exclama Inma. Le cuesta entender por qué no se hizo todo lo que se ha hecho ahora cuando desapareció su tía, una mujer muy especial —asegura—. "Hemos sido una familia muy pegada siempre", añade, "(Jesús) no tiene vidas para reparar tanto dolor".

La noche del crimen

Según ha declarado Jesús Pradales, la noche de autos discutió con Juani por dinero. Ella le habría tirado por el retrete la recaudación del taxi de ese día (él era taxista en aquella época). Da a entender —por tanto— que no hubo premeditación. Aunque lo cierto es que justo aquel día no dormía en casa el hijo mayor de la víctima, que vivía con ellos en el piso de la calle Boldano, en el distrito madrileño de Ciudad Lineal. El asesino confeso tenía vía libre.

Ahora se ha sabido además que aquella noche Juana llamó a la policía, "porque le estaban pegando". Unos agentes se personaron en la vivienda pero no realizaron ninguna diligencia. Parece ser que Jesús les dijo que recogería sus cosas y se iría de la casa. Pero lo que hizo en su lugar fue matarla y organizarlo todo para que pareciera que se había marchado.

La familia siempre pensó que aquella llamada la había realizado un vecino, pero fue la propia víctima. A Inma no le cabe en la cabeza cómo eso no fue suficiente para que la policía decidiera investigar a fondo. Después de aquel incidente, no se ha sabido nada más de su tía. Supuestamente se había ido de casa sin coger absolutamente nada: ni documentación, ni bolso, ni siquiera un abrigo (en pleno mes de febrero).

juana-canal-y-sobrina-inma-031122-recorte.jpg
Juani sosteniendo en sus brazos a su sobrina y ahijada, Inma Castro Canal.

La desaparición de Juani

En cualquier caso, al día siguiente es Sergio quien da la voz de alarma. Cuando llega a casa el 23 de febrero de 2003, Juana no está en casa. Tampoco Jesús, que le había dejado una nota para informarle de que habían discutido y su madre se había marchado sin que él pudiera impedirlo. En un principio pensó que podía ser como él le había contado en aquel trozo de papel, pero pasaban las horas y no volvía ninguno de los dos.

La familia de Juani quería creer a Jesús. Aunque no habían coincidido mucho con él, ella había dado muestras de que su relación iba en serio. Incluso había organizado una "presentación oficial", a la que acudieron sus hermanos y su madre. Dieron por supuesto que cuando ocurrieron los hechos ellos estaban bien juntos, y deseaban pensar "que seguía viva". Lo que nunca les cuadró es que se hubiera marchado de casa sin sus pertenencias y sin despedirse de nadie. "Nunca habría abandonado a sus hijos", asevera Inma.

Ese día al ver que su madre no regresa, Sergio se pone muy nervioso. Apenas tenía 18 años. Así que decide avisar a su tía Ana y consultarle cómo debía actuar: "Mamá no está aquí, ¿qué hago?". Todos comienzan a movilizarse y su sobrina Inma decide irse a hacer compañía a su primo. Fue a denunciar "el mismo día 23" y le dijeron "que es muy pronto, que tiene que esperar un día más". Le recomendaron que, si no aparecía, volviese al día siguiente y "le tomaban la denuncia". En esas primeras horas, no supieron nada de Jesús.

El extraño regreso de Jesús

Tal y como les habían indicado, el día 24 de febrero acudieron de nuevo a la comisaría de Ventas a poner la denuncia de la desaparición de Juani. Iba la propia Inma con un tío suyo, acompañando a Sergio. Pero no les dejaron entrar. El hijo de la víctima acababa de cumplir los 18 años y les dijeron que "él podía hacerlo solo".

Esa noche, Inma se quedó con su primo en casa de Juani —y Jesús, que seguía sin dar señales—. No se atrevieron a irse a las habitaciones, así que se quedaron dormidos en el salón. Ya de madrugada, "de repente suena el timbre de la puerta". Se asustaron, no sabían "qué le había ocurrido a Juani y si podía ser alguien que le hubiera hecho algo". No iban desencaminados, aunque no ha tenido la certeza hasta 19 años después.

"Nos acercamos con miedo a la puerta, Sergio mira por la mirilla y me dice: es Jesús", recuerda Inma. Les extrañó que llamara al timbre, era su casa. "Venía a devolvernos las llaves, que las tenía en la mano, pero llamó. Imagino que para comprobar si estaba Sergio", reflexiona. Llegó "con cara de carnero degollado" diciendo "la he buscado, la he buscado, pero no la encuentro". "Como no va a volver", añadió, "aquí te dejo las llaves". A Inma se le quedaron grabadas a fuego aquellas palabras: "No va a volver".

La casa del horror

"Cuando yo entro en esa casa... era evidente que en esa casa había pasado algo", exclama Inma, "a la policía se lo dije". "No sé cómo explicarlo porque era un desorden, el de la casa en general... Me encontré la casa llena de cuchillos tirados por todos lados", relata para LD. "Mucho desorden. Mucho desorden, esos cuchillos... En la declaración a la policía les dije: voy a decir cubiertos, pero sólo recuerdo cuchillos, muchos cuchillos".

En aquel momento, ella tenía apenas tres años más que Sergio (21). Ambos estaban muy impresionados por todo lo que estaba ocurriendo. Pero seguían "esperando a que volviese Juani". En ese momento, todo era confuso y les podía su deseo de que estuviera viva. "Ahora todo cuadra", señala, "pero entonces preferíamos pensar en el abandono a que estuviese muerta". "Yo creo que por instinto", añade.

"Ese tío nos dijo que estaba viva, que se fue... pues nosotros nos pusimos a recoger la casa, para tenerla recogida si venía". Es lo que pensaron dos jóvenes superados por una situación absolutamente anómala. Pero pasaron los días, las semanas, y ella no volvía. La madre de Inma y hermana mayor de Juani —Carmen—, intentó que Jesús se involucrara en la búsqueda, que les ayudara de alguna manera, pero no lo hizo. "Que este tío pasase", les pareció una señal de que algo más ocurrió la noche que discutieron.

Pidió dinero a su hijo, después de matarla

La "indecencia" de Jesús le llevó incluso a llamar al hijo mayor de Juana para pedirle dinero después de haber matado, descuartizado y enterrado —como sabemos ahora— a su madre. Sergio acudió a él para continuar buscando a su madre en los días posteriores a su desaparición, pero no le hizo caso. Sin embargo, sí le llamó más tarde para reclamarle alrededor de 600 euros.

Se refería a la recaudación del taxi que ella —supuestamente— le había tirado por el retrete. Hecho que provocó, ha declarado él, la discusión que fue origen del suceso. "Tuvo que intervenir un tío mío para decirle: déjale en paz, déjale de pedir dinero", comenta Inma. Después perdieron el contacto con él, ni siquiera les cogía el teléfono. Ni siquiera se mostró colaborador con la policía, teniendo en cuanto que fue la última persona que había visto a Juani aquel fatídico 23 de febrero.

¿Incapaz de matar una mosca?

La familia de Juani se sintió muy abandonada tras la desaparición de Juani. El comisario de Ventas de entonces se decantó por la marcha voluntaria desde el principio. No le pareció que hubiera que darle demasiadas vueltas al caso. "Mi madre se presentaba allí, mis tías se presentaban allí, y el señor nunca tenía tiempo", asegura Inma.

"Hay gente que desaparece, no hay que buscarle explicación", era una de las frases que les decía. "Éste no es capaz ni de matar a una mosca", concluyó sobre Jesús, la pareja de Juani en aquel momento. En ambas cosas se equivocaba: había un motivo por el que no regresaba y Jesús era el culpable de lo que le había ocurrido.

Inma aún se enerva cuando piensa en aquellas palabras. "Os llamó una señora a la que estaban pegando, desapareció esa misma noche y dice de ese señor que no es capaz ni de matar una mosca... Es cuestión de sentido común o de ganas de trabajar. No hicieron nada", sentencia. "Si hubiésemos tenido el equipo que ha estado ahora otro gallo hubiese cantado".

Aquella actitud hizo mucho daño a los seres queridos de Juani. En particular al hijo mayor de la víctima, que vivía con ella y su pareja en el momento de su desaparición. Nunca superó el supuesto abandono de su madre. Murió hace ocho años, pensando que se marchó voluntariamente sin mirar atrás. Hasta 2019, no se hallaron los huesos que confirmaron su muerte y posteriormente su asesinato.

Temas

En España

    0
    comentarios