
La aventura barcelonesa de Manuel Valls se saldó con un sonoro fracaso. Recibido en Cataluña por Ciudadanos como una suerte de antídoto frente al independentismo, se formó una coalición para concurrir en las pasadas elecciones municipales en Barcelona con el nombre "Barcelona pel Canvi-Ciutadans" que obtuvo seis concejales, lejos de sus pretensiones iniciales. Sin embargo, cabe recordar que la fragmentación de voto hizo que la lista más votada fuera la de ERC, con diez ediles, seguida de la Colau, con los mismos concejales pero menos votos. El alcaldable Valls quedó por encima de Junts por un concejal y a dos de distancia del PSC, el tercero en discordia. El último partido que logró entrar en el Consistorio condal fue el PP, con dos ediles.
De modo que Valls no alcanzó su objetivo, aunque sí superó una barrera, la del gasto electoral en propaganda, razón por la que el Tribunal de Cuentas le impuso una sanción de 25.000 euros. Y otra multa más por pagos de gastos de la coalición a cargo de terceros que se eleva a 251.698,28 euros.
Tras el fracaso electoral, Valls dio su voto a Colau para que no pudiera gobernar ERC, lo que provocó la división de la plataforma. En agosto del año pasado, Valls, aburrido de los plenos municipales y de la falta de recorrido de su proyecto, decidió regresar a París, no sin antes declarar que se sentía orgulloso de haber frenado al separatismo en Barcelona.
Sin embargo, dejó un "pufo" traducido en una multa que según la reseña del Tribunal de Cuentas en su página de transparencia nadie ha recurrido ante el Tribunal Supremo, lo que es norma común en el resto de los partidos multados, entre ellos el propio PSC, con una sanción de 49.201 euros ya con su correspondiente recurso contencioso administrativo ante el citado Supremo.
La multa a la plataforma de Valls es la más alta de cuantas ha impuesto el Tribunal de Cuentas por las elecciones municipales celebradas hace casi tres años y medio, según consta en la memoria