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ERC, Junts y la CUP denuncian que un policía infiltrado tenía relaciones "sexoafectivas" con activistas

Exigen explicaciones a Marlaska con la excusa de que un medio catalán ha detectado a un topo de la Policía en entornos okupas y proseparatistas

Exigen explicaciones a Marlaska con la excusa de que un medio catalán ha detectado a un topo de la Policía en entornos okupas y proseparatistas
Imagen de archivo de una manifestación en Barcelona a favor de un centro okupado | Europa Press

Conmoción en el separatismo y en los "movimientos sociales" de Barcelona. Dani, un joven mallorquín que lucía tatuajes, pendientes, pañuelos palestinos, camisetas con mensajes contra la policía y un peinado mohicano no era quien decía ser, sino un agente del Cuerpo Nacional de Policía infiltrado que se valió de sus artes seductoras y amatorias para introducirse en círculos "okupas", ácratas y partidarios del "derecho a decidir". Eso es lo que asegura un digital de la esfera radical catalana, Directa.cat, en los siguientes términos: "Después de una larga y minuciosa investigación la Directa ha podido confirmar que estamos ante una operación de introducción de múltiples espías en el activismo bajo la batuta jerárquica del ministro de Interior español, Fernando Grande-Marlaska".

La publicación del supuesto caso ha puesto en pie de guerra a los partidos independentistas, que no han dudado en exigir la comparecencia del ministro Marlaska. También se han sumado EH Bildu, el Bloque Nacionalista Gallego (BNG) y hasta los socios de Podemos. Ha sido el portavoz del grupo parlamentario de Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados, Jaume Asens, quien tras ponderar que los "movimientos sociales" son fundamentales para el "cambio democrático" ha prometido que registrará una petición en el Congreso para forzar que el Gobierno dé explicaciones.

El asunto escuece en los "movimiento sociales" porque según el relato del referido digital, el supuesto policía nacional había mantenido relaciones "sexoafectivas" con al menos ocho activistas, cuyos testimonio se recopilan en una pieza aparte titulada "Las relaciones sexoafectivas como estrategia de infiltración" y cuyo sumario destaca que "el policía encubierto encadenó y superpuso relaciones con mujeres de diferentes proyectos políticos de la ciudad de Barcelona para afirmarse en determinados espacios y dar credibilidad a su personaje".

El "personaje" habría aparecido en junio de 2020 en un gimnasio de un centro social okupado llamado "La Cinètika", del barrio barcelonés de Sant Andreu, con la excusa de que buscaba un lugar barato para entrenar. A partir de ahí comenzó a entablar relaciones, sobre todo con mujeres pertenecientes a colectivos okupas, independentistas y "alternativos". Alquiló un sobreático donde organizaba barbacoas, se implicó en las actividades antisistema, participó en manifestaciones, se enfrentó a agentes de la Guardia Urbana de Barcelona y según el digital llegó a encararse con miembros de "Desokupa" en protestas contra desahucios.

Al tiempo, se tatuaba el cuerpo con símbolos anarquistas y establecía relaciones sentimentales con mujeres de esos grupos. Una de ellas, que se define como anarquista y vinculada al escultismo, ha sido entrevistada por el medio que denuncia la presunta infiltración. La mujer no sale de su asombro e indignación y a la pregunta de que cómo describiría su carácter explica que era "extrovertido, atento, muy amable con todo el mundo y dispuesto a ayudar". Y añade: "Era muy simpático y hablador. Se ganaba la confianza de todos con facilidad e incluso me decía que venía gente a explicarle 'sus dramas'. Me cuidaba mucho y era un prototipo de tío que piensas que no existe".

Consumidor de alcohol y drogas

El supuesto policía bebía y consumía estupefacientes, al tiempo que se sumaba a cuanta protesta se organizara en su entorno. Su exnovia refiere ahora "mucho miedo y ansiedad". "Cuando veo un policía me pongo muy nerviosa. Me he sentido muy utilizada, nos ha utilizado como mujeres y como activistas y eso me provoca mucho asco e impotencia. Si quería investigarnos, que creo que sería igual de grave, no hacía falta que generase estas relaciones tan intensas, ha hecho muchas cosas que no eran necesarias".

Según el digital, no hay duda de que este hombre era policía. Adjunta sus iniciales y asegura que el presunto topo cometió dos fallos que han posibilitado acceder a datos abiertos sobre su pasado y presente. Pero hay más, una prueba pericial fisionómica basada en imágenes sobre su paso por la Academia de Policía de Ávila y sus imágenes como activista. El medio alude a un informe que concluye que "las fotografías corresponden a una única y misma persona". Sin embargo, no da más datos sobre quién ha realizado tal "informe pericial".

Los partidos independentistas así como Unidas Podemos tampoco tienen dudas. Este es un nuevo caso de espionaje, pero a diferencia de la intervención de teléfonos móviles con el programa espía Pegasus, se trata de un trabajo sobre el terreno de los "múltiples" agentes que Grande-Marlaska ha desplegado sobre el terreno en los movimientos "sociales" e independentistas.

El supuesto "agente" ha desaparecido del mapa. Sus exparejas han dejado de tener noticias de él. Ya no aparece por el gimnasio ni por los locales okupados. Tampoco se le ve en las manifestaciones y protestas. Adujo que le había salido un trabajo en el extranjero, en Dinamarca, y sus examigos y exparejas le han perdido el rastro. Pero están convencidos de que el joven tatuado era un policía de Marlaska y parte de la gigantesca operación de espionaje del Estado contra el independentismo.

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