La Audiencia Provincial de Logroño acoge desde este lunes el juicio con jurado contra Francisco Javier Almeida por el asesinato y agresión sexual a un niño de nueve años -Álex- el 28 de octubre de 2021 en Lardero (La Rioja). Un caso controvertido debido a que el acusado se encontraba en libertad condicional y no hubiera podido cometer los hechos que se le imputan de haber estado en la cárcel, como determinaba la condena a 30 años de prisión que se le impuso en 2001 por los mismos delitos.
Almeida es un asesino y agresor sexual reincidente. En 1993 fue condenado a 7 años de prisión por la agresión sexual a una menor. Con la segunda víctima, una agente inmobiliaria, dio un paso más y además le quitó la vida. Fue en Logroño, en el año 1998. Le impusieron una condena de 20 años de cárcel por el asesinato y otros 10 años por la agresión sexual, en 2001. Gracias a la entrada en vigor de la ley del ‘sólo sí es sí’, la pena por la agresión sexual pasó de diez a ocho años de prisión.
En cualquier caso, el acusado no tenía que estar en la calle. Accedió al tercer grado con la oposición de la mayoría de los miembros de la Junta de Tratamiento de la cárcel de El Dueso (Cantabria), donde estaba internado, por considerar que había riesgo de reincidencia. No se equivocaban. Ahora el fiscal y las acusaciones, particular (ejercida por la familia del menor) y popular (la Asociación Clara Campoamor) piden la prisión permanente revisable por el delito de asesinato y 15 años de cárcel por la agresión sexual.
Almeida provocó al menor "una muerte extremadamente violenta y la agresión sexual más todavía", ha declarado el teniente de la Policía Judicial que dirigió la investigación durante la segunda sesión del juicio. El acusado lo tenía premeditado, salió de caza. Según las imágenes captadas por una cámara de seguridad de su portal, a las 20:07 se dirigió a un parque cercano a su domicilio -Entre Ríos-. Una vez llegó, "se sentó en un banco a observar y seleccionó a su víctima de forma aleatoria, la más vulnerable, y la convenció para que le acompañase a su domicilio", ha asegurado el agente.
Le pidió al pequeño Álex que fuese con él con la excusa de cuidar de un perrito que le dijo tenía en su casa. El niño le creyó y siguió sus instrucciones. Subió por las escaleras, como él le indicó, y entró en su casa. Las huellas del calzado del menor indica que se dirigió al dormitorio, donde hallaron pelos de fibra sintética que se corresponden con la peluca de su disfraz (por la fiesta de Halloween) y el pantalón que llevaba puesto. La autopsia constató que el niño estaba vivo en el momento de la agresión sexual, y que después le dio muerte por estrangulación, presionando el brazo sobre el cuello.
No estaba borracho
Después el acusado vistió al niño de manera "precipitada" y salió con él en brazos, con "la bragueta de bajada". Nunca sabremos cuál era su intención. Fue sorprendido en el portal por varios policías locales que buscaban al menor que había desaparecido por la zona. Les dijo que se había "desmayado". Según los agentes, estaba "tranquilo" y "no parecía borracho".
Un tema en el que se ha incidido en varias ocasiones. Todos los agentes que han declarado han insistido en este extremo. Uno de ellos ha explicado que difícilmente podía estar "muy afectado" por el alcohol, teniendo en cuenta que "bajó de un tercero a segundo piso con un niños de 35 kilos".
Han desmontado por tanto la versión Almeida, que declaró el lunes que no recordaba prácticamente nada porque había bebido mucho. "Todo está nublado. Solo recuerdo que le tapé la boca y, cuando me di cuenta, algo pasó. Yo no le asfixié, perdió el conocimiento. Después, bajé con la escalera con el niño en brazos para pedir ayuda porque creía que seguía vivo", dijo en la primera sesión del juicio.
Sí recordaba, sin embargo, que el pequeño accedió "voluntariamente y sin forzarle" a tener relaciones sexuales con él. "La persona que ha hecho eso no soy yo, es otra persona distinta", afirmó. No obstante, él mismo reconocía que era "el que ha matado al niño de Lardero" en una carta que remitió al capellán de la prisión y que ha sido mostrada en las pantallas de la sala de vistas.