Leonardo Valencia, el joven colombiano conocido como el ‘carnicero tatuador’ de Valdemoro, ha declarado este jueves en el juicio que se sigue contra él en la Audiencia Provincial de Madrid por el asesinato y descuartizamiento de Emilce C. L. -de 18 años- el 16 de octubre de 2019. Y ha dado la sorpresa.
El día de los hechos, la joven acudió al chalet ocupado en el que vivía el acusado para adquirir unos medicamentos que éste vendía sin receta. A ellos, les unía una cierta relación de amistad. Él le había hecho algunos tatuajes tiempo atrás y se veían de vez en cuando. Pero lo que ocurrió en esta ocasión parecía sacado de una película de terror.
La escena que encontraron los investigadores era dantesca. El cuerpo de la chica había sido mutilado y sus restos estaban repartidos por toda la vivienda. La cara, los pezones y los trozos de piel donde se encontraban los tatuajes que el colombiano le había hecho, habían sido recortados.
Según el relato de la fiscalía, Leonardo llevaba tiempo con la idea de matar en la cabeza y aquella noche habría materializado sus fantasías con Emilce, a la que le clavó un bisturí en el abdomen. Sin embargo, el ‘carnicero tatuador’ -que inicialmente reconoció el crimen- ha cambiado su versión.
Para asombro de los presentes, el joven ha asegurado que la chica murió mientras realizaban juegos sexuales con una máscara sadomasoquista que la terminó asfixiando y que no fue él quien descuartizó el cuerpo. Según ha afirmado durante su comparecencia, su novia -Celia- habría sido la autora intelectual del plan para deshacerse del cadáver.
La muerte de Emilce
Según se desprende de las pesquisas policiales, el día de los hechos Emilce consumió varias cervezas y pastillas de Rivotril en el dormitorio principal, situado en la primera planta de la casa. Ya de madrugada, entre las dos y las tres, el acusado intentó ahogarla por la espalda -con la técnica del "mataleón"-, "aprovechando" su "estado de somnolencia". Pero no lo logró y lo intentó de nuevo con un cable, que terminó por romperse.
Finalmente, lo consiguió clavándole un bisturí. Y, una vez muerta, la trasladó a la bañera para terminar su obra. Usó el arma del crimen para realizarle una incisión desde el ombligo hasta la clavícula en forma de "Y", emulando una lámina que tenía colgada en su cuarto. Una sucesión de acontecimientos que nada tienen que ver con la versión ofrecida este jueves por Leonardo.
Él ha explicado que aquella noche se vieron porque ella "estaba triste", que estuvieron "jugando" un rato, sin llegar a mantener relaciones sexuales "con penetración", y que le colocó una máscara negra -tipo sadomasoquista- que la terminó asfixiando. Leonardo ha señalado que se la ató al cuello y ella le dijo que estaba "demasiado floja", así que la apretó "sin saber qué presión introduje". Después, ha dicho, bajó a por bebida.
"No sé cuánto tiempo pasó", ha añadido, "al volver le di un cachete en la nalga y ya no respondía". Entonces procedió a quitarle "la máscara y el film, de las manos y los pies". Pero cuando cayó en la cuenta de que la chica estaba muerta, no supo qué hacer. Así que esperó a que se despertara su novia a la mañana siguiente para que le diera "un consejo". Ella sería por tanto quien tuvo la idea de desmembrar el cadáver para tratar de deshacerse de Emilce.
El papel de Celia
"Si Celia me hubiera dicho que fuésemos a la policía, hubiéramos ido", ha aseverado. Eso sí, el ‘trabajo’ lo hicieron juntos. Según ha reconocido, ambos mutilaron el cuerpo, fruto "del egoísmo y mucha crueldad". Pero -ha afirmado- era "la única salida". Esta parte, la de que ambos hubieran podido intentar deshacerse del cadáver, es quizás la única que podría encajar con la investigación desarrollada por la Guardia Civil.
Los agentes han explicado durante el juicio que Leonardo "separó las piezas del cadáver con un hacha como un carnicero" pero que otras habían sido tratadas con la minuciosidad "de un cirujano". El acusado -por su parte- ha alegado que era imposible que él hubiera podido realizar cortes con tanta "precisión", dadas las cantidades de alcohol y drogas que había consumido.
En definitiva, Leonardo se habría descargado -con esta declaración- de toda responsabilidad en los hechos juzgados. Su abogado, Marcos García Montes, ha sostenido que la muerte de Emilce fue "consecuencia de una satisfacción sexual, sin que tuviera ánimo alguno de causar la muerte" y ha destacado que el nuevo relato del acusado encaja con la versión ofrecida en el momento de su arresto, cuando confesó que "se le había ido de las manos" y mató a la joven.
¿Adicciones y traumas?
Nos preguntamos entonces dónde quedan las adicciones y traumas alegados inicialmente para explicar el comportamiento de Leonardo. El juicio arrancó el 8 de marzo bajo esa premisa. El abogado defensor sostenía entonces que su cliente perpetró los hechos bajo los efectos de las drogas y solicitaba que se le condenara a tres años de cárcel por un delito de homicidio imprudente con la atenuante por adicciones.
"Tenía un problema gravísimo de cocaína", argumentó el letrado. "Entre la ingesta de cocaína y la cabeza, se le fue", llegó a decir introduciendo la segunda posible circunstancia atenuante, sus supuestos problemas mentales. El último argumento de la defensa sería el de su infancia traumática. "Es un chico con una vida muy triste. Con siete años, su padre le llevaba de prostitutas y los servicios sociales de Valdemoro le tenían que coger por la calle", explicó entonces.
En cualquier caso, el relato fiscal destaca que actuó con un desprecio total por el sufrimiento de la víctima. El Ministerio Público solicita 25 años y cinco meses de cárcel para el acusado, que tenía 27 años en el momento del crimen, por los delitos de asesinato y profanación de cadáver Las dos acusaciones personadas en la causa, por su parte, piden prisión permanente revisable. Entretanto, el acusado permanece en situación de prisión provisional.