
El Mundo
"El adiós de Espinosa, ‘ahogado por el núcleo duro’, rompe Vox". "La dimisión de Iván Espinosa de los Monteros representa el último capítulo de la deriva autodestructiva en la que se encuentra embarcado Vox desde que Santiago Abascal entregó los mandos del partido al sector integrista que encabeza Jorge Buxadé", dice rotundo el editorial.
"Estamos en la práctica ante un proceso de refundación encubierto hacia posiciones netamente antiliberales y antipolíticas". "Esta carrera de degradación ha culminado con la selección de perfiles impresentables, obscenamente provocadores, durante las negociaciones de los gobiernos autonómicos, y con el desarrollo de una campaña para el 23-J dirigido a convertirse en una caricatura de sí mismo que excitase la movilización de la izquierda y disuadiera al electorado más moderado de apoyar al PP". Básicamente, Vox ha sido el principal culpable de que vayamos a tener sanchismo por los siglos de los siglos, el mejor aliado de Sánchez.
"El resultado de esta estrategia suicida ha sido para Vox la pérdida de 650.000 votos y 19 diputados, pero principalmente haber privado a la derecha social de la posibilidad de la alternancia, entregando a Pedro Sánchez la opción de reeditar mandato de la mano de Arnaldo Otegi y Carles Puigdemont". Así que a ver si la gente recupera la cordura y deja de votar a Vox, como dejaron de votar a Podemos.
"Si el modelo de organización que adopta una formación política suele ser el reflejo de su propuesta a la sociedad, el Vox de Buxadé deja poco espacio para la duda: culto vertical al líder, opacidad al máximo en la toma de decisiones y persecución implacable al disidente por talentoso que sea. En sus últimos escritos publicados, el secretario de Acción Política de Abascal dibuja un programa político en torno a tres ejes —Dios, patria y familia, exclusivamente la tradicional— expresados en términos de ‘cruzada cultural’ y regresión ideológica tan rancios que implicarían una reedición indeseable de la España del nacionalcatolicismo, confesional y uniforme". Vamos, justo la ultraderecha que la izquierda quería que fuese Vox. Y sí, a ellos no les molesta lo más mínimo la ultraizquierda. Pero a la gente le da menos miedo, no me pregunten por qué.
El País
"El ala más dura se impone en Vox con la salida de Espinosa de los Monteros". Qué regalo para Sánchez y sus medios. "Espinosa de los Monteros dimite después de que la dirección intentara apartar a Rocío Monasterio de Madrid y le puenteara en las listas electorales al Congreso", dice Miguel González. Mira, lo de Monasterio es nuevo. "Según fuentes de su entorno, Espinosa de los Monteros tenía su decisión tomada hace semanas, pero dejó que pasaran las elecciones para no perjudicar a un partido que contribuyó a fundar y del que este martes aseguró que seguirá siendo militante de base". Pues flaco favor le ha hecho a España. Si lo hubiera hecho antes, otro gallo cantaría.
Cuenta El País que todo empezó por las purgas en las listas. "Los muñidores de las candidaturas habían sido el vicepresidente de Acción Política, Jorge Buxadé, y su mano derecha, Ignacio Hoces. El primero, miembro del Opus Dei como el secretario general del partido, Ignacio Garriga, encabeza el sector integrista católico, ultraconservador en lo moral y proteccionista en lo económico, que ha ido arrinconando hasta laminarlo a los ultraliberales, seguidores de los postulados de Margaret Thatcher y Ronald Reagan". Mira que le gusta a El País la palabra ultra. Eso sí, nunca la utilizan para definir a los ultras de izquierdas.
"Poco a poco, los dirigentes de Vox que no se pliegan a las instrucciones del aparato que controla Buxadé han sido excluidos o condenados al ostracismo. Espinosa era uno de los diputados más sólidos de la formación ultra, con un discurso menos incendiario que el de otras figuras de Vox", dice el editorial. "Al contrario que Abascal, evitaba meterse en los charcos de sus teorías más excéntricas y conspiranoicas", dice Pepa Bueno. ¿Abascal incendiario? Más incendiarios son los socios de vuestro jefe Sánchez. No hay más que oír a Rufián.
"La batalla que termina con el paso al lado de Espinosa de los Monteros no ha sido, sin embargo, ideológica, ni siquiera una guerra cultural, como le gusta predicar a Vox, sino una lucha encarnizada por el poder". "Las pugnas entre distintos sectores o familias son habituales en los partidos". Sí, El País sabe bastante de eso. Pues no ha hecho purgas El País desde que llegó Pedro Sánchez. Que lo diga Antonio Caño. "Vox ha laminado la democracia interna", igualito que Pedro Sánchez en el PSOE.
"La democracia interna es el mejor sistema para encauzar y resolver los conflictos. Cuando se suprime, la tensión se acumula sin válvula de escape posible, hasta que estalla causando destrozos irreparables. Y espantadas como la de Espinosa de los Monteros". Eso mismo se lo puedes contar a Pedro Sánchez, Pepa, que es lo que ha hecho en el PSOE.
ABC
"La salida de Espinosa de los Monteros destapa la crisis interna en Vox". Dice el editorial que "estamos ante una pérdida importante para Vox que sus líderes no pueden subsanar limitándose a tuitear una despedida, como ha hecho Abascal. El líder de Vox tendrá que salir de su zona de confort y dar muestras de que ha sido capaz de descifrar el mensaje que le mandó el electorado". ¿Que Abascal se ponga a currar? A ver si le vas a fastidiar sus eternas vacaciones.
"Ante la opinión pública el partido hoy es una nave inclinada, donde reina la opacidad respecto a quiénes están en el puente de mando y con qué se impulsa su trayectoria. Estás incógnitas y sospechas se ven retroalimentadas por la permanente beligerancia hacia los medios de comunicación –estrategia de la que Espinosa de los Monteros no ha sido ajeno–, en una extravagante apuesta por convertir la antipolítica y la ausencia de rendición de cuentas en una seña de identidad de la derecha populista española". Ayer también lanzó su pullita contra los medios. No se dan cuenta de que eso les perjudica. Las elecciones no se ganan en Twitter.
Cristina Casabón dice que "hace tiempo que el partido ha abandonado su esencia". "Vox debería hacer una reflexión sobre su estrategia y volver a su esencia como partido thatcherista, puesto que ahí es donde tiene su caladero de votos. Pero la fuga de Espinosa de los Monteros indica que no habrá ni autocrítica ni caminito liberal", así mejor que se disuelvan y dejen de estorbar.
La Razón
"El ‘ala dura’ de Vox fuerza la salida de Espinosa de los Monteros". "El malestar de Iván Espinosa de los Monteros viene de antes de las generales del 23J, cuando el ‘ala dura’ y más ultraconservadora de Vox comenzó a tomar el partido, barriendo incluso de las listas a algunos diputados más liberales y ejecutando un golpe de mando con respecto a los pactos autonómicos que se estaban llevando a cabo: sillones frente a políticas". Y Abascal mirando a las musarañas. Ha perdido el control del partido y se le nota. Sería mejor que dimitiera y dejara al frente a Buxadé. Al cabo, es el que manda.
El editorial tiene la misma lectura. "El alma liberal y posibilista del grupo primigenio fundador ha sido reemplazada por un enfoque estatista extractivo, incluso populista a imagen y semejanza de su espejo francés, con un significativo aderezo de reconocidas corrientes religiosas que se han hecho presentes e influyentes en las estructuras dirigentes". Dan pánico.
"De momento, el giro iliberal del grupo se ha traducido en un fiasco, con la pérdida de 19 escaños y 700.000 votos en las generales, sin que los actuales cabecillas hayan realizado la mínima autocrítica sobre las consecuencias del discurso y la estrategia que se centraron en acosar a Feijóo y olvidarse de Sánchez". Más a trabajar para él. Vox ha sido el mejor aliado de Sánchez.
"Para el futuro de la nación y de la alternativa al sanchismo, toda eventualidad que aliente la concentración del voto del centro derecha en el Partido Popular como opción mayoritaria y vertebradora es una oportunidad. Los once millones de sufragios del 23J reagrupados se traducirían hoy en una mayoría absoluta reforzada. Esa debe ser la meta". Vamos, que La Razón está feliz con esa deriva que se va a llevar a Vox por sumidero de Cs y Podemos.
Dice Marhuenda que "es evidente que Vox sufre una crisis profunda". "Los militantes de Vox han decidido apoyar un modelo de partido centralizado donde el control está en manos de Abascal y sus personas de confianza". Más bien en manos del Opus. "Por supuesto, el partido cumple las exigencias legales, pero se ha optado por que el mando recaiga, única y exclusivamente, en un líder que maneja la formación a su antojo". Bueno, en eso es igual que el PSOE.
"El defenestrado portavoz ha acertado con la renuncia, porque se ahorra que lo humillen prescindiendo de él como hacía Pablo Iglesias con los que quería purgar". Y porque se lo puede permitir.
Carmen Morodo canta las verdades del barquero. "Vox ha entrado en el mismo camino que Ciudadanos después de haber actuado de principal tabla de salvación del ‘sanchismo’ en esta campaña electoral. Si Sánchez tiene la oportunidad de intentar una nueva investidura aupado por Puigdemont, Junqueras y Otegi es gracias a Vox. Y la primera factura es la baja de Espinosa de los Monteros, todo un símbolo del camino que ha elegido el nuevo mando del partido". Le han hecho la campaña a Sánchez asustando a la gente. Pero mira, se han quitado la careta.
"Si hubiera repetición electoral, Vox tendrá un problema. Y si no la hay, el golpe les llegará en la siguiente convocatoria electoral". "Vox ha comprobado en estas elecciones que su discurso asusta en un electorado que demanda gestión y eficiencia más que principios campanudos que en algunos casos recuerdan a la España en blanco y negro de la etapa pre-democrática". ¿Cómo no va a asustar al personal? Como dice Carmelo Jordá en un excelente artículo en Libertad Digital, "en España hay muchas personas de derechas pero muy pocas de la derecha tradicionalista, religiosa y casposa que representan Buxadé y los que lo rodean".
"Son igual de peligrosos que los de Podemos, pero bajo la inspiración de El Yunque en lugar de ‘beber’ del populismo bolivariano", concluye Morodo. A Abascal se le ha ido la olla. ¿Qué ha hecho en su partido? ¿Por qué lo ha hecho? ¿Por dinero?