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Así captan las sectas del siglo XXI: "Ni a tontos ni a vagos ni a gente sin recursos"

Hoy, buscan "gente competente y con dinero". Por eso, han cambiado sus reclamos. Se esconden tras el coaching, el desarrollo personal o la meditación.

Hoy, buscan "gente competente y con dinero". Por eso, han cambiado sus reclamos. Se esconden tras el coaching, el desarrollo personal o la meditación.
Proliferan los grupos sectareos de corte político, empresarial o filosófico. | Pixabay

Todos somos susceptibles de caer en las redes de una secta. El perfil de los adeptos a este tipo de grupos ha cambiado mucho en las últimas décadas. Está muy extendida la creencia de que las personas que son captadas pertenecen a determinados estratos sociales, tienen escasa formación, vienen de familias problemáticas o son especialmente vulnerables por una determinada circunstancia. Pero en la actualidad no es más que uno más de los mitos que los expertos quieren desterrar.

"Es que nunca ha sido verdad", asevera la psicóloga Laura Merino en declaraciones a Libertad Digital. Es especialista en grupos de manipulación y abuso psicológico, y ha estado más de 10 años trabajando con un centro dedicado exclusivamente a la investigación de las sectas. "A día de hoy tenemos un perfil de los adeptos bastante claro: ni son tontos, ni analfabetos, ni vienen de familias desestructuradas".

Podríamos decir que es más bien todo lo contrario. "En los años 70/80 es cierto que había un sector de población analfabeto y con pocos estudios que se mostró más vulnerable a ciertos grupos fanáticos religiosos, pero afortunadamente ese perfil de personas ya casi es inexistente en España", señala. "Y, sin embargo, las sectas ni han desaparecido ni han dejado de tener adeptos", añade. "Hoy en día un grupo de este tipo no quiere ni a tontos, ni a vagos, ni a gente sin recursos. Quiere gente competente y con dinero, capaz de hacer proselitismo".

Según relata la psicóloga experta en grupos sectarios, a través de las investigaciones que hacían en el mencionado centro, detectaron -entre otras cosas- que más de la mitad de los pacientes que atendían al año tenían estudios universitarios. "Estamos muy equivocados en la idea que tenemos del perfil del adepto", exclama. La posibilidad de que una persona sea captada no tiene que ver con la formación o la inteligencia, nos asegura. Ni siquiera con la vulnerabilidad porque -como veremos más adelante- "si no la tienes, te la crean", asevera.

No es cuestión de inteligencia

En la actualidad, el perfil de alguien que es captado por una secta suele responder al de una persona "idealista, trabajadora, que se esfuerza y que -quizás- cree en cosas poco documentadas, pero creer en cosas raras no nos hace menos inteligentes". "Las familias con las que yo trabajo vienen muy impactadas", exclama Merino.

Los padres no entienden cómo le ha podido ocurrir algo así a su hijo "que tiene estudios, que siempre ha sido eficiente, que viene de una familia estructurada... Y, sin embargo, ha podido ser captada y convencida de cosas tan rocambolescas como las que le han llegado a decir". "Pero es que ese es precisamente el perfil que buscan, particularmente los grupos de corte pseudocientífico".

Hacen que el adepto se sienta "inteligente, especial, coach, profesor o experto en lo que sea que le está formando el grupo". Por eso, "tiran mucho de psicólogos, periodistas, filósofos... Médicos no imaginamos los que hay, en grupos de corte psicoterapéutico o de estafa empresarial". "Y para hacer la carrera de Medicina es necesario tener unas capacidades determinadas", exclama.

Tenemos que tener en cuenta que no nos van a intentar captar por la vía intelectual, sino por la emocional. "El mundo se empeña en que sí, en intentar hacer razonar a los sectarios, cuando la vía de entrada y establecimiento es la emoción", explica. "Por eso la persona más inteligente del mundo puede ser susceptible", señala la experta consultada por LD.

El caso de Steve Jobs

Conocido es el caso de Steve Jobs, cuya inteligencia nadie cuestiona. Sin embargo, como el propio fundador de Apple reconoció en su biografía, "cuando le diagnosticaron cáncer de páncreas siguió las instrucciones de su gurú de cabecera y tardó seis meses en ponerse en manos de los médicos".

"Yo le agradezco que lo dejara escrito porque es muy buen ejemplo" de lo que estamos hablando. Él era inteligente pero también muy místico. Su gurú le dijo que "eso lo arreglaba él con una adecuada dieta y meditación" y confió en que así pudiera ser, hasta que vio que no funcionaba. "Cuando se puso en manos de los médicos ganó cinco años de vida, quizás estaría vivo si lo hubiera hecho al principio", reflexiona.

"Él lo dejó escrito como advertencia, porque todos podemos ser vulnerables o sentirnos inseguros ante la muerte, el paro, o el COVID. Por eso la pandemia ha sido una época ideal para las sectas, en particular las basadas en la pseudociencia", explica. "Esto es una puerta de entrada y todos en algún momento vamos a tenerla abierta".

Sin vinculaciones religiosas

Otro de los mitos más populares sobre las sectas es su necesaria vinculación a la religión. Sin embargo, muchos de estos grupos son de corte político, empresarial, filosófico... Y son precisamente estos los que están en auge. Lo que sí es cierto es que "todos usan los mismos mecanismos".

Eso sí, normalmente aprovechan "lo que ya está implantado en la gente, lo que saben que mueve a las personas". De ahí que inicialmente suelan "usar ideas religiosas o creencias filosóficas". "Son las mismas estrategias con diferente argumento", indica, "da igual que utilicen el nombre de Dios, el de Alá, que vayan contra la democracia o quieran hacerte rico rápidamente. Al final eso lo que va a determinar es su público diana".

"Los tiempos ponen de moda unos movimientos más que otros. Y ahora están en auge los de corte pseudocientífico/pseudopsicológico", señala Laura Merino. "Pero todos acaban teniendo un credo o unos rituales, porque les da identidad, ofrece respuestas y ocupa espacios que las personas tenemos necesidad de llenar", explica. "Al final la secta se hace con todo... Con lo que piensas, lo que crees, lo que votas y hasta lo que sientes".

Los grupos sectarios y la pseudociencia

No obstante, la experta advierte que "no todo lo que no nos gusta o no responda a unos criterios científicos es sectario". "Hay que diferenciar entre sectario y pseudocientífico. Aunque sepamos que la pseudociencia en sí misma no es buena, porque si me haces creer que el limón cura el cáncer es algo que va a ser perjudicial para mí, eso no quiere decir que la persona esté en un grupo que le influye o que determina cómo come, duerme o piensa". No tenemos que confundir una cosa con la otra, pero sí estar atentos a la señales.

Es habitual encontrar grupos que tienen "un núcleo duro donde están los miembros y otro más blando donde se encuentran los consumidores de esa pseudociencia". "Cuando hablamos de sectas no es porque creen que el limón cura el cáncer, sino que utilizan técnicas de persuasión coercitiva, de manipulación y abuso psicológico para doblegar a sus adeptos, hacerles creer esas ideas religiosas o pseudocientíficas, y así condicionar toda su vida, anulando por completo a la persona... Eso es lo que confiere al grupo el carácter sectareo".

Cursos y talleres sospechosos

LLegados a este punto también tenemos que hablar de la proliferación de ofertas de cursos, talleres y demás variantes relacionados con temas como el crecimiento personal, el liderazgo social, la realidad consciente, la meditación o el coaching. Muchos no son más que "una estafa, el tongo del tocomocho", advierte Laura Merino. "Tú caes o no caes. Incluso vas, haces el curso y luego te vas a tu casa, pero no te influye más allá", indica.

Es decir, en la mayoría de las ocasiones esto es lo que pasa. Hay una estafa pero no una secta. Sin embargo, ciertos grupos sectarios utilizan este tipo de encuentros para captar nuevos adeptos. "Si yo voy a hablar de que el limón cura el cáncer, el público que va a que yo le cuente eso ya me demuestra cierta susceptibilidad", explica. "Por eso ellos (las sectas) utilizan mucho la estafa. De cada diez, con que capten a dos es suficiente", comenta la psicóloga.

Identificamos que tras la estafa hay una secta cuando observas que la persona potencialmente captada "está creyendo cosas raras, se ha alejado de su familia, ha cambiado su dieta... Ya no es un cursito, empiezas a ver las influencias, cómo manipulan y condicionan toda su vida". Nos podemos encontrar casos en los que "un mismo curso sea un gancho de captación para unas personas, mientras que otras lo consumen y punto".

Ocultos en actividades inofensivas

Laura Merino advierte de que muchos de estos grupos tienen una apariencia inofensiva y la gente los percibe como "absolutamente normales, tanto a los grupos como a las personas que están en ellos". "Si tú no entras, no sabes qué pasa dentro", explica.

Nos pone como ejemplo el caso de un centro budista del que ella tuvo conocimiento. Durante el día, ofrecía distintas actividades (meditación, cursos, bailes, etc). "Era muy bonito y el barrio estaba orgulloso de él, pero cuando cerraba sus puertas, a las ocho de la tarde, reunía a los miembros de un grupo sectario".

Una manera de detectar si nos hemos metido en un grupo sectario sin saberlo es preguntarnos si lo que hemos encontrado en él es lo que veníamos a buscar. "Si la gente se planteara lo que acaba haciendo con la idea que tenía al principio, se daría antes cuenta de que está en un grupo sectario".

"Si tú vas a hacer un curso de memoria -como ocurre con un grupo dice tener unas técnicas revolucionarias, con muy buena venta entre los estudiantes universitarios- pero no mejoras tu memoria y acabas: vendiendo este curso, viviendo con ellos, dejando tus estudios...", es un claro ejemplo de que estás en un grupo sectareo. "Al final todo en tu vida está condicionado por ese grupo: la comida, tu ideología política, tus creencias religiosas... Todo".

Bombardeo de amor y emociones intensas

Es decir, "nos desvían de nuestro objetivo". Desde fuera, se ve claramente. Pero caer es más fácil de lo que pensamos. "En todos estos cursos sales con un ego enorme de lo guapo, lo listo y lo maravilloso que eres", dice Laura Merino con cierta sorna. "Hacen lo que los psicólogos llamamos un bombardeo de amor", asevera. "Lo que pasa es que muchas veces la gente que hace este tipo de curso en realidad no lo hace sólo por mejorar su memoria -por ejemplo-, sino por conocer gente y sentirse parte de algo", señala.

"En estos grupos la experiencia vital es impresionante", asegura. "Es complicado decir que no a alguien que está siendo super amable, que te está diciendo lo maravilloso que eres... Y vas cediendo poco a poco, hasta un punto que nunca llegaste a pensar". "Utilizan unas técnicas, que además no son nada complejas, de contenido emocional muy fuerte. Sobre todo los grupos de tipo coach, liderazgo social o consciencia, que suelen valerse de experiencias vitales de mucho impacto", explica la experta.

"De golpe te puedes ver en un aula con cien o doscientas personas llorando, gritando, cantando y demás reacciones emocionales que no es fácil que te encuentres en ningún otro sitio", relata. "Esto impacta muchísimo en la persona, haciéndola sentir que ha vivido una experiencia muy especial. Es parte del propio proceso de manipulación que has vivido", afirma. "La gente responsabiliza mucho al adepto. Pero es que engañan desde el minuto uno. Y tú no puedes ver ese engaño".

Steven Hassan y la secta Moon

Ejemplo de ello es el caso de estadounidense Steven Hassan, que durante muchos perteneció a la secta Moon. "Él siempre cuenta que iba por un campus universitario y que se le acercó un grupo con una motivación de paz mundial. Él les preguntó: ¿pero no iréis de religión? Ellos le dijeron que no. A él le acababa de dejar su novia y le invitaron a una fiesta donde había muchas chicas... Ahora él es consciente de que le engañaron desde el primer minuto", explica Laura Merino.

Hassan tenía sólo 19 años, estaba pasando por un mal momento personal y recibió el afecto que necesitaba de un grupo de personas que aparentemente defendía unos ideales inofensivos. Es perfectamente comprensible que no desconfiara y acaba atrapado en sus redes. Quienes le engañaron era adeptos, "personas que también habían sido engañadas". Y esto "hace más fácil el engaño" porque ellos "lo viven así" y "realmente se lo creen".

Esto lo vemos claramente con sectas que van a los hospitales con el pretexto de dar consuelo y acompañamiento a las personas mayores. El propio hospital -con buena intención- les permite estar con ellos, pero en muchas ocasiones lo que ocurre es que esos pacientes dejan todo lo que tienen a un grupo de personas que acaban de conocer.

"Hay grupos sectareos que van muy a por el momento de susceptibilidad", indica Laura Merino. "Y cuando tú ya tienes una creencia religiosa, es más fácil que te vean ese punto vulnerable. Así que te captan y más adelante es cuando te revelan quién es el ‘verdadero’ Dios", añade. "Pero lo que más me preocupa es el caldo de cultivo entre los que no nos sentimos vulnerables".

Creadores de vulnerabilidad

"Los ex adeptos están hartos de que los tachen de vulnerables, como si tuvieran algo especialmente malo. En ocasiones, puede ser así. Pero en realidad si tú no tienes una vulnerabilidad, ellos ya te la crean", comenta la psicóloga experta en sectas. "Carles Tamayo, con el que yo he trabajado muchas veces, hizo un video que yo siempre que puedo lo resalto, porque es la clave".

"Él entra en contacto con un gurú de corte neochamánico-psicoterapéutico y graba la primera entrevista que tiene con él. En ese encuentro, simplemente le explica que ha soñado con un pecho gigante. Nada más", asevera. "Es digno de ver porque a partir de ahí, durante 45 minutos, le hace ver que él odia a su madre porque ella es la culpable de que no de la talla con las mujeres.".

"Tamayo entró sin ningún problema y salió odiando a su madre", reflexiona, "eso es lo que hacen con la gente". De haber sido un caso real, él "habría llegado a casa, le habría montado un número a su madre, ella le habría gritado y sin saberlo habría empezado a reforzar aquello que no existía y que luego el gurú le haría pensar: que se lleva mal con su madre". Y lo peor es que al final se terminaría convirtiendo en realidad.

"Ahí no había nada", destaca, "lo que ha habido es una distorsión de la realidad que utilizó para hacerte vulnerable". Esto puede pasarnos a cualquiera de nosotros "aunque estemos bien". Lo logran a base de comernos la cabeza y puede hacerlo cualquier persona de nuestro entorno. "Alguien de la familia o de la universidad, del trabajo... Están en todos sitios".

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