Oriol Junqueras parte con una cierta ventaja sobre Xavier Godàs, el desconocido aspirante avalado en teoría por una desaparecida Marta Rovira (instalada en Suiza definitivamente). Junqueras, que opta a la reelección después de trece años al frente de ERC, estuvo a punto de no necesitar una segunda vuelta como la que se celebrará este sábado. Se quedó a 111 votos.
A la votación decisiva se llega sin que la tercera candidatura, la que no superó el corte, se haya pronunciado a favor de unos u otros. Otorga libertad de voto a sus partidarios para que hagan lo que quieran. La conclusión de Helena Solà y Alfred Bosch, los impulsores de la candidatura que quedó fuera de la carrera, consideran igual de continuista la plataforma de Junqueras que la de Godàs, la mayoría de cuyos miembros tienen o han tenido responsabilidades orgánicas en el partido.
En cuanto al factor independentista, consideran que también son iguales, escasamente independentistas ambos. De modo que adoptan una postura neutral a la espera de negociar con el vencedor el reparto de algunas sillas en la dirección del partido.
En la primera ronda, Junqueras obtuvo 3.157 votos, un insuficiente 48,3%. Godàs, 2.308 (35,3%). Y la eliminada Solà, 824 (12,6%). Parte como favorito Junqueras pero no se puede descartar la sorpresa. Una victoria de Xavier Godàs, exalcalde de Vilassar de Dalt, Barcelona, supondría una sacudida de la política catalana, dado que Junqueras lleva trece años al frente del partido, todo el llamado procés, y fue junto a Puigdemont el colíder del golpe de Estado de 2017.
En ese supuesto, el aún prófugo en Bélgica contemplaría la eliminación política de uno de sus principales enemigos, el líder de una ERC que nunca se tomó a Puigdemont en serio y al que empujó al suicidio político de declarar la independencia.
Sube el precio de los votos de ERC
Lo único que está claro es que salga Junqueras o salga Godàs, sube el precio del apoyo de ERC al Gobierno del PSOE y al Govern del PSC. Uno de los principales argumentos para reclamar el voto de la militancia de ERC ha sido el de que a partir de ahora ERC dejará de ser el partido dócil que entiende a su socio y acepta retrasos e incumplimientos. De entrada, si Sánchez quiere negociar con ellos los Presupuestos Generales del Estado deberá cumplir primero la promesa de la quita de 15.000 millones de la deuda de la administración catalana con el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA).
Lo mismo sucede con los números de la Generalidad. ERC no hace más que poner condiciones para negociar los presupuestos. La última, que Salvador Illa saque a la Policía Nacional y la Guardia Civil del sistema de emergencias catalán del 112. Apretar las clavijas es la consigna de ambas candidaturas, de modo que la presión a los socialistas por parte de ERC está en teoría garantizada porque tanto Junqueras como Godàs han prometido que se volverá a consultar a los afiliados sobre los apoyos a PSOE y PSC.
2031, centenario e independencia
En cuanto a la independencia, se fija el nuevo horizonte en 2031, cuando se cumplirá el centenario de ERC, un fecha aún lejana y que no compromete a quienes teorizan con la coincidencia, como es el caso de Junqueras.
La guerra interna
En medio de todas estas circunstancias, la campaña interna ha demostrado cómo se las gastan en ERC. Primero surgió el escándalo de los carteles contra los hermanos Maragall utilizando la enfermedad del expresidente de la Generalidad como un insulto. La campaña fue orquestada desde dentro del partido por el grupo organizado a esos efectos. Más. El muñeco de Junqueras colgado de un puente en el trayecto a la escuela de sus hijos. Obra también de "la B", referencia al grupo de cargos y subordinados dedicados a semejantes tareas. Y el envío de mariachis a la sede de Junts cuando los posconvergentes votaban a favor de abandonar el gobierno de la Generalidad. También ha habido ataques personales, como cuando Xavier Vendrell desveló que Junqueras se había refugiado en el monasterio de Montserrat después del golpe de Estado.
Esos escándalos se han utilizado contra Oriol Junqueras para cuestionar su liderazgo. Él ha replicado que esos hechos pasaron cuando cumplía condena por la asonada. También ha sacado pecho por haber ordenado que se prescindiera del jefe de gabinete de Alfred Bosch cuando este era consejero de Exteriores de la Generalidad por varias denuncias por abusos sexuales. El escándalo le costó el cargo a Bosch siendo presidente autonómico Quim Torra.