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De tortillas desectructuradas y espumas nitrogenadas con aroma de nabicol

 Interesante la polémica incipiente que ha provocado la afirmación peregrina de mi conbloguero sobre la nueva cocina incluida en el post anterior. A Martínez-Abarca, no obstante, tengo que reconocerle que no es un ultraortodoxo de los platos tradicionales, porque de ser así no hubiera comido todas las marranadas de insectos, platelmintos y nematelmintos que se ha metido entre pecho y espalda en sus viajes por los confines asiáticos. Por eso sorprende más aún su desdén hacia las maravillas que hacen Adriá y los de su cuerda. 
Nuestro contertulio "lfb" afirma, con razón, que cualquiera es libre de hacer con su dinero lo que mejor le parezca oportuno, por ejemplo, gastarlo en un restaurante a base de platillos sofisticados. Ahora bien, eso no implica que no se pueda opinar al respecto, así que ahí va no mi opinión, sino mi declaración de lealtad eterna a los nuevos cocineros y sus maravillosas creaciones.
Fernando Adrián (o Ferrán Adriá, como él prefiere llamarse, supongo que para que Montilla no le ponga una multa) es un puto genio, amigos. Ya sé que a muchos la presentación de un plato con una porción ínfima de comida en el centro, coloreada con trazos de salsa de varios colores, les parece un engaño, pero eso es, como en el anuncio de la tónica, porque lo han probado poco. Para ir a un restaurante de nueva cocina hay que hacerlo sin prejuicios establecidos. Se trata sólo de sentarte y disfrutar de unas sensaciones palato-nasales que no vas a experimentar en ningún otro sitio.
El alimento sigue siendo el mismo, pero su elaboración es tan sofisticada que sorprende comerlo de forma tan distinta a la habitual y comprobar cómo la esencia de su sabor y textura permanecen intactos pero con más poder sensitivo. 
Eso hay que saber hacerlo, claro, porque hay algunos restaurantes crecidos a la sombra del prestigio de Adriá cuyos cocineros no tienen ni puñetera idea, por lo que el engaño sólo funciona con los snobs, incapaces de apreciar lo que tienen delante, que acuden a esos sitios únicamente porque están de moda o para fardar con los amigos y la familia.
Y es que la nueva cocina no es una técnica que se pueda aprender aisladamente. Primero hay que saber hacer unos muy buenos michirones, una excelente caldereta de cordero, unas fastuosas alubias con manos de cerdo y excelentes paellas. Una vez dominada la técnica básica, los más arriesgados pueden intentar ir un poco más allá en las técnicas de elaboración. Unos triunfarán, como Fernando Adrián, y otros se pegarán el estacazo. Esto es como la poesía libre, que aprecias perfectamente si el autor ha hecho antes de lanzarse a la aventura los preceptivos diez mil sonetos correctamente rimados.
Por cierto, Fernando Adrián tiene también un negocio de cocina tradicional, así que no es un vivales que ha aterrizado para esquilmar el dinero de los tontainas con pretensiones de gourmet. Por otra parte, si fuera tan absurda su cocina ¿Iba a estar en la cima de la profesión durante tantos años seguidos?
Y finalmente una recomendación. Se trata de un restaurante de nueva cocina que descubrimos mi mujer y yo hace relativamente poco: La Salica. En Espinardo, Murcia. Si al tercer plato no están llorando de emoción envíenme a mí la cuenta. (Después de pagarla, me refiero).

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comentarios
1 malagafo, día

Suscribo al 100% lo de la Salica. Mi ujer y yo lo descubrimos hace 3 años y siempre que podemos vamos. Se come estupendamente, te tratan muy bien y el sitio es precioso. Con respecto a la nueva cocina, hay mucho cantamañanas escondido. Como creo en el equilibrio, ni el Adriá ni Casa Paco.

2 lfb, día

Yo tenía hace tres años, por septiembre, reserva para el Bulli en marzo del siguiente año, no tuvo que llegar octubre para que anulara, no me entraba en la cabeza que yo jugara a eso, otra cosa es lo de la salica, o lo de Antonio Gras y su Traperia 30, que vas a cenar, le das tu mail, y el hombre ya no pierde contacto, y se lo agradeces; lo que yo creo es que el paladar, y su capacidad sensitiva es algo limitado, y nunca terminamos de comernos el mejor arroz del mundo, o de descubrir el plato más refinado que jamás hayamos probado, y algún día, si eso fuera verdad, nos pasara como a Zerolo con Zapatero, tendremos un orgasmo con el plato y la copa, y daremos de lado a la señora; a lo que yo me quiero resistir, y harto trabajo tengo, es a no pedirle a la comida más que me satisfaga, pero que el acto social que muchas es, no sea más que una excusa para ahondar la relación con mis acompañantes, que tenga fuste esa expresión ¿Cuándo hemos comido usted y yo juntos? O esa de ¿comemos? Pero siendo el ágape un medio, no un Fin, a mi siempre me dijeron que hablar de la comida, y dejarse algo en el plato era de mala educación, y cada vez que he intentado olvidarme de eso, me siento no mal educado, más bien ridículo. He comido, y disfrutado, de muy buenas comidas de la nuivelle cuisine, pero puestos a destacar, mi amigo Alfonso de Campoamor, pero por eso,por amigo, no por su estrella michelín, que ahora está en el tontódromo esquina jardín de los perros, con su entrecolicoll Don Pablo, que me parece muy bien esa defensa, que alguien la tiene que hacer, y que está más que justificada

3 antodasa, día

Lo mismo que dije en la entrada anterior: ¿un genio?, quizás, sobre todo de las finanzas: ¡menudo rendimiento debe sacarle el tío a un par de alcanciles horneados a la nata con puré de cardo al "pil-pil"! Pues como parte financiadora del negocio que conmigo no cuenten. Y como de opinar se trata yo opino que personalmente no pienso divorciarme de los minchirones ni tan siquiera ponerles los cuernos. Y allá cada cual con su gaznate y con su bolsillo.

4 lfb, día

Hablando de asuntos de sorber, chupar, degustar, chuparse los dedos, y fomentar las cenas por el día de los enamorados, anhelando la sobrecama, perdón sobremesa (el cartero siempre llama dos veces) que además este año cae en domingo y se celebra en sábado. Crisis ¿Qué crisis? … pues esta, sin ir más lejos, o no me digáis que no es crisis que se desvirtúe una obra de arte, que se plasmes en un espacio público, el culo de un autobús, panel en movimiento, con una pregunta que cabrea, consistente en un cuerpo femenino desnudo a escala 3:1; a ver quien lo cuestiona, no es autor, es autora, y nuestros representantes, los de todas las esquinas, empiezan discutiendo no si es conveniente la imagen o no, por razones de pudor o moral, el debate es si es una proclama sexista, o todo lo contrario. Ya nos dirán en lo que quedan, aun que lo más fácil, es que quede abierto el debate. Ayer sale el consejero, promotor de la puesta en escena, que no es otra cosa que el que decide en que nos gastamos en Murcia las perras en cuestión de cultura, da una rueda de prensa, dice mucho y no aclara nada, lógico ¿ya he dicho que es consejero, no? Trasciende que lo importante es que Murcia aparezca en las noticias del más amplio espectro, lo mismo que los talibanes consiguen que Afganistán abra los telediarios. Ya he visto algún padre dando un pescozón a su vástago de 5º de primaria, para que suelte el cuello, rígido y dirigido a la tapa de los motores del autobús, y el niño respondiéndole indignado “¿Tú eres tonto? ¿Quieres que te explique la lección de ayer de EpC, tronco?” Durante estos años de bonanza, he oído a muchos de mis amigos de fuera decir que Murcia es la gran “tapada” de España, no lo hemos cargado con el póster del Lib en la pared del autobús, ahora es la apología del destape, y por lo que anuncian, puede empeorar. Por Dios, ¡Que Cruz!