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"Para ya con las fotitos y lárgate de aquí, gilipollas"

Libertad Digital visita feudos de Batasuna como Isasondo, Irura o Aizarnazabal para ver cómo se está desarrollando la campaña electoral.

Libertad Digital visita feudos de Batasuna como Isasondo, Irura o Aizarnazabal para ver cómo se está desarrollando la campaña electoral.
LD, en los feudos de Batasuna

La Ley de Partidos sacó durante algunos años al brazo político de ETA de las instituciones. Sin embargo, durante esos mismos años, tres municipios guipuzcoanos siguieron contando con un alcalde batasuno, fruto del miedo y las triquiñuelas legales. Libertad Digital los ha visitado en plena campaña electoral.

En plena comarca del Goierri, a un par de kilómetros de Ordicia, donde la autovía A1 se convierte en una ruta llena de curvas y cambios de rasante, y las rectas parecen un extraño recuerdo, se anuncia un desvío en dirección a Isasondo, una de esas localidades donde la Ley de Partidos no fue más que una anécdota y los acólitos de ETA nunca se han apartado del poder.

Euskal Herritarrok burló la ilegalización utilizando el miedo como arma clave. En 2003, con el brazo político de los terroristas ilegalizado y sin posibilidades de presentarse a las elecciones municipales, el PNV venció en los comicios y consiguió los siete concejales que forman la corporación. Pero ninguna de ellos tomó posesión de su cargo, quedando el alcalde batasuno elegido en 1999 como regidor en funciones del Ayuntamiento.

En esa situación aguantó el consistorio durante cuatro años hasta que la negociación entre el Gobierno Zapatero y ETA permitió que ANV pudiese presentarse a las municipales de 2007, donde la franquicia etarra obtuvo el 79,51 por ciento de los votos. Unos resultados que Bildu mejoró en 2011, consiguiendo el 80,76 por ciento de los sufragios.

La campaña electoral pasa casi inadvertida. Apenas unas cuantas pancartas de EH Bildu en algunas farolas y barandillas. Unas permanecen perfectamente colocadas, otras danzan a su aire fruto del fuerte viento que azota el pueblo. Nadie se ha molestado en recolocarlas. En realidad ningún partido aspira a conseguir aquí más de una decena de votos el próximo domingo.

Aun así, el PP ha entrado en la disputa. Ha comprado la publicidad estática de la única cabina de teléfonos que queda en el pueblo. Pero su impacto visual es escaso, los proetarras ya se han encargado de colocar carteles de EH Bildu encima de las caras de Antonio Basagoiti y Arantza Quiroga.

A apenas quince kilómetros de distancia, aunque ya en la vecina comarca de Tolosaldea, se encuentra Irura, un municipio de algo más de 1.600 habitantes donde el hacha y la serpiente representan la normalidad del día a día. Tampoco la ilegalización les apartó de controlar los designios del consistorio.

En 2003, tras la anulación de las candidaturas locales de Batasuna-ETA, sólo PNV, PSE y PP se presentaron en el pueblo. Peneuvistas y socialistas obtuvieron representación. Seis concejales los primeros, un edil los segundos. Pero ninguno de ellos tomó posesión de su cargo y la nueva corporación no se pudo constituir.

Quedó entonces en funciones, al mando del consistorio, la histórica alcaldesa de la localidad, Marimi Ugalde Zabala, quien se había mostrado hasta entonces invencible encabezando las listas de Herri Batasuna y Euskal Herritarrok.

En 2007, con la candidatura local de ANV anulada, sólo se presentaron PP y PSE. Movilizados los batasunos para la causa, el 94,52 por ciento de los votos fueron en blanco, impidiendo que las listas constitucionalistas superasen el umbral del 5 por ciento que da acceso a la representación municipal. Ugalde Zabala quedó otros cuatros años más en funciones, hasta que Bildu –que tiene a ocho de los nueves concejales del pueblo– cambió en 2011 a la ya septuagenaria alcaldesa por Ainhoa Ugalde Gorostiaga.

El municipio es un auténtico escaparate batasuno. Los carteles de EH Bildu y las pancartas a favor de los presos de la banda terrorista ETA inundan la calle principal, que transita en paralelo a la A1. No se salva ni la parada de autobús. Y como en Isasondo, tampoco hay aquí espacio para la propaganda de otros partidos.

Sólo un españolazo es capaz de plantar cara a la cartelería batasuna, se trata de un concursante de un conocido programa de televisión, que visitará uno de los locales de música autóctonos el 26 de octubre. Cuando de guaperas y músculos se trata, parece que la independencia importa menos.

En el noroeste del territorio, donde los montes guipuzcoanos van al encuentro de sus vecinos vizcaínos, se encuentra Aizarnazabal. Una localidad adaptada al terreno y al espacio que en el valle donde está situada deja el cauce del río Urola.

Gobernado históricamente por el brazo político de ETA, también siguió bajo los designios de HB-EH-Batasuna durante los años de la ilegalización. En 2003, el PNV consiguió los siete ediles del consistorio, pero ninguno de ellos se presentó en la localidad para tomar posesión de su acta, quedando también en funciones su anterior alcalde, que había sido elegido en las listas de EH.

En 2007, burlada la nulidad por la candidatura local de ANV, el consistorio volvió a manos de los de siempre, los que jalearon políticamente los asesinatos de ETA, que obtuvieron el 77 por ciento de los votos. Cuatro años más tarde, en 2011, el porcentaje de voto de Bildu aumentó hasta el 81 por ciento.

Aizarnazabal también parece ajena a la contienda electoral. Todos los mensajes se encarga de lanzarlos el Ayuntamiento. En la fachada, la ikurriña ondea sola, flanqueada por la tradicional bandera de apoyo a los presos y una sábana con un mensaje claro: "Euskal preso ta ihelaraik" (Presos vascos y refugiados).

"Para ya con las fotitos y lárgate de aquí, gilipollas", grita uno de los vecinos, evidentemente molesto por la presencia de un extraño, ajeno al pueblo, lanzando fotos a la fachada del consistorio desde el frontón que comparte parte de la pared con la iglesia del pueblo.

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