Mariano Rajoy no pudo ser más claro en el Senado: cada comunidad autónoma tendrá su propia meta de déficit público. Esta es la base desde la que parte el presidente, y en la que trabaja el ministerio de Hacienda. De poco sirven las críticas que llegan desde sus propios feudos como Galicia, Aragón, Madrid o Extremadura. El líder de esta última comunidad, José Antonio Monago, fue muy duro hace pocos días: “Se quiere cambiar el objetivo para darle más a Artur Mas, y Mas es el que ha hecho menos. Cualquier criterio que no sea todos por igual es subjetivo”, fue su advertencia.
Sin embargo, el jefe del Ejecutivo está decidido. “Hay que fijar los objetivos individualizados para comunidad autónoma”, admitió sin medias tintas. “Éste es el marco legal”, dijo, y en ello está enfrascado el Gobierno, que negocia a puerta cerrada con las regiones. “Queremos que participen en esta propuesta” y “por eso hemos constituido un grupo de trabajo”, enfatizó.
En el PP este asunto genera gran controversia. Pocos minutos después de escuchar al presidente, una comunidad que forma parte de estas reuniones admitió a este diario que “las negociaciones están muy encontradas”. Cristóbal Montoro habla de forma constante con los consejeros de Hacienda y es consciente del follón. Rajoy quiso ser optimista: “Soy consicente de que es una tarea no exenta de dificultades, pero con dosis de generosidad y de disposición al acuerdo por parte de todas” habrá acuerdo, dijo a preguntas del PNV.
El senador nacionalista Jokin Bildarratz le abordaba sobre “los criterios que el Gobierno piensa aplicar para dar cumplimiento al nuevo objetivo de déficit del 1,2% del PIB” y le exigió que aquellas regiones cumplidoras no se vean perjudicadas.
“Es un tema muy difícil y complejo, hay muchas opiniones, yo tengo la mía pero no parece razonable decirla hoy. Prefiero escuchar a todos”, contestó Rajoy. “El que ha cumplido con el objetivo de déficit público ya se ha ganado la credibilidad. Si a España le plantean el mismo objetivo de déficit público que a Alemania, la cosa nos sería muy difícil”, argumentó, dejando entrever -una vez más- la maniobra gubernamental. Rajoy espera que, a última hora, los suyos no le vayan a toser: "Con mano izquierda, el asunto quedará zanjado", auguró.