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Rajoy proclama el "orgullo" por su Gobierno y aleja la posibilidad de cambios

El mismo Rajoy de siempre: asegura que mantendrá el "rumbo" frente al "ruido" de Bárcenas, al que no menciona. Y promete "culminar con éxito".

El mismo Rajoy de siempre: asegura que mantendrá el "rumbo" frente al "ruido" de Bárcenas, al que no menciona. Y promete "culminar con éxito".

Muchas cosas han cambiado en 365 días. Muchas, menos una: el presidente sigue enfrentándose a una crisis descomunal que afecta a su mandato, aunque de tipología diferente. Hace un año, el Gobierno apenas se tomó dos semanas de vacaciones y los ministros recibieron la orden de no marcharse de España, un país incapaz de financiarse en los mercados de deuda. La prima de riesgo, disparada por encima de los 600 puntos, copaba casi los mismos titulares que la posibilidad de un rescate total, al que miembros del propio gabinete se veían abocados en un marco de enorme pesimismo. Ese era el contexto en el que Mariano Rajoy dio inicio del curso político en Sotomayor, con vistas al emblemático castillo pontevedrés, bajo la promesa de que hoy estaríamos mucho mejor que entonces.

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Han pasado los días y, en el mismo escenario, ya nadie habla del rescate. Tampoco la prima de riesgo quita el sueño. Pero Gobierno y PP viven ahora otra pesadilla con nombre propio: Luis Bárcenas. Tal vez, una crisis aún más compleja que la económica en tanto en cuanto es más volátil y difícil de gestionar. La preocupación sigue siendo muy grande: constatan que el extesorero puede seguir haciendo daño y algunos cargos, como el histórico Javier Arenas, están tocados a ojos de los propios populares. El intento de Rajoy de cerrar la hemorragia pidiendo perdón en el Senado apenas ha surtido efecto y el PSOE no ceja en su empeño de que todo el debate político se centre en este caso.

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"Nada ni nadie me va a distraer"

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El jefe del Gobierno, dicen los suyos, es consciente de todo ello, pero ha decidido mantener la estrategia vigente antes de verano. Esto es, hacer como si Bárcenas apenas se colara en sus pensamientos. "Nada ni nadie me va a distraer", proclamó, recalcando públicamente que éste era el principal mensaje que quería ofrecer a la opinión pública. El otro, un anuncio sin concretar: una bajada de impuestos que detallará, según dijo, tras las vacaciones de 2014, en el mismo Sotomayor. "La victoria siempre acompaña a quién más lucha por ella", afirmó con solemnidad, recibiendo el aplauso de los suyos.

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Prácticamente todo su discurso fue en clave económica, y con un tono muy reivindicativo. Rajoy se presentó necesitado de decir bien claro que España está mucho mejor que hace un año y que existen datos objetivos que avalan su gestión. Y que precisamente por ello, argumentó, tiene que dejar a un lado el "ruido" -palabra fetiche- para mantener el "rumbo" y no distraerse bajo ninguna circunstancia. "Contra viento y marea", se reafirmó.

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Un empeño al que llamó a todos, conocedor de la división entre las distintas familias que conforman al PP a raíz del caso Bárcenas. La salida de la crisis "es el objetivo y va a seguir siéndolo. Y no podemos distraernos por más que algunos se empeñen. El objetivo es superar la situación que los socialistas nos dejaron", quiso dejar bien claro.

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Sin visos de crisis de Gobierno

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Aunque repitió en no pocas ocasiones que las dificultades continuarán, la carga de optimismo del presidente fue grande. "Garantizo que vamos a superar la crisis", solemnizó. "No voy a renunciar a esa prioridad y no voy a cambiar el rumbo que nos hemos marcado", añadió.

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De las palabras de Rajoy se desprende que muchas cosas tendrían que cambiar para que acometiera a una crisis en el Ejecutivo -por el que expresó su "orgullo"-; extremo que ya alejó en la víspera Soraya Sáenz de Santamaría, su número dos. En el propio PP también ven poco probable una reestructuración en Génova, a la espera de su intervención, que no será en abierto, ante el Comité Ejecutivo este mismo lunes.

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Rajoy llamó a la política de altura, la del "rigor" y el "esfuerzo", frente a las desavenencias. Pero no mencionó a Luis Bárcenas ni tampoco hizo alusión expresa a la crisis que ha generado. Simplemente hizo como si no existiera, a pesar del enorme desgaste interno. Sí quiso insuflar ánimos: "No podemos cantar victoria, pero sí podemos estar orgullosos de lo que ha hecho nuestro países a ojos del rumbo y en un tiempo récord".

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Sacó pecho, se reafirmó en las políticas tomadas y auguró tiempos mejores. Rajoy, hombre de partido -de hecho, recordó otra vez sus inicios en el PP gallego-, intentó por todos los medios que la moral no decaiga todavía más entre las filas; habló del "prólogo" del crecimiento con una ristra de buenas cifras económicas, entre ellas la del turismo. "En los próximos meses, estos datos van a mejorar y en España vamos a salir de la recesión", llegó a afirmar. Si bien, entre los suyos, había muchas expectativas sobre qué podría decir sobre el extesorero, y éstas no se vieron satisfechas.

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"Las reformas tienen que continuar"

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"Cuando el año que viene volvamos aquí, las cosas estarán mucho mejor que el día de hoy. Mucho mejor", avanzó el presidente. Junto a él, como siempre en este acto, Alberto Núñez Feijóo -que cargó duramente contra el PSOE- y la también gallega Ana Pastor. Otra idea clave: "Las reformas tienen que continuar", aunque no avanzó más que la relativa al sistema tributario, que estará lista en el primer trimestre del año próximo. Fue cuando dijo: "Yo vendré aquí a anunciar una bajada de impuestos", sin más detalles.

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Aplaudiendo, alrededor de 1.500 militantes y simpatizantes, más que el año anterior. Las protestas, reducidas, de medio centenar de afectados por los preferentes apenas se notaron. Ante los ciudadanos, y retomando esa idea de que nada podrá doblegar su hoja de ruta, una máxima: "Nos han elegido para afrontar la crisis". Y así terminó como empezó: "Ésta es la tarea", refrescó al PP. "La acción del Gobierno es muy compleja", pero no quiere esparcimientos. Al PSOE le da por perdido: "Ni han colaborado ni lo van a hacer". Pero, en cualquier caso, "de lo que no vamos a abdicar es de nuestra responsabilidad, la que nos han dado los españoles", exclamó Rajoy, envolviéndose en esa bandera de solemnidad que tanto le gusta.

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De nuevo, todo lo llevaba apuntado para dejar meridianamente claro lo que tenía pensado. Una alocución para los españoles, pero también en clave interna. Basta de contubernios y de cuchillos, vino a decir. "Todos los esfuerzos que pedimos nos exigen tener muy claro el rumbo y posponer cualquier otra cosa a la consecución de ese objetivo", remató alejando las teorías de cambios en el PP o el Gobierno. Y auguró a pesar del difícil curso que se le viene encima: "Lo vamos a culminar con éxito".

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