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El limbo de Vidal-Quadras: héroe para los europeos y villano para los españoles

Mientras que diputados del PP lo ven como un "outsider" convertido en rival, sus colegas europeos ven "natural" su pertenencia al grupo PPE.

Mientras que diputados del PP lo ven como un "outsider" convertido en rival, sus colegas europeos ven "natural" su pertenencia al grupo PPE.

No habían pasado ni doce horas desde que el eurodiputado Alejo Vidal-Quadras había hecho pública su decisión de dejar el PP para militar en el recién fundado VOX, cuando en el pasillo del todavía presidente del Parlamento Europeo, sus propios compañeros se repartían su despacho. Daban por hecho que, junto al partido en el que había militado casi tres décadas, dejaría también el escaño que, desde 2004, había ocupado en su nombre.

Sin embargo, los planes de Vidal-Quadras pasan por seguir hasta que se constituya el nuevo Europarlamento, en el mes de julio, como vicepresidente, cargo para el que fue elegido por amplia mayoría de forma individual y no en tanto que miembro del grupo PPE.

Su decisión, aunque criticada entre sus compañeros de partido –o mejor, de partido y país-, está plenamente respaldada por el estatuto del grupo PPE, bajo cuyas siglas Vidal-Quadras ha desarrollado su densa actividad parlamentaria. Dicho texto, en su artículo 4, admite la posibilidad de que exista un miembro "aliado" al grupo PPE, sin necesidad de pertenecer a uno de sus partidos, "si suscriben las principales políticas del Grupo PPE y si aceptan las normas del reglamento interno".

Pero la letra pequeña interesa bien poco a unos compañeros que, como señalaba esta semana un eurodiputado, "se ha convertido en rival político". Vox es, reconocen eurodiputados populares, enemigo a batir. Así, lo mismo que altos cargos socialistas hablan con abierto desprecio de Rosa Díez y "su partido amarillo" mientras que se refieren, en cambio, con respeto al partido que gobierna, miembros del PP en Bruselas afean con velada hostilidad a Vidal-Quadras haber "fragmentado el partido con su portazo".

En el seno de las filas europeas, generalmente obedientes a las directrices de Génova y tensas en estos tiempos preelectorales, las críticas más feroces no se basan, como las de Madrid, en el daño al partido, sino en el hecho de que el vicepresidente no deje su escaño. Bromean incluso con su condición de catalán para criticar que el eurodiputado pretenda que "el Parlamento le pague la campaña".

Citan el ejemplo de Rosa Díez cuando, en septiembre de 2007, dejó el PSOE y su escaño para militar en UPyD. Olvidan, sin embargo, que también entonces el ex partido de Díez la atacó sin atender la "coherencia" de haber dejado el escaño que hoy los populares le piden a su ex colega. Además, de los 766 eurodiputados del Parlamento Europeo, todos los que sean candidatos a las próximas elecciones de mayo, seguirán percibiendo su sueldo durante la campaña.

Para su grupo es "genuinamente PPE"

La salida de Vidal-Quadras tuvo efecto inmediato en la delegación española del PP, liderada hasta que termine la legislatura por Jaime Mayor Oreja –"él no ha querido hacer daño al partido", reza la letanía oficial- , y la puerta de las reuniones internas quedó cerrada para él esta misma semana. "Es lo lógico", argumentan eurodiputados que ven su decisión como un "grave error", aun asegurando sentir un "profundo respeto" por quien, durante estos casi diez años en Bruselas y Estrasburgo, ha trabajado intensamente en la comisión de Industria, ha sido una referencia en política energética y se ha distinguido por numerosas intervenciones en el pleno.

La última, por cierto, a favor de un "razonable equilibrio entre los derechos de la mujer embarazada y los del ser humano concebido y todavía no nacido" en un debate sobre el aborto en el que Mayor Oreja, consciente ya de que abandonaría el barco, no alzó la voz. Este último, según diversos cargos populares, también desaprobaría la fuga de Alejo. "El fantasma de Jaime es el de UCD. Se opone por completo a la fragmentación del centro derecha", explican.

Sin embargo, entre sus colegas europeos, que sabían de las discrepancias del político con su partido, pero no conocían hasta qué punto, aseguran que "era notoria la sintonía del vicepresidente Vidal-Quadras con su grupo parlamentario", del que opinan es "miembro natural". También "era conocida su aversión a cualquier tipo de nacionalismo", asegura un diputado francés que no esconde su sintonía con el político español (al que Francia condecoró con la legión de Honor en 2008), pero, por sentirse ajeno a la política nacional, prefiere no entrar en demasiados detalles.

Así pues, héroe para los europeos y villano para los españoles, la duda ahora es si podrían echarlo del grupo, una cuestión que han planteado algunos miembros de la delegación española del PP, pero a la que Mayor Oreja no estaría dispuesto, aunque, según fuentes populares, lo habría puesto en manos de la dirección nacional. El reglamento interno lo permitiría, siempre y cuando lo pidieran los españoles y se votara la cuestión en el pleno del grupo, donde, dada la sintonía de Alejo con varias grandes delegaciones, sería difícil aprobar, según fuentes populares. Además, el proceso conllevaría un ruido que, muy probablemente, opinan las mismas fuente, aumentaría la fama de Vidal-Quadras y, por tanto, la de su partido.

El encaje de Vox en el nuevo Parlamento

El posible encaje de Vox en el encaje parlamentario no es sencillo. Las familias parlamentarias en la cámara europea a veces son testigos de parentescos disparatados (como la convivencia de los independentistas de CiU con partidos liberales de otros países). Por eso, al nuevo partido, de obtener algún escaño en las próximas elecciones, le tocará negociar su pertenencia a alguno de los grupos. El propio Alejo, se sigue viendo miembro del grupo PPE, aunque lo previsible sería que los españoles (el PP) se negaran.

El grupo de los conservadores y reformistas, donde militan los tories británicos con los que Vidal-Quadras tiene muy buenas relaciones, tampoco parece un paraguas parlamentario adecuado para Vox, habida cuenta del férreo europeísmo defendido por el político español, que chocaría con un grupo que el viceprimer ministro Nick Clegg tildó de "locos, antisemitas, homófonos y euroescépticos".

Así, no sería disparatado que Vox (con o sin Ciudadanos de la mano) terminara finalmente huérfano de grupo político y su diputado, por tanto, miembros del "no-grupo" de los no inscritos, una coctelera heterogénea donde también le ha tocado desarrollar su actividad parlamentaria al eurodiputado de UPyD, Francisco Sosa Wagner.

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