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España despide a Suárez en el Congreso

"Una gran pena", ha dicho emocionado el rey. Don Felipe ha añadido: "Una gran pérdida para España. Hay que agradecerle todo".

Los nervios son la tónica dominante en un Congreso de los Diputados que este lunes despide a su primer presidente democrático, Adolfo Suárez. Una jornada extraordinaria, como lo fue el Consejo de Ministros que se celebró a las 9:30 horas y en la que se concedió la Real y Distinguida Orden de Carlos III, máxima condecoración del Estado a título póstumo. A su llegada, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, evitaba hacer declaraciones al ser preguntado por los periodistas.

Los restos mortales de Adolfo Suárez llegaban al Congreso de los Diputados media hora después. Pasadas las 10 de la mañana, el cortejo fúnebre, formado por la Policía Local y escoltado por motoristas de la Guardia Civil y la Policía Nacional, fue trasladado por un piquete de honor desde la Plaza de las Cortes hasta la Puerta de los Leones, seguido por los familiares.

Allí le esperaban las altas instancias del estado. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acompañado de su mujer, Elvira Fernández; el del Congreso, Jesús Posada; el del Senado, Pío García Escudero; y los presidentes del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes y Eduardo Torres-Dulce.

Los hijos y nietos del presidente centrista han caminado unos pasos detrás del ataúd, que iba cubierto con una bandera de España. En la escalinata del Palacio del Congreso esperaban también los expresidentes Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero con su mujer, Sonsoles Espinosa. Entre aplausos del público asistente, el cortejo fúnebre siguió su camino hasta el Salón de Pasos Perdidos del Congreso, donde se instaló la capilla ardiente.

Los reyes llegaron a la cámara baja poco después acompañados por la infanta Elena. Visiblemente afectado, Don Juan Carlos conversó varios minutos con el presidente del Gobierno antes de entrar en la capilla ardiente. Tras velarle unos minutos, el Rey colocó, a los pies del féretro, un almohadón con el Collar de la Real Orden de Carlos III.

A su marcha del Congreso, tan sólo dijo tres palabras al ser preguntado por la prensa. "Una gran pena", se limitó a decir al abandonar la sede de la soberanía.

Los Príncipes, a las tres en punto

Los Príncipes se han desplazado este lunes por la mañana a Bilbao para asistir a mediodía al funeral por el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna. Nada más aterrizar en Madrid, a las tres de la tarde, Don Felipe y Doña Leticia han acudido al Congreso de los Diputados donde fueron recibidos por el presidente del Congreso, Jesús Posada, y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que también acudió al funeral por Azkuna. Tras darle el pésame a la familia Suárez, permanecieron varios minutos en la capilla ardiente.

A su salida, el príncipe fue preguntado por los medios de comunicación y éste si se paró para responder: "Una gran pérdida para España. Hay que agradecerle todo".

La marea... hasta Cibeles

La capilla ardiente se abrió a las 10:00 en el Salón de Pasos Perdidos, pero no fue hasta que los Reyes abandonaron el Congreso de los Diputados, a las 12.00 horas cuando se abrieron las puertas al público que, desde las 7:00 se amontona a las puertas del Congreso.

Antes de las 10.00 la marea de gente ya alcanzaba el Paseo del Prado desde la carrera de San Jerónimo, desde donde tiene acceso el público. Algunos esperaban desde las 7.00 para poder despedirle. Este lunes sólo hay palabras de agradecimiento para el expresidente. La mayoría destaca su honradez y su sacrificio por España. "Dejó todo a un lado, a su familia incluso, para conseguir una España democrática", señaló una de las personas que desde primera hora aguarda en los aledaños del Congreso. "Los políticos de ahora debería aprender de su honradez", señaló otro de los ciudadanos que espera para poder dar su último adiós a Suárez.

Desde que abriera la capilla ardiente al público, el goteo ha sido incesante. No han dejado de pasar españoles para despedirse de Suárez. A las 15.00 y bajo la lluvia, la cola, de cerca de un kilómentro de longitud, llegaba hasta Cibeles.

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