La última hora del proceso separatista arroja inesperadas alianzas. Los radicales, antisistema y referentes batasunos en Cataluña se han convertido en los mejores aliados del presidente de la Generalidad, Artur Mas. En una comparecencia conjunta y "solemne", los tres diputados de las Candidatures d'Unitat Popular (CUP), David Fernàndez (el que amenazó con la sandalia a Rodrigo Rato), Quim Arrufat e Isabel Vallet, han exigido a ERC que entre en el gobierno catalán para garantizar la celebración del referéndum del 9-N.
Quim Arrufat ejerció de portavoz para pedir "calma" y altura de miras en una fase que calificó de "desobediencia calculada". Todo ello fruto de la reunión del pasado viernes, adujo. Pero sería bueno, añadió, que los de Oriol Junqueras reforzaran a Mas con varios consejeros en el ejecutivo catalán.
En la teoría de los estrategas de las CUP, uno de los puntos débiles del operativo del 9-N es que reside en dos consejeros de Unió -la vicepresidenta Joana Ortega (encargada de la logística referendaria) y Ramon Espadaler, el consejero jefe de los Mossos-, el partido de Duran que ya se ha decantado por el sí a la primera pregunta del referéndum y el no a la segunda, lo que supone, admiten, una grieta en el "bloque soberanista", como les gusta definirse.
No había pasado ni una hora cuando Marta Rovira, portavoz de ERC, replicaba que su partido está dispuesto a entrar en el gobierno de Mas en cuanto el president formalice la propuesta y siempre que sea para lo del 9-N. Lo de siempre en las últimas semanas, unidad aparente y fragilidad absoluta. En 24 horas, CDC pasa de fijar una fecha límite para suspender los preparativos de la consulta a inventarse un registro de extranjeros residentes en Cataluña y montar una cola en uno de sus edificios del paseo de Gracia, el Palau Robert, con ciudadanos de todas las nacionalidades perfectamente alineados y con unos carteles en varios idiomas a favor del 9-N.
ERC retira y vuelve a dar su apoyo formal a Convergència en menos tiempo aún y las CUP llaman a la serenidad a todos los implicados en un proceso del que ya se han apeado Unió e Iniciativa per Catalunya.
En el apartado administrativo, Mas ha firmado otro decreto, el de los nombramientos de las "comisiones de seguimiento", las juntas electorales territoriales. Tal es la improvisación que aún no se ha sustituido al miembro que dimitió de la "comisión de control", que teóricamente está por encima de la anterior.
Por su parte, el Gobierno ha reaccionado a la rebelión municipal con una carta a los secretarios e interventores municipales en las que se les recuerdan sus obligaciones en relación a las disposiciones legales. Francesc Homs, el portavoz de Mas, ha puesto el grito en el cielo mientras acusaba al Gobierno de obstruccionismo y amenazas a los funcionarios.
El pulso continúa, pero el sainete no se renueva. Mas ha cerrado la jornada con las siguientes declaraciones: "Nos hemos de acostumbrar a gobernar la incertidumbre, no con incertidumbre". Por primera vez, el líder de CiU admite la posibilidad de que no se pueda celebrar el referéndum. Era el discurso de apertura de curso del Ateneo barcelonés y el presidente de la Generalidad alerto de que "transitamos por terrenos desconocidos", pero glosó que ya se había creado una "corriente de fondo" a favor de la independencia.
En el cruce de declaraciones y contradeclaraciones, las CUP, con sólo tres diputados que forman un grupo parlamentario merced a una disposición excepcional del Parlament presidirán la comisión de investigación que debe abordar el caso Pujol y el fraude fiscal. ERC ha dado su apoyo a las pretensiones de Fernàndez de presidir tal comisión antes de que las CUP exigieran al partido republicano entrar en el gobierno de Mas. CiU también ha votado a favor, con entusiasmo indisimulable. E Iniciativa per Catalunya.