El presidente sigue aparentemente impertérrito mientras reina el nerviosismo en las distintas estructuras del partido. Principalmente en Madrid y Valencia, donde claman porque se tome ya una decisión y arranque la maquinaria electoral. Los candidatos autonómicos y de las capitales de provincia no se decidirán todos a la vez, según informó la propia dirección nacional, que sugirió que los cabezas de cartel de la capital de España y la comunidad se podrían desvelar antes de la convención nacional. Esto es, no más tarde del 23 de este mes de enero.
Pero Mariano Rajoy, del que se analizan hasta los gestos, parece no tener prisa alguna. "No hay novedad sobre este asunto. No soy yo el que manda candidatos a ningún sitio. Los elige el PP por el procedimiento que conocen, y yo también", esquivó el jueves en rueda de prensa desde Andorra. La decisión, bromeó, llegará tras la Navidad que es "el resto de nuestras vidas".
En el PP se exasperan: "está todo parado a la espera de su dedo divino", en voz de un alto cargo del PP de Madrid. Porque, pese a su respuesta en el Principado, por supuesto que la última decisión la tendrá únicamente él, que después suscribirá el Comité Electoral que se convocará a tal efecto en la sede nacional. "Parece que se divierte con esta situación, pero es una broma que diga que es el partido el que toma las decisiones", se quejaron desde una de las partes a la espera.
Moncloa descarta la 'opción Soraya'
Rajoy calla pero su entorno descarta, al menos a día de hoy, la posibilidad de que vaya a desprenderse de los servicios de Soraya Sáenz de Santamaría en la Moncloa. El presidente deriva "mucho e importante trabajo" a la vicepresidenta y se "fía de ella", en palabras de un miembro del Consejo de Ministros. Este diario dio cuenta de ello hace ya algunos de meses: la mayoría del Gobierno y del PP descartaba la opción Soraya para el consistorio.
Pese a ello, Santamaría formó parte de la terna de posibles candidatos en las encuestas internas. Y los rumores arreciaron. "Iré donde me mande el partido y donde me necesiten", suele repetir la protagonista cada vez que le preguntan en un medio de comunicación. "El debate existe porque algunos preguntan, pero no porque exista en el seno del Gobierno", recalcó este mismo viernes al término del Consejo de Ministros. Aunque, en privado, sugiere de forma clara que su sitio está en la Moncloa, al lado de Rajoy. Y el presidente, en una conversación informal con periodistas en Andorra, dio a entender que no tocará el núcleo duro de su gabinete. Esto es, alejó la posibilidad de que Santamaría se convierta en baza electoral, aunque se mantuvo en su calculada ambigüedad.
En los sondeos encargados por la dirección del PP, la vicepresidenta no despunta de forma clara. En caso contrario, según las fuentes consultadas, el escenario podría haber sido distinto. "No creo que Mariano se arriesgue. Soraya seguirá en la Moncloa", según un integrante de la citada cúpula. Se incluyeron otros miembros del Ejecutivo en las encuestas como Ana Pastor (Fomento) o José Manuel García Margallo (Exteriores), aunque con resultados poco halagüeños.
Los días pasan y el nerviosismo aumenta. En navidades, Esperanza Aguirre dio el paso y se ofreció a Rajoy, lo que fue entendido como un pulso a Rajoy por la dirección. Las encuestas le siguen dando como favorita, pero tampoco obtendría la mayoría absoluta. Tal y como avanzó este diario, barones y altos cargos han avisado al presidente de que si con ella hay más posibilidades no debería arriesgarse. Mientras, Cristina Cifuentes -de un perfil parecido a Aguirre a ojos de Moncloa- también se ha mostrado dispuesta y sigue a la espera.
"Si Mariano tiene alguna opción no elegirá a Aguirre", es la máxima que circula prácticamente en todas las conversaciones de cargos del PP. La pregunta, añaden, es si la tiene. Por su parte, la mayoría cree que finalmente se decantará por Ignacio González para la comunidad. Su relación con el presidente ha mejorado sensiblemente en los últimos tiempos: él ha intentado alejarse de Aguirre y tener cierta autonomía y Rajoy le ha recibido en Moncloa y la interlocución es fluida. Eso sí, su guerra declarada con Cristóbal Montoro no ha pasado desapercibida en Presidencia.